Friday, April 10, 2015

Esquizofrenia castrista o trucos recurrentes

Esquizofrenia castrista o trucos recurrentes
Con su vehemencia acostumbrada el gobierno cubano hace política en
Panamá, no de cara al futuro sino para mantener su propio pasado
Alejandro Armengol, Miami | 09/04/2015 3:56 pm

Un viejo axioma plantea que la política exterior de un gobierno es una
prolongación de su política nacional. No parece cumplirse siempre en la
Cuba de los hermanos Castro, donde con frecuencia parece que ocurre
precisamente lo contrario. La paradoja es que esta inversión de las
leyes les ha permitido sobrevivir a más de un cambio en el equilibrio de
las fuerzas internacionales.
Por regla general, la política exterior del régimen cubano transita por
varios caminos al mismo tiempo —en ocasiones contradictorios—, donde lo
que se destaca en la prensa nacional es secundario y el objetivo
principal se oculta o rebaja de categoría. A veces da la impresión que
el interés del mandatario se concentra en un asunto —al que dedica la
máxima atención en público—, cuando en realidad solo está aprovechando
una ventaja momentánea mientras elabora una estrategia a largo plazo por
un camino paralelo.
Basta recorrer las páginas del diario Granma en estos días y de pronto
tener la impresión que el diario se hace desde un supuesto Ministerio
del Tiempo: "Para la juventud latinoamericana que lucha por un mundo
mejor el Che sintetiza los más puros ideales éticos y revolucionarios de
hoy y de siempre".
Pero un momento, ¿hemos regresado a la década de 1960? ¿Dónde están las
guerrillas? Porque más allá de algunas camisetas descoloridas —por regla
general en individuos al que el propio Guevara no hubiera dudado un
momento en enviar a campos de trabajo forzado o al pelotón de
fusilamiento—, la retórica guevarista no sirve ni para vender perfumes.
Así que vale la pena preguntarse por el destino estos esfuerzos, y la
conclusión es que no están destinados a volver a incendiar Latinoamérica
sino a opacar cualquier intento de disidencia en la Isla: con su
vehemencia acostumbrada el gobierno cubano hace política en Panamá, no
de cara al futuro sino a mantener su propio pasado.
Lo que vemos, y continuaremos viendo hasta el comienzo de la verdadera
cumbre, es la marcha de nuevo de un viejo engranaje, al que se
consideraba oxidado y gastado: la ideología en acción. ¿Reverdece la
lucha ideológica en preparación al anunciado estrechón de manos del
presidente estadounidense Barack Obama y el gobernante cubano Raúl
Castro? Sí y no. Sí, en cuanto al mensaje para consumo interno en la
Isla. No, si se refiere a colocar impedimentos —más allá de los que el
régimen considera indispensable para no ceder parcelas de poder— durante
el proceso complejo y difícil de restablecimiento de vínculos diplomáticos.
El gobernante Raúl Castro ha limitado las definiciones políticas al
mantenimiento del statu quo. Para ello tiene que apelar al espejismo de
una retórica de confrontación que prescinde de la palabra y la idea para
limitarse al insulto y el golpe. La ideología reducida a la gritería
callejera y una actitud soez.
A primera vista puede parecer incluso pueril: enfatizar la presencia en
Panamá de Félix Rodríguez, catalogarlo de "terrorista", que no lo es en
la definición actual del término; de agente de la CIA, que sí lo fue y
él mismo no lo niega, y de ser uno de los "implicados directamente en el
asesinato en Bolivia de Ernesto Che Guevara", algo que tampoco es
cierto, aunque por otras razones: no es lo mismo participar en la
captura de un guerrillero, que entró en un país extranjero con la
intención de derrocar por las armas a un gobierno, que tomar parte en la
decisión de ejecutarlo. Es conocido que la decisión de ultimar al Che de
inmediato, sin celebrarle juicio, fue del gobierno boliviano, no de la CIA.
Toda una operación del órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, a
la cual puede contraponerse fácilmente un historial de subversión,
injerencia, terrorismo y asesinato en Latinoamericana llevado a cabo por
el régimen de La Habana, precisamente durante la época en la que
Rodríguez llevó a cabo esas actividades por las que ahora lo condena el
Granma. No se trata de respaldar su presencia en Panamá, por lo demás
inoportuna, sino de aclarar la verdad histórica.
Así que lo menos que podría decirse del gobierno cubano es que se ha
presentado en Panamá con una actitud y una estrategia política
esquizofrénica: terroristas buenos y terroristas malos; lenguaje de la
época de la guerra fría, que por otra parte se intenta desterrar durante
el evento con la presencia conjunta de Washington y La Habana;
intimidación y actos de repudio. Es decir, que ha trasladado a otro país
lo que practica en la Isla: tratar de adaptar a su conveniencia
presente, pasado y futuro, como si fuera el dueño del tiempo. Nada
sorprendente por cierto.
Solo que en este caso lo hace no con el interés de volver de nuevo a una
política de subversión latinoamericana sino como un recurso interno.
Pretende mantenerse gobernando en Cuba como en el pasado, a la vez que
busca una nueva relación con Estados Unidos. Por eso Granma habla de
"Una cuestión de principios", mientras olvida los fines.
Lo que preocupa a Cuba y Venezuela
La verdadera preocupación del gobierno cubano aparece bajo otro titular:
Recelo por escala caribeña de Obama, donde se señala que el "paso del
mandatario estadounidense por Jamaica como antesala de su asistencia a
la VII Cumbre de las Américas, es un evidente movimiento para tratar de
atraer a las naciones de Caricom antes de los debates de la cita
continental".
De acuerdo al diario oficial cubano, se trata de "un evidente movimiento
para tratar de atraer a las naciones de la Comunidad del Caribe
(Caricom) antes de los debates de la cita continental, el jefe de la
Casa Blanca llega a esa región con el objetivo de discutir temas de
energía y seguridad, según sus voceros oficiales".
Lo que ciertamente interesa a La Habana —Caracas interpuesta— aparece en
otro párrafo: "El tema energético está relacionado con las intenciones
de EEUU de romper el esquema de colaboración petrolera Petrocaribe,
desarrollado por Venezuela a favor de los países del área desde el 2005
e integrado hoy por 18 estados".
En realidad, lo que intenta Washington es ofrecer más apoyo a los países
caribeños para reducir su dependencia energética de Venezuela.
La mayoría de los países del Caricom se beneficia de Petrocaribe,
lanzado en 2005 por el entonces presidente venezolano, el fallecido Hugo
Chávez, para exportar petróleo barato a esa región a cambio de efectivo,
bienes y servicios.
Sin embargo, en la actualidad Venezuela se ha visto obligada a reducir
sustancialmente sus entregas de crudo debido a la caída del precio del
combustible y a la crisis económica por la que atraviesa el país.
Incluso hay dudas de que el plan pueda continuar para la mayoría de los
países. Es cierto que EEUU está interesado en romper la dependencia
política establecida por Chávez a cambio de crudo, pero también hay una
realidad: a partir de la caída del precio del combustible Caracas no
puede continuar con el plan en las mismas condiciones. Más allá de estos
dos aspectos, lo primordial puede ser un objetivo más largo y difícil:
tratar de contener al menos la penetración económica de China, que busca
convertir a Venezuela en un simple testaferro suyo.
Llama la atención por otra parte, esa vocación desmedida de Granma y
toda la prensa oficialista cubana en destacar cualquier noticia que
indique una posible recuperación del precio del petróleo, más o menos
inmediata o futura, como si en lugar de una isla caribeña con pobres
recursos energéticos fuera un emirato árabe.
Así que bien el gobierno cubano cuenta con una estrategia definida para
enfrentar la oposición interna, y desplegarla con comodidad en Panamá
con argumentos tan insólitos como resaltar una figura como Félix
Rodríguez —que no tiene nada que ver con la disidencia, mucho menos la
apenas incipiente sociedad civil cubana y posiblemente sea un
desconocido para la mayoría de la población en la Isla—, en el terreno
económico los aspectos son de otra índole. Estos constituyen los temas
de la verdadera cumbre, que se inicia el viernes.
Vuelta al pasado
El intento de una commonwealth "bolivariana" para el Caribe y
Latinoamérica fue un plan del fallecido presidente venezolano Hugo
Chávez, que contó con el único atractivo del alza vertiginosa y temporal
del precio del petróleo. Pero siempre estuvo fundamentada en una
concepción errónea. El freno a un neoliberalismo sin límites debe
producirse mirando al futuro y no intentando la vuelta a políticas
populistas, de amplia aceptación entre los más pobres cuando las
escuchan por vez primera, pero carentes de una base sólida que permitan
el desarrollo económico. Ahora que la utopía chavista es parte del
pasado, los países latinoamericanos deberían lograr una reformulación
más realista del compromiso entre desarrollo y justicia social. Hay
pocas esperanzas de que lo hagan.
En el caso concreto de Cuba, desde hace años la propia élite en el poder
sabe que no hay que confundir una ventaja circunstancial con un destino.
Lo sabe el gobernante Raúl Castro y también lo conoce su círculo más
cercano. El puente hacia el futuro de una Cuba sin Castro se está
construyendo por otro rumbo —que de momento no excluye a Venezuela, pero
que la integra en una ecuación mayor— y se dirige hacia Estados Unidos
por la vía China (no el modelo chino). Lo demás es retórica y los trucos
usuales para mantener el poder.
Isaac Deutscher cita a León Trotsky, quien afirmó en una ocasión que la
revolución rusa corría el peligro de ser derrotada no sólo por una
invasión armada, sino por una "invasión de mercancías extranjeras baratas".
El vaticinio de Trotsky resultó correcto. Al final fueron los objetos de
consumo y no los misiles los que hicieron polvo al imperio soviético. Es
de esperar que igual ocurra en Cuba, aunque no es una certeza de
democracia y al igual que en la Rusia actual, la desaparición de los
Castro no implica obligatoriamente el final, no de su legado sino de una
persistencia gansteril, que es en última instancia su esencia.
Así que la esquizofrenia castrista puede resultar, lamentablemente, en
dos senderos aparentemente divergentes que se bifurcan: al tiempo que se
practica sin vergüenza alguna las formas más burdas de aferrarse al
poder, representada aquí por el traslado a Panamá de los nefastos actos
de repudio, de forma pausada se intenta un acomodo con EEUU que permita
la supervivencia a los herederos de la élite en el poder. Al final el
beneficio para la población de la Isla habría que preguntárselo no solo
a los cubanos sino a los rusos: ¿Mejor con Putin que con Stalin o con
Brézhnev?
El tema de la Cumbre
Más allá de la esperada foto, el tema de la Cumbre trasciende a Cuba y
Venezuela: es China lo que importa. Que el país asiático se haya
convertido en una forma peculiar de capitalismo de Estado no resta
importancia al hecho de que, en una confrontación entre democracia y
totalitarismo, la opresión conserve la delantera. Los esquemas
ideológicos continúan limitando la comprensión de los procesos
políticos. China se ha beneficiado en gran parte de la derrota de la
URSS. Su éxito es la consecuencia lógica de apartarse del proyecto
soviético en lo económico, pero las estructuras de dominación política
se conservan casi intactas y son similares a las existentes en Moscú
hasta hace pocos años.
A diferencia de la época soviética posterior a la Segunda Guerra
Mundial, donde el juego por el predominio mundial entre las dos
superpotencias se resolvía en movimientos que siempre terminaban en un
estancamiento forzoso de ambos contendientes —para iniciarse de nuevo
una y otra vez—, ahora la jugada en tablas no es un resultado sino el
punto de partida. China está aún lejos de alcanzar al poderío
norteamericano, pero ya ha iniciado la larga marcha para lograrlo, y su
presencia en Latinoamérica es un buen ejemplo de ello.
En el nuevo ajedrez político, la cada vez más poderosa China está
jugando con otro tablero: invertir en Latinoamérica forma parte de una
extensa campaña de expansión económica. Dentro de este nuevo orden, La
Habana no es el peón de cambio donde establecer bases de cohetes para
retirarlos después, sino parte de un plan de desarrollo y ampliación de
mercados. Sin embargo, Obama considera que Cuba no es más que un país
"minúsculo" —un juicio que, por otra parte, puede ser cuestionado por la
historia— y el verdadero objetivo, tanto de Pekín como de Washington, es
Venezuela.
Por lo que todo apunta hacia una ecuación simple: que en Panamá Cuba
aporte la algarabía, Venezuela se esfuerce por seguir representando el
pasado y EEUU ponga el petróleo. Está por verse el resultado.

Source: Esquizofrenia castrista o trucos recurrentes - Artículos -
Opinión - Cuba Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/esquizofrenia-castrista-o-trucos-recurrentes-322474

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