Monday, April 13, 2015

El fruto del vacío ideológico

El fruto del vacío ideológico
[13-04-2015 12:44:28]
Alberto Medina Méndez

(www.miscelaneasdecuba.net).- Alguna gente intenta convertir en virtud
aquello que, en realidad, es solo un gran problema. Cierta prédica
funcional a la política mediocre de este tiempo se ha arraigado con
mucha fuerza. Demasiada gente supone que es una ventaja no disponer de
una visión ideológica propia y hasta se ufana de esa posición, como si
esta fuera inexorablemente la más acertada.
La recurrente profecía del "fin de las ideologías", es solo un ardid
diseñado por una dirigencia política mezquina que quiere tener las manos
libres para hacer y deshacer a su antojo. Si tuvieran que fijar posturas
públicamente, que brinden indicios acerca de su pensamiento, eso los
obligaría a actuar en consecuencia. Es por eso que prefieren este vacío
categórico, este ámbito completamente versátil, al que decidieron
bautizar como "pragmatismo".

Esa teoría sostiene que no es indispensable aferrarse a doctrinas y que
las decisiones políticas deben tomarse según lo que convenga en cada
momento. Ese esquema es muy cómodo para hacer lo que sea, en un sentido
o en el exactamente opuesto, siempre según los circunstanciales
intereses de la casta política, con parámetros tan volátiles como inmorales.

Para que esa perspectiva se imponga como razonable, y al mismo tiempo
otorgue cierta sensatez a su accionar, esos políticos e intelectuales,
se han ocupado de presentar a las ideologías como un dogma, como algo
absolutamente cerrado, que no puede ser debatido de modo alguno.

Si aceptaran que es solo un conjunto de visiones que se sustenta sobre
ciertos mínimos principios, su tesis difamadora, su estrategia
detractora no tendría tantos adeptos. Para convencer a todos sobre la
importancia del pragmatismo precisan oponerse a meros dogmas que no
admiten discusión.

Una ideología no es más que un sistema de ideas, que con cierto orden,
está regido por profundas convicciones que conforman su columna
vertebral. Esas premisas se nutren siempre de valores elevados que son
compatibles con la visión individual. Pero su flexibilidad es un
ingrediente fundamental, porque las situaciones cotidianas ponen a
prueba esa matriz de prioridades y obligan a reordenarlas frente a cada
eventualidad.

La dinámica contemporánea que plantea este vaciamiento premeditado de
las ideas, en la política y en la sociedad, ha dado nacimiento a un
grupo de partidos cuyos proyectos son una enorme incógnita. Eso explica
la convivencia en un mismo espacio partidario de personajes tan
antagónicos que defienden concepciones diametralmente opuestas. La
experiencia reciente muestra a muchos gobernantes de idéntico partido
que derogan lo creado por ellos mismos hace no tanto tiempo atrás.

Ese pretendido atributo no es más que una de las causas centrales de
tanto desvarío que llevaron al diseño de relatos retorcidos y de una
propaganda que solo aspira a engañar a la sociedad para edificar un
poder eterno.

Es tiempo de que los ciudadanos se animen a cuestionar ciertas falsas
consignas y falacias establecidas. La sociedad tiene el deber de
replantearse casi todo, para verificar si no ha caído ingenuamente en la
trampa que le propone la política actual, esa a la que solo le interesa
el poder y que siente una enorme incomodidad en el mundo de las ideas
porque eso la empuja a una labor integral en armonía con un itinerario
básicamente consistente.

Los ciudadanos pretenden soluciones concretas, pero al no tener un
sistema de ideas seleccionado previamente, cualquier camino les parece
interesante, simpático y tentador. Y deambula entonces la comunidad,
transitando de un lado a otro sin satisfacer sus anheladas demandas.

Como en la vida misma. Primero se deben escoger los valores que se
desean preservar, para luego recién recorrer el sendero predilecto. No
se puede avanzar, peregrinando sin trayectoria definida, como en un
laberinto infinito, sin encontrar el norte, sin un faro que muestre la
luz, sin brújula.

Una ideología es como un mapa. No conduce por sí mismo a ninguna parte,
pero se constituye en una guía fundamental, en un orientador vital, en
una referencia imprescindible, para saber si lo que se viene haciendo se
encuentra en sintonía con los valores esenciales que se predican a diario.

Cuando en los asuntos personales se deben resolver dilemas, se opta de
acuerdo a los valores que han sido sostenidos en el tiempo. Y si, por
alguna razón, se toman caminos que colisionan con esos paradigmas, mas
tarde o más temprano, esas determinaciones hacen demasiado ruido. Es
allí desde donde se pueden hacer replanteos y hasta las correcciones del
caso, lo que incluye muchas veces el arrepentimiento y las inevitables
disculpas.

La política no tiene porque ser diferente. Las sociedades deben primero
identificar un sistema de ideas, una escala de valores explicitada, para
luego alinearse con esa mirada, exigiendo a los políticos de turno, que
solo deberían ser meros representantes, implementadores de esas
resoluciones.

Por fastidioso que le resulte a muchos, es hora de tener definiciones
más concretas. Si se espera que la política sea la proveedora de los
cambios, la herramienta primordial para lograr las transformaciones que
la sociedad pretende, primero habrá que definir rumbos y eso implica
tomar decisiones.

Tal vez Séneca tenía razón cuando decía, en aquella cita que se le
atribuye, que "Ningún viento será bueno para quien no sabe a qué puerto
se encamina". Esta frase describe como un retrato cruel a esta sociedad
abúlica, intelectualmente perezosa, cívicamente apática, que no está
dispuesta a la autocrítica oportuna y adecuada sobre su proceder
cotidiano, ni tampoco se encuentra preparada para asumir su elevada
cuota de responsabilidad respecto de lo que sucede.

Lo que hoy se vive, no es más que la esperable consecuencia de una
modalidad que ha sido deliberadamente elegida por la sociedad.
Desentenderse de lo que ocurre no parece ser la mejor receta. Este
presente no es más que el efecto predecible de una actitud premeditada.
Es solo el fruto del vacío ideológico.

Source: El fruto del vacío ideológico - Misceláneas de Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/552b9e0c3a682e0e38a33cd6#.VSu3O_mUc3Q

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