Tuesday, April 7, 2015

De qué pueblo habla la oposición?

¿De qué pueblo habla la oposición?
La idea instintiva de que por alivio del embargo bajen pasajes de avión,
tarifas telefónicas y envíos de mercancía sobrepuja cualquier mensaje de
libertad
Arnaldo M. Fernández, Broward | 06/04/2015 1:55 pm

El "mensaje de unidad" que opositores viajeros a Panamá llevan a uno de
los foros paralelos de la Cumbre de las Américas profiere también el
último grito de la moda de presentar proyectos y más proyectos de leyes
sin conexión parlamentaria viable.
El Proyecto Varela se presentó primero a la Asamblea Nacional y se
relanzó en Madrid; la falacia de concreción fuera de lugar es ahora más
aberrante: el "mensaje de unidad" viene convoyado con sendas propuestas
de nueva ley electoral y de ley de asociación y partidos políticos, que
se lanzan en foro internacional con sede extranjera sin haberse
presentado al parlamento nacional.
La clave de semejante aberración estriba en que los proponentes, con
muchas ínfulas de legisladores y poco apoyo de masas, no han conseguido
el respaldo de al menos diez mil electores ni siquiera de la manera
desatinada de recoger firmas al bulto. Así y todo, estos opositores
vocean que representan a la sociedad civil "interlocutora válida del
pueblo cubano". No aciertan ni a embarajar bien su paradójica situación
política.
El pueblo de Cuba
El 7 de abril de 1957, a pesar del aguacero, 250 mil cubanos
respondieron al llamado "A Palacio por Cuba" y fueron con carteles de
"Tenemos fe en Batista" o "Por Batista, antes, ahora y siempre" en
desagravio por el asalto del 13 de marzo. Al aguacero natural precedió
otro cultural: una lluvia de afectos batistianos que desató la sociedad
civil —desde la Asociación Nacional de Hacendados hasta el Consejo de
Veteranos— para rebajar a los asaltantes al Palacio Presidencial a mero
grupúsculo de "malos cubanos".
El 8 de enero de 1959, "el mar humano [corría] desde más allá de El
Cotorro hasta Palacio y después hasta Columbia. Y en todos los pechos,
el mismo entusiasmo; en todos los labios un nombre: ¡Fidel!" (Bohemia,
11 de enero de 1959, p. 92). A este tsunami siguió otro de afectos
fidelistas prodigados por la sociedad civil. Al Primer Fórum Nacional de
la Reforma Agraria irían, en el verano de 1959, hasta las asociaciones
de hacendados, colonos, ganaderos e industriales afectados por ella.
Quiénes salieron a las calles para respaldar a Batista, ¿pasaron en 21
meses a dar su apoyo a Castro, o eran centenares de miles de personas
diferentes? La solución al acertijo es que el pueblo cubano, a sabiendas
de ser usado cual comodín por todas y cada una de las banderías
políticas, reacciona ya solo cuando alguna de ellas se perfila
nítidamente como ganadora. De ahí que la situación política de la
oposición sea sumamente paradójica: no tiene buena parte del pueblo a su
favor, porque no se perfila siquiera como serio rival del gobierno, pero
como tal rival puede perfilarse ya solo si tuviere a su favor buena
parte del pueblo.
Filosofía cubiche de la vida
Jorge Mañach (1898-1961) sudó en vano la camiseta para dar a imprenta su
Filosofía de la vida y otros ensayos (Editorial Lex, 1951). El erudito
Ignacio de Loyola Rodríguez-Scull (1911-70) había sentado ya, en Lo
dicen todos: la vida es un sueño (RCA, 1947), la matriz filosófica de
ese fenómeno histórico denominado nación cubana: "Que todo es mentira,
que nada es verdad; hay que vivir el momento feliz, porque la vida es un
sueño y todo se va".
Así, la idea instintiva de que, por alivio del embargo, bajen los
precios del pasaje por avión, las tarifas telefónicas y los costos de
envíos de mercancía y otras cosas, sobrepuja cualquier mensaje de
libertad y democracia que la oposición o el exilio difundan, incluso por
memoria flash.
Si los actores políticos de la oposición siguen arrogándose al pueblo de
Cuba como objeto de redención, pero no atinan a conseguir su apoyo,
proseguirán como actores del teatro del absurdo que se desfoga en
adhesiones (o disensos) y tánganas (o performances) irrelevantes para
ese pueblo que, como la propia oposición, no se guía por ideales, sino
por intereses y conveniencias.
Cuentos fríos
Al posarse ahora de paso en Panamá, los líderes opositores sin masas
descongelan más o menos el mismo cuento que los exiliados refrigeran
hace más de medio siglo: llegó la hora de marchar unidos hacia la
democracia sin dar tregua a la dictadura. Siempre que las peripecias de
la realidad vienen a desmentirlos, echan la culpa a la Seguridad del
Estado o al presidente americano traidor de turno, sin tocar al pueblo
que intentan redimir.
La oposición no tiene idea de cómo lograr apoyo dentro, pero el gobierno
castrista sí tiene idea clara de cómo revirar hasta el Congreso de EEUU
contra el embargo: esperar al cortocircuito entre el sentido común y la
ineficacia de las inversiones en la transición a la democracia en Cuba.
El exilio se electrocutará por haber cifrado esperanzas en una oposición
interna con respaldo afuera, en vez de contener a tiempo la disidencia
pro castrista dentro de EEUU con apoyo dentro de EEUU. El fiasco de
Bahía de Cochinos se repetirá entonces, como ya se columbra, junto al
río Potomac.
Para eso el castrismo tiene "su pueblo": la masa de inmigrantes cubanos
que se avecindan sin parar en EEUU con matrices culturales castristas y,
antes que por la libertad y democracia allá, prefieren abogar por la
industria pro castrista de viajes, llamadas y envíos para ayudar a sus
familiares a ir tirando. No hay nada inmoral en eso. El mismísimo Padre
de la Patria anotó el 5 de octubre de 1873: "Yo pensé morir por Cuba sin
abandonarla, pero si ella me abandona, ¿no tengo entonces derecho a
mirar por mí y mi familia?".[1]
El problema no radica en que la gente se vaya de Cuba, en vez de
enfrentar al castrismo, sino en que la gente que se queda para
enfrentarlo, por mucho valor que derrochen, no tienen pueblo ni ejercen
praxis política, sino mediática, hoy con tamborito panameño y mañana con
la música que aparezca, sin acabar de entender "que no se puede guiar a
un pueblo contra el alma que lo mueve, o sin ella".[2]
[1] Carlos Manuel de Céspedes, El diario perdido, La Habana: Ciencias
Sociales, 1994, p. 113.
[2] José Martí, "Carta inconclusa a Manuel Mercado", Dos Ríos, 18 de
mayo de 1895.

Source: ¿De qué pueblo habla la oposición? - Artículos - Opinión - Cuba
Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/de-que-pueblo-habla-la-oposicion-322427

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