Wednesday, April 15, 2015

Las noches de Lulú en La Habana

Testimonio: Las noches de Lulú en La Habana
Posted on 13 abril, 2015
Por Hugo Luis Sánchez*

LA HABANA.- Lulú quiere ser como Miguel Bosé en Tacones lejanos. "La he
visto mil veces, ya hasta canto como Luz Casal" -puso mirada maliciosa,
abrió la boca y pegó a lengua al paladar "más a lo Sarita Montiel",
aclara- sólo que "a mí lo que me toca es pulir la calle y esperar a que
un extranjero me saque particular, como se decía antes" y "me lleve a
Europa" porque el frío dice que no le importa, todo lo contrario, "va y
me alebresta".

En lo que llega su príncipe azul o, mejor, su euro príncipe, Lulú sale
al oscurecer a eso mismo, a pulir la calle, a lucharla igual cualquier
miembro más del ejército de prostitutas que, para no ser apresadas por
la policía, se protegen en las sombras, algo fácil en una ciudad sin
alumbrado público como si cada noche La Habana esperara ser bombardeada.

Cuando era niña, Lulú juró junto a todos los demás alumnos de su escuela
que sería como el Che. Se colocaba la palma de la mano derecha, vertical
sobre la frente, semejante a los pioneros soviéticos y cada mañana, sin
perderse siquiera una sola, decía "Pioneros por el comunismo, seremos
como el Che", y luego entraba al aula con su saya color vino, una blusa
blanca y, al cuello, la pañoleta azul.

De un falso juramento

Blasfemó, juró en falso, pecó, nunca fue como el Che, ni guerrillera
heroica ni nada, pero sí hubiera podido ser cirujana, ingeniera,
cibernética, maestra, física nuclear… lo que hubiera querido porque en
Cuba la educación es gratuita y aún hoy se mantiene como uno de los
estandartes de la revolución.

"No me iba a quemar las pestañas, ni a levantarme temprano y
despetroncarme detrás de una guagua para ir al trabajo a aguantar
pesadeces de los jefes y del Partido por cuatro pesos -el salario medio
mensual equivale a 18 dólares-, que me gano yo con solo mover la
carterita y algo más que sé hacer y muy bien, aunque la recomendación
viene de muy cerca".

Y agrega: "Los y las conozco, estoy a la modo en eso de ellos y ellas,
muy muy inteligentes y todo eso y son científicos y todo lo demás pero
siguen viviendo en el cuartito donde nacieron, juntos a sus padres y
ahora con sus hijos y esposa y montando guagua. No va conmigo, lo siento
en el alma".

Al triunfo de la revolución, en 1959, el gobierno decidió erradicar la
prostitución y cumplió. Barrios de tolerancia como Colón, en la capital
y el más famoso del país, fueron adecentados y a estas mujeres de la
vida, fleteras, cualquieras, según el lenguaje de entonces, se les buscó
un empleo honrado.

Quizás el más notorio de todos fue el de tías de becarios. Consistía en
ex prostitutas que pasaban a ser domésticas de estos estudiantes de
bachillerato y vivían en los mismo albergues, en dormitorios aparte, en
casas abandonaban por personas que salían huyendo el comunismo en la
noria de un éxodo que no ha cesado desde aquel momento.

Orgullosas de su reeducación

También estuvieron "Las Violeteras", por el color de los autos que
conducían, que pasaron de mujeres de la vida a taxistas orgullosas de su
reeducación.

Para agrado de todas y todos, estas mujeres públicas salieron de
circulación, las zonas de tolerancia desaparecieron y la propaganda
oficial anunció que la prostitución había sido erradicada de cuajo de la
isla.

Y como no había prostitución no hacía falta una Ley contra la
Prostitución y luego, cuando resurgieron estas damas de alquiler, no se
decretó esa ley dado que eso sería reconocer algo que, aunque existe a
todas luces pese a que trabajan entre las sombras, no era bueno a la
moral revolucionaria y socialista.

Y, es curioso, hoy mismo la ley castiga a los proxenetas por chulear a
las prostitutas; pena a quien preste un local para ejercer la
prostitución… pero a las prostitutas, por prostitutas, no.

Para encarcelarlas, las autoridades echan mano a otras figuras legales,
como alteración del orden público, acoso a turistas… se les aplican
medidas de seguridad predelictivas y son "guardadas". A más
reincidencia, mayor castigo.

Como lo que no existe oficialmente, no se pude contabilizar
oficialmente, no hay disponibles estadísticas sobre la prostitución.

Académicas, bayuceras, griegas, jineteras

Tan temprano como a inicios de los años 70, por los muelles de La Habana
ya se podían ver a muchachitas que alquilaban sus cuerpos a marinos
mercantes por la exorbitante suma de un plato de espaguetis o un zapato,
el otro se lo daban la segunda vez que se fueran juntos a la cama a
deshacer el amor. Se les conocía como las griegas, por la nacionalidad
de muchos de estos tripulantes de barcos mercantes.

El nombre cambio, antes habían sido nombradas académicas porque, en los
años treinta del siglo pasado, a las prostitutas de La Habana les decían
así debido a que los puntos de ligues se encubrían como academias de
baile. Marte y Belona fue la más notoria, ubicada en los altos de un bar
del mismo nombre en la calle Amistad, entre Monte y Estrella.

Cuando el parroquiano se sentía atraído por algo más que las habilidades
danzarias de su pareja y deseaba salir con ella para la posada más
cercana -la premura y urgencia tienes que ver con todo esto-, debía
antes pagar dos pesos en la taquilla de la academia.

Lo de bayuceras se dice que viene de inglés bayou palabra con la que se
identifica en New Orleáns a las zonas pantanosas donde solían
establecerse los prostíbulos. Esta relación, explican, tiene su lógica
si se conoce que las primeras prostitutas importadas a Cuba después de
constituida la Republica provenían de la Luisiana.

De académicas, bayuceras y griegas pasaron en nuestros días y con
tarifas también mayores por el aquello de la inflación, a llamarse
jineteras que, un poco traído por los pelos, se asegura proviene de
Ginette, término aplicado en Québec a quienes ejercen el más antiguo de
los oficios. Siendo Canadá el mayor emisor de turistas a Cuba, quizá se
justifique lo de Ginette-Jinetera.

Las lágrimas de Lulú

Hoy Lulú se lamenta de que la calle cada vez se vuelve más difícil
debido a la competencia, que crece y crece, y más por la proliferación
de travestis. "Hay mucha rivalidad desleal, no tienen clase. Por eso mi
lema es que no basta ver para creer, ni vista hace fe… ahora hay que
tocar para creer", dice.

"¿Mi jornada laboral? Bueno, es por cliente y tiene la siguiente norma
de calidad: dura lo que dura dura… y me da buenos resultados porque los
que abundan son los breves. Yo soy de las que sobrecumplo la norma".

Lulú, que es su nombre de guerra, dio la espalda y se fue, esta vez no
como Miguel Bosé, pero sí tal y cual lo hacía Lauren Bacall al final de
Tener y no tener, pero esto la chica no lo debe saber, con seguridad que no.

Pero antes me dijo y a modo de adiós: "Mis lágrimas sí hacen ruido al caer".

* La protagonista de esta entrevista es una joven ex estudiante
universitaria que accedió a contar sus experiencias en el mundo de la
prostitución habanera bajo condición de anonimato.

Source: Testimonio: Las noches de Lulú en La Habana | Café Fuerte -
http://cafefuerte.com/cuba/23671-testimonio-las-noches-de-lulu-en-la-habana/

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