Sunday, April 12, 2015

El gurú de Obama y un mundo sin cabeza

El gurú de Obama y un mundo sin cabeza
CARLOS ALBERTO MONTANER | Miami | 11 Abr 2015 - 9:36 am.

'Es el entierro de la tradicional lógica diplomática que prescribe
zanahorias para los amigos y aliados, palos para los enemigos y nada
para los indiferentes.'

Me equivoqué. Escribí que, por primera vez en su historia, la diplomacia
norteamericana carecía de un marco de referencia. Me lo indicaban,
falsamente, las concesiones gratuitas a la dictadura cubana, el pésimo
preacuerdo con Irán, la condescendencia con la dictadura birmana, la
tolerancia con los desmanes de Chávez y Maduro, y la manera
contradictoria con que habían manejado, por ejemplo, las crisis de
Ucrania, Honduras o Egipto.

Craso error. Me lo señaló el historiador Diego Trinidad. Existe un marco
de referencia, por ahora vagamente utilizado. Se titula How Enemies
Become Friends: The Sources of Stable Peace (Cómo los enemigos se
convierten en amigos: la fuente de una paz estable), escrito por Charles
A. Kupchan, profesor de Georgetown University y miembro del Consejo
Nacional de Seguridad que sirve directamente a la Casa Blanca.

Me ahorro una descripción detallada del contenido, lleno de alusiones
históricas eruditas, pero vale la pena resumir su tesis central porque
es muy sencilla: la manera de transformar a los enemigos en amigos y de
sostener la paz es hacerles grandes concesiones unilaterales, no exigir
ni esperar nada a cambio, cancelar toda conducta hostil, y no tratar de
cambiar la naturaleza de esos gobiernos adversarios.

Es el entierro de la tradicional lógica diplomática que prescribe
zanahorias para los amigos y aliados, palos para los enemigos y nada
para los indiferentes. Es el fin de la diplomacia activa, desarrollada
tras la terminación de la Segunda Guerra Mundial, encaminada a tratar de
convertir el mundo en un lugar pacífico y próspero, dominado por
regímenes democráticos en el que se respeten la economía de mercado, los
derechos humanos y las libertades.

Es una mezcla de buenismo y neoaislacionismo. Es el fin, también, de la
idea de que Estados Unidos, como potencia hegemónica en el terreno
económico y militar, asume la responsabilidad de encabezar el castigo a
los países agresores, intentar dotar al planeta de estabilidad y de
promover el buen gobierno, definido este como la administración de
sociedades pacíficas, democráticas, productivas y abiertas al comercio
internacional.

Naturalmente, los regímenes de Cuba, Venezuela e Irán seguramente verán
con un enorme agrado que Estados Unidos renuncie a tratar de frenarlos,
porque eso les deja el campo libre, pero ello no modificará
esencialmente la percepción que estas naciones tienen del gobierno y del
sistema económico de libre empresa que exhibe la sociedad norteamericana.

Al fin y al cabo, La Habana y Caracas no son enemigos étnicos de Estados
Unidos, sino adversarios ideológicos de las democracias liberales y del
sistema de libre empresa que esta nación encabeza. Si Estados Unidos
fuera una nación comunista o participara de la visión de los países del
llamado Socialismo del Siglo XXI, inmediatamente cesaría el
antiamericanismo.

Hay que recordar que Fidel Castro y Hugo Chávez no escogieron el
antiamericanismo o el comunismo —Venezuela va en ese camino— por
reacción a la política de Washington, sino (como Fidel Castro ha
aclarado mil veces) por creer en las virtudes del colectivismo, de la
planificación centralizada y del control social ejercido por un partido
único. Son antiamericanos a fuer de ser procomunistas.

De alguna manera, irónicamente, esta nueva forma de encarar la
diplomacia (que a mi me parece disparatada) adoptada por Estados Unidos
no es la consecuencia de la debilidad, sino del éxito. Producen una
quinta parte de lo que genera el mundo con menos del 5% de la población
del planeta y tienen unas fuerzas armadas imbatibles que consumen más de
600.000 millones de dólares al año. Eso les confiere una peligrosa
sensación de invulnerabilidad.

Con esos elementos a su favor, Obama cree que puede darse el lujo de
ignorar a amigos y enemigos. ¿Podrá hacerlo? Lo dudo. La visión
internacional norteamericana a partir de F.D. Roosevelt y los acuerdos
de Bretton Woods de 1944, todavía con el ejército alemán sobre las
armas, está concebida para que Washington asuma la responsabilidad de
liderar el llamado "mundo libre" hasta lograr la derrota de los enemigos
de la democracia.

Esa tradición, que ya tiene más de 70 años, y que ha visto el triunfo de
Occidente en la Guerra Fría, ha generado toda una burocracia (hoy
desconcertada) dedicada a ejecutar medidas de gobierno para lograr esos
objetivos. La inercia de estos organismos pesa mucho y a Obama solo le
quedan menos de un par de años en la Casa Blanca. No creo,
afortunadamente, que logre imponer sus ideas, que son, parece, las de
Kupchan. Un mundo sin cabeza es mucho más peligroso.

Source: El gurú de Obama y un mundo sin cabeza | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/internacional/1428741384_13912.html

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