Wednesday, May 20, 2015

Del anticomunismo fanático al empírico

Del anticomunismo fanático al empírico
PEDRO CAMPOS | La Habana | 20 Mayo 2015 - 9:22 am.

En Cuba, el anticomunismo fanático es alimentado por el oficialismo
mientras que el anticomunismo 'empírico' se sustenta en la experiencia
del fracasado socialismo de Estado.

Estas consideraciones parten de entender por anticomunismo las
posiciones, actitudes y políticas opuestas a las prácticas concretas del
"comunismo" tal y como fue concebido y experimentado en Rusia a partir
de la revolución bolchevique de 1917 y especialmente a todo el "acabado
y sistematización" a que fue sometida aquella concepción en la época de
Stalin.

Esta aclaración es necesaria, para diferenciar ese "comunismo tipo
ruso" —que se trató de implantar a partir del denominado
"marxismo-leninismo" por el estalinismo, luego llamado "socialismo
real"—, del resto de las ideas socialistas que se originaron en el siglo
XIX y encontraron sus propuestas más acabadas entre los líderes de la
1ra Internacional, las cuales, después, han sido desarrolladas por
diversas tendencias que mantienen sus esencias libertarias, democráticas
y autogestionarias.

El anticomunismo se nutrió originalmente de los excesos reales de la
Revolución de Octubre en Rusia y de atrocidades posteriores del
estalinismo, pero en su desarrollo fueron apareciendo imaginaciones que
debilitaron su credibilidad y le dieron carácter fantasioso.

El anticomunismo ya fanático, alcanzó su cenit después de la Segunda
Guerra Mundial con el surgimiento y desarrollo de la Guerra Fría. Fue la
fundamentación ideológica y propagandística que sirvió a EEUU y a los
occidentales para tratar de frenar la expansión del comunismo ruso y
sobre la cual se montó el Plan Marshall, la intervención en Corea, el
nacimiento de la OTAN y todo el intervencionismo norteamericano en
América Latina en esa época.

Tuvo en el senador estadounidense Joseph Raymond McCarthy (1908-1957)
su principal instigador por sus acusaciones de "penetración comunista"
en el Departamento de Estado y la efervescencia del Comité de
Actividades Antinorteamericanas en el Congreso.

El macartismo llegó a tales extremos de fanatismo que el propio McCarthy
fue censurado por sus métodos y, aunque no fue separado de sus cargos,
poco a poco fue perdiendo influencia.

En Cuba el anticomunismo fanático coincidió con los primeros años de
gobierno de Carlos Prío Socarrás (1948-1952) y se manifestó en la
ilegalización del Partido Comunista, la expulsión de los dirigentes
comunistas de los sindicatos y el asesinato de algunos de sus
principales líderes como Jesús Menéndez y Aracelio Iglesias.

Pero paralelamente al anticomunismo fanático, sobre todo en Europa y
América, habían ido creciendo corrientes políticas democráticas,
revolucionarias y socialistas que basaban su rechazo al "comunismo
soviético" no en el fanatismo del macartismo, sino en el conocimiento de
las desviaciones y arbitrariedades de los comunistas rusos y europeos en
el poder, a lo que bien pudiéramos llamar "anticomunismo empírico", por
estar sustentado en la práctica económica-política y social de ese
"socialismo real" y no en las aberraciones fantasiosas del macartismo.

Especialmente importante fue toda la critica de la socialdemocracia
europea, la de Trotsky quien se había asentado en México y cuyas ideas y
análisis se expandieron por toda América Latina, y de diferentes
corrientes filosocialistas y anarquistas que identificaron el carácter
antidemocrático, antiobrero y reaccionario de todo aquel entramado
burocrático erigido sobre la explotación asalariada de los trabajadores
por un Estado administrado por el Partido Comunista.

Los cubanos en particular contábamos con una de las más tempranas
críticas del socialismo de Estado, cuando todavía no había sido
intentado en Rusia, en la letra del apóstol nacional José Martí, cuando
escribió su inmortal obra "La futura esclavitud", en abril de 1884,
donde vislumbraba el socialismo de Estado.

Aunque el propio Marx había advertido contra el comunismo de cuartel que
cercenaba la libertad individual, el comunismo estilo ruso-estalinista
se encargó de hacerlo realidad y sentar las bases de un anticomunismo
apoyado en hechos concretos.

Fue esa desviación la que fue ganando en rechazo "empírico"
internacional, en la medida en que se iban conociendo las atrocidades
cometidas en nombre del socialismo y la clase obrera. Desde la represión
de los marinos de Kronstadt, que habían iniciado la Revolución de
Octubre con el crucero "Aurora", pasando por las purgas y asesinatos de
varios miembros del Buró Político del PCR que habían comenzado la
revolución con Lenin, las deportaciones a Siberia de muchos comunistas y
revolucionarios, la represión por las tropas rusas del movimiento
democrático-socialista en Alemania, Hungría y Checoslovaquia, entre
otras que sería demasiado largo exponer aquí.

Bastaría recordar el asesinato de miles de oficiales polacos en Katyn.

Cuando triunfa la revolución de 1959 contra la dictadura batistiana,
para restaurar la democracia y el orden constitucional interrumpido con
el golpe estado de 1952, el anticomunismo fanático seguía presente en la
mente de muchos cubanos, aunque existía un rechazo particular hacia el
Partido Comunista, por su actuación en los últimos años de la revolución
del 30 y su posterior alianza con Batista en los años 40.

En la medida en que el Gobierno surgido de aquel proceso iba postergando
las demandas democráticas, decretando leyes que centralizaban el poder
económico y político y actuando en coordinación con los viejos
comunistas, el "anticomunismo" de muchos cubanos se fue manifestando
como desacuerdo, rechazo y hasta oposición a las acciones del Gobierno.

Esa oposición que demandaba el prometido restablecimiento de la
democracia, por el cual lucharon todos los sectores y clases de la
sociedad cubana, preocupada por el "comunismo" que olfateaban, fue
asumida como contrarrevolucionaria y proimperialista.

En fin que en Cuba, como en todos los intentos europeos y asiáticos, el
estatalismo asalariado, el control generalizado de todas las palancas de
la economía por la burocracia, y especialmente de la propiedad, los
monopolios del comercio y su desprecio por las leyes del mercado
provocaron grandes fracasos económicos y sistemas políticos de gobierno
excesivamente centralizados, burocráticos y dictatoriales en mayor o
menor medida.

El propio PCUS intentó reformas de aquel modelo burocrático en época de
Nikita Jrushov, quien hizo una critica demoledora del culto a la
personalidad de Stalin, sin llegar a las profundidades del modelo, que
más tarde se atisbaron cuando Andropov. Pero no fue hasta las críticas y
propuestas de Gorbachov, ya a partir de 1985, cuando en el propio
Partido Comunista de la URSS aparecen los análisis más objetivos e
integrales sobre toda la época estalinista y neoestalinista, el papel
del Partido Comunista, la democracia, los trabajadores y las relaciones
de producción en el socialismo.

La caída de la URSS y el campo socialista —que no fue obra de Gorbachov,
como han querido explicar los neoestalinistas, sino consecuencia de la
falsedad de las bases económicas y la ausencia de democracia política,
que caracterizaban aquellos modelos—, permitió que se pudiera conocer
más en extenso todo el voluntarismo y la falta de cientificidad sobre
los cuales se erigieron aquellas concepciones.

En Cuba, desde la Izquierda Democrática y Socialista venimos criticando
el entuerto con más claridad desde el IV Congreso del PCC en 1991, pero
incluso desde los mismos años 60 podrían encontrarse artículos y
criterios de políticos y economistas de izquierda, entre los que
encontramos al propio Ernesto Che Guevara, quien auguraba el fracaso del
modelo ruso. Hoy pueden encontrarse en internet cientos de artículos,
ensayos y hasta libros de autores cubanos demostrando la inviabilidad
económica, política y social del socialismo burocrático construido desde
arriba.

De toda esa generalización teórica crítica del socialismo de Estado de
corte estalinista se nutren las corrientes democráticas y socialistas
más modernas para rechazar todo el sustento teórico estalinista del
marxismo leninismo.

Es verdad que es mucha la confusión generada por toda esa aberración. En
fin que tanto anticomunismo en realidad no ha sido más que antiestalinismo.

El "anticomunismo" de bases empíricas que defienda la libertad y la
democracia para todos, no tendría razones para oponerse a las ideas
originales y centrales de los socialistas de fines del siglo XIX que
preconizaban la liberación y desenajenación del ser humano, la república
más democrática, la lucha política en el seno de las instituciones
democráticas y el avance de las nuevas relaciones de producción libres y
asociadas a partir del desarrollo y la propia descomposición de las
relaciones asalariadas de producción, tal y como viene dándose en el
mundo capitalista desde fines del siglo XIX.

Nada que ver con imposiciones estatistas, ni intervenciones masivas y
violentas de la propiedad privada capitalista grande, mediana y pequeña.
Menos aún con cercenamientos a las libertades individuales y a los
derechos democráticos de los ciudadanos.

Y, desde luego, los "marxistas-leninistas" tienen derecho a pensar como
lo estimen, pero a lo que no tienen derecho es a imponer sus ideas a
toda la sociedad a gatillo y grilletes, violando todos los derechos
civiles, políticos y económicos reconocidos internacionalmente.

Muchos "anticomunistas" responden contra toda idea socialista por
reflejos condicionados, sin reparar en que la misma fue tergiversada y
revolcada en el fango del peor anticomunismo real erigido en nombre de
las ideas de Marx con el agregado del "leninismo", concebido por Stalin
para tratar de dar legitimidad a su comunismo vulgar de cuartel.

Nadie hizo más daño al socialismo, que toda esa concepción enfermiza.

Desgraciadamente, por extensión natural y fabularia, ese anticomunismo
fanático sigue presente entre muchos ciudadanos del mundo, pero el
"anticomunismo" de muchos cubanos de hoy se debe a que han sido víctimas
del fracasado capitalismo monopolista de Estado implantado en Cuba en
nombre de ese socialismo que nunca ha sido. Y, aunque aquí el
estalinismo no llegó a los extremos de Rusia, el modelo económico
político y social fue aplicado con bastante rigurosidad.

La izquierda democrática, los socialistas cubanos no podemos
confundirnos, ni caer en la propaganda vulgar del neoestalinismo, pues
mucho "anticomunismo", mucha "contrarrevolución" y "oposición", más
allá de cualquier anticomunismo fanático, se sustentan en la realidad de
lo que ha sido el socialismo vulgarizado, burocrático, antidemocrático y
antipopular que se nos ha querido imponer desde el poder, que sin duda
ha respetado la salud y la educación para todos, pero negándose a honrar
los derechos humanos en su integralidad.

En ocasiones, desde la propia dirección del Partido-Gobierno se han
esbozado críticas al modelo centralista y burocrático que no prospera
más allá de la mediatizada "actualización", por el temor a que una
revisión de calado conlleve a una profunda renovación del poder
político. No se percatan, sin embargo, de que la resistencia a los
cambios ha sido siempre el peor enemigo de la continuidad.

El propio Fidel, que luego donde dijo digo dijo diego, dijo: "este
modelo no sirve ni para nosotros mismos".

Fue ese temor, el que llevó a los neoestalistas del PCUS a dar el golpe
de Estado a Gorbachov que terminó con el proceso de reformas iniciado
por él, entregó el poder a Yeltsin y los liberales-nacionalistas y
condujo a la plena restauración del capitalismo privado en Rusia.

Los seudointelectuales y oportunistas del aparato propagandístico
oficialista que siguen defendiendo aquel entuerto a capa y espada, sin
querer aceptar sus desviaciones y violaciones y, encima de ello, acusan
a todo pensamiento diferente de "mercenario, terrorista, agente del
imperialismo o enemigo de la revolución", "de estar montado en segundas
intenciones y haciendo parte o juego de las pretensiones ocultas del
enemigo", son los principales promotores del anticomunismo fanático y
los máximos responsables de que Cuba no acabe de entrar en una etapa de
diálogo entre todos que, en su desarrollo democrático, pueda abrir
espacio al verdadero socialismo.

Source: Del anticomunismo fanático al empírico | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1432067234_14657.html

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