Sunday, April 5, 2015

La avenida de los flamboyanes

La avenida de los flamboyanes
FERNANDO DÁMASO | La Habana | 5 Abr 2015 - 7:25 am.

En Santa Catalina había filas de flamboyanes a ambos lados. Muchos no
existen ya, sin que exista una política de restauración y protección.

La Avenida de Santa Catalina se extiende entre la Calzada de Jesús del
Monte, oficialmente denominada Calzada de Diez de Octubre, y la Avenida
de Rancho Boyeros, oficialmente denominada Avenida de la Independencia.
Es una avenida construida sobre un camino que salía de la Calzada de
Jesús del Monte, corta, moderna, desarrollada principalmente durante los
años de la República, que atraviesa una zona fundamentalmente
residencial, con comercios e instalaciones de servicio de diferente
designación, establecidos para satisfacer las necesidades de sus
habitantes, que pertenecían en su mayoría a la clase media.

A ambos lados les sembraron flamboyanes que, en su momento de máximo
esplendor, al florecer, la encendían de rojo, mostrándola en toda su
belleza. Hoy, muchos de los árboles han desaparecido por diversas
causas, sin que se haya aplicado una política de restauración y
protección, existiendo tramos desiertos que la afean. Aún así, Santa
Catalina continúa siendo una vía agradable y sombreada, de las pocas que
existen en la ciudad.

En su inicio atraviesa los repartos de La Víbora y Mendoza y, hacia su
final, el Casino Deportivo, San Leonardo, Santa Catalina y Palatino. En
el sector comprendido entre la Calzada de Jesús del Monte y Juan Delgado
se encuentra, en el número 53, el local del antiguo cine Alameda, que
fuera uno de los cines de estreno, con su escalinata, en uno de cuyos
laterales existió un Tropicream, hoy convertido en una heladería, que
era lugar de convergencia obligada de los cinéfilos y de los estudiantes
de los cercanos Instituto Edison, Instituto de Segunda Enseñanza de La
Víbora y de los colegios de los Hermanos Maristas, Nuestra Señora de
Lourdes y otros, al terminar las clases.

Existía también un minimercado denominado La Copa; en el número 56 la
antigua dulcería Franser, transformada hoy en una cafetería, dulcería y
panadería Silvayn, aunque mantiene también su nombre original. Allí
estaban el comando 4 de los bomberos, el garaje Alameda, el policlínico
Luis Pasteur, las instalaciones del antiguo colegio Nuestra Señora de
Lourdes, funcionando hoy en ellas una escuela y, en el que fuera su
patio, un círculo infantil.

En el número 265 abre sus puertas una funeraria; viene luego la
cafetería El Niágara, que da para la calle Juan Delgado y, en el número
502, el cine Santa Catalina, hoy convertido en el teatro infantil La
Edad de Oro, más una pizzería adjunta denominada El Fiore, donde estuvo
la cafetería original del cine.

En el sector comprendido entre Juan Delgado y la Calzada de Vento, en el
cruce de la Avenida Mayía Rodríguez, se encuentra el garaje Novedades,
convertido actualmente en una cooperativa experimental y, en su esquina,
una minitienda Panamericana, la tienda en CUC Mekong y la iglesia de San
Juan Bosco, con su elevada torre y campanario, casi al llegar a la calle
Goss.

Más adelante, ya en el cruce con la Calzada de Vento, se alzan los
locales bastante deteriorados de las antiguas posadas que existían en el
lugar.

En el sector comprendido entre la Calzada de Vento y la Avenida de
Rancho Boyeros, otro mercado en CUC, un garaje Cupet y, en el número
930, la antigua fábrica de la Coca-Cola, hoy denominada Embotelladora
Metropolitana, donde a través de sus ventanales de cristal se podía
observar todo el proceso de embotellamiento y que, después de
nacionalizada, se dedicó durante un tiempo a fabricar el intragable
refresco Son, y ahora produce refrescos que se venden en CUP, de
inferior calidad a los de la otra moneda.

Cerrando la Calzada de Palatino, ocupa una gran extensión de terreno,
aunque oculta por los árboles que la rodean, la Quinta Las Delicias, la
llamada Finca de los Monos, por la abundancia que existió de ellos en la
misma, que fuera propiedad de la benefactora patriota Rosalía Abreu
Arencibia, hermana de la también benefactora patriota e importante
figura cubana Marta Abreu.

Construida en 1906, obra de Charles B. Brian, la mansión rememora la
arquitectura de un castillo francés de la región del Loira, aunque los
enormes techos de fuertes pendientes del proyecto original fueron
eliminados en la versión definitiva, por un pretil almenado, más
parecido a la arquitectura militar, que la acerca a un castillo. En el
vestíbulo la mansión poseía murales realizados por Armando Menocal, uno
de los cuales desapareció. De interés resultan los decorados de algunos
techos, un salón neomorisco y los jardines con glorietas y una capilla
neogótica. Hoy funciona en la Quinta un Palacio de Pioneros, en cuyas
instalaciones se alojan estos y realizan acampadas en los espacios abiertos.

En la esquina de Palatino y Santa Catalina, hace tiempo que se instaló
un centro de recreación del sector de la construcción con abundancia de
bebidas alcohólicas y música estridente, el cual por suerte se encuentra
cerrado. Un poco más adelante, en el número 1.141, se encontraba la
cremería y dulcería Ward, cafetería donde se ofertaban sabrosos helados,
acompañados de exquisitos dulces, en un ambiente agradable y con
magnífica atención, hoy convertida en una heladería más, con productos
de baja calidad y peor servicio.

A continuación, ocupando ambos lados de la avenida, parte de las
instalaciones de la Ciudad Deportiva, incluyendo las naves dedicadas a
la industria deportiva Batos, las instalaciones de la denominada
Universidad del Deporte Comandante Manuel Fajardo y áreas y terrenos
deportivos. Al final, en la esquina con la Avenida Boyeros, hay un
servicentro Cupet.

La mayoría de las viviendas construidas a lo largo de Santa Catalina son
casas elegantes de mampostería, con jardines y grandes portales, así
como en los últimos años de la República, algunos edificios de tres,
cuatro o cinco pisos, con terrazas o balcones. En general, el entorno de
la misma es agradable. Algunas edificaciones han sido maltratadas por el
tiempo y por la falta de mantenimientos y reparaciones, estando ocupadas
por familias que no fueron sus propietarias originales. Otras han sido
reparadas y conservan su belleza.

Santa Catalina, por suerte, parece no haber sido contagiada hasta ahora
por la ola de arquitectura kitsch, que ha invadido otras vías de la
ciudad. La avenida se mantiene en bastante buen estado para la
circulación de vehículos automotores, aunque no así las calles
secundarias que la atraviesan, las cuales han perdido su capa asfáltica
y parte de su base de hormigón, acumulando abundantes baches de todo
tipo que las hacen prácticamente intransitables.

La avenida, al igual que los repartos que atraviesa, confían en la
llegada de tiempos mejores.

Source: La avenida de los flamboyanes | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1427718929_13662.html

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