Tuesday, May 19, 2015

El turismo en busca de sexo gana grandes espacios

El turismo en busca de sexo gana grandes espacios
Ni siquiera les llama la atención que dos hermanos gobiernen desde hace
casi seis décadas. Lo suyo es disfrutar de la playa, divertirse. Por
supuesto, los hay más sórdidos que pagan un puñado de dólares por
acostarse con una adolescente menor de quince años.
CUBA | 18 de Mayo de 2015
LA HABANA.-IVÁN GARCÍA
Especial

Apoltronado en una butaca de cuero en el lobby del hotel Saratoga, justo
en el corazón de La Habana, Arthur, periodista free lancer de
Massachusetts, observa atento la bóveda acristalada que cubre parte del
salón y lentamente bebe una cerveza Heineken.

De fondo, un pianista con más oficio que talento, intenta tocar con
decencia el tema del filme Casablanca. Varios huéspedes navegan por
internet y beben mojitos a granel.

Arthur, especialista en autos, se siente en una nube. En un español
impecable y ajeno a los precios de infarto del restaurante, dice que le
encanta La Habana. "Mi abuelo trabajó para la empresa ATT en los años
50. En mi casa se hablaba de Cuba como si fuera un cuento de hadas. Ayer
caminé por las calles de la ciudad. Es cierto que hay muchas
edificaciones ruinosas y la urbe está sucia y tiene mala pinta. Las
conexiones a internet son demasiado lentas y el servicio hotelero es de
regular a malo. Pero la gente con la que hablé es de cinco estrellas. La
Habana es una ciudad distinta. Hasta las comidas saben diferentes".

El reportero estadounidense quiere escribir una historia sobre el club
cubano de Harley Davidson y tantea la posibilidad de comprar un Dodge
Desoto de 1950 en buen estado técnico. "Era el automóvil que usaba mi
abuelo en La Habana".

Turistas como Arthur son el prototipo de los que están visitando la
isla. A pocos les interesan si los derechos políticos de los cubanos son
coartados o no por el régimen.

Ni siquiera les llama la atención que dos hermanos gobiernen desde hace
casi seis décadas. Lo suyo es disfrutar de la playa, comprar Habanos,
fotografiar coches viejos y aprender a bailar salsa.

Por supuesto, los hay más sórdidos. Como algunos vejetes canadienses o
españoles, que pagan un puñado de dólares por acostarse con una
adolescente menor de quince años.

En un bar de la bulliciosa calle Obispo, donde los usuarios tienen que
hablar a gritos, debido a la música que toca un cuarteto sonero y el
escándalo de un grupo de británicos ebrios, que en una pantalla plana
siguen un partido del Chelsea, dos italianos en camiseta y bermuda
pactan con un proxeneta el precio final de un par de chicas.

El tipo va pasando las fotos en su móvil inteligente y los turistas
asienten. En cualquier discoteca, bar o en el malecón, es muy simple y
barato ligar jineteras de cuerpos esculturales.

Junior, un chulo del barrio marginal de Colón, asegura que su negocio
está en alza. "El 70% de los turistas viaja a Cuba a cuadrar 'jevitas' o
'pingueros'. Tengo catálogos de niñas que son verdaderos 'mangos'
(ricura). Los precios fluctúan según el momento y la calidad de la
'pieza': entre 40 y 70 dólares. Si los americanos vienen en manada, las
tarifas de las jineteras se elevarán. El Gobierno no posee
infraestructura suficiente para ofrecer un servicio de primera a los
turistas, pero te puedo asegurar que las putas no van a faltar".

También existen visitantes como el peruano Jean Carlos. Con una boina
verde olivo calada hasta las orejas, recorre museos para empaparse de la
historia de la revolución y espera viajar a Santa Clara, 300 kilómetros
al este de la capital, a conocer el mausoleo del Che Guevara.

Erasmo, empleado de un hotel habanero, afirma que "son minoría los
turistas interesados por nuestras condiciones de vida y nuestro
extravagante sistema. Lo que más abunda son matrimonios de jubilados a
quienes solo les interesa tomar sol y bañarse en el mar. Pero no faltan
los puteros incorregibles, que nos ven como una Tailandia del Caribe.
También te encuentras con personajes en busca de negocios serios o
aventureros que prefieren las ilegalidades. Y están los nostálgicos, que
todavía piensan que Cuba es un faro de rebeldía y recorren sitios de
propaganda revolucionaria o pagan cien dólares por montarse en una
limusina que utilizó el comandante".

Sergi, catalán, ha visitado la isla una docena de veces. "Me cuesta
definir qué es la marca Cuba. ¿Grandes bolsones de pobreza? Puede ser,
aunque nunca al nivel de Bombay o Rio de Janeiro. ¿Ron, tabacos y
mulatas? Creo que es mito publicitario. El ron de Guatemala o Nicaragua
ahora mismo es mucho mejor que el cubano. Y el tabaco dominicano me
parece superior. Hay mulatas que están para chuparse los dedos, pero
también las encuentras en Venezuela o Brasil, a precios equivalentes. En
un tiempo, la marca España era su equipo de fútbol. Ahora es el jamón y
la crisis económica. Me parece que la marca indeleble de Cuba es Fidel
Castro".

Y mientras bebe un daiquirí con ron blanco en el Sloppy's Joe, añade:
"Es que en ninguna sociedad de la era moderna dos hermanos han gobernado
por tanto tiempo". Puede que lleve razón.

Source: El turismo en busca de sexo gana grandes espacios :: Diario las
Americas :: Cuba -
http://www.diariolasamericas.com/4847_cuba/3108176_el-turismo-en-busca-de-sexo-gana-grandes-espacios.html

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