Monday, April 13, 2015

Cubavisión, el lobo y la censura

Cubavisión, el lobo y la censura
Cubavisión obligado canal de la Cumbre de Panamá, mostró y dejó escuchar
a las brigadas castristas gritando sus consignas, y por breves
instantes, dejó entrever, en silencio, a los disidentes pacíficos.
¡Bravo! Esas involuntarias concesiones, marcan la diferencia. Reafirman
quién es el lobo
lunes, abril 13, 2015 | Víctor Ariel González

LA HABANA, Cuba. — La prerrogativa para disponer de los medios estatales
a su antojo, ha llevado al gobierno cubano a convertir por estos días el
principal canal de la televisión nacional en "el canal de la Cumbre".
Representa una oportunidad de lujo para constatar el tipo de propaganda
que los cubanos deben consumir cuando no les queda más remedio.

La cobertura periodística es casi constante, si bien a menudo se pierde
la precaria conexión satelital que mantienen "nuestros enviados
especiales" con su cuartel general del Instituto Nacional de Radio y
Televisión. Ni siquiera la comunicación se pudo cuadrar bien, pero eso
no resulta extraño en un país donde internet constituye un lujo que se
consume como el caviar, es decir, sólo unos pocos se pueden permitir
apenas una probada.

Las transmisiones aparecen llenas de consignas arcaicas, a veces en vivo
y en directo. Se ve además la actitud amenazadora, usualmente histérica,
de los grupúsculos oficialistas cuya tarea de choque es boicotear todo
evento donde compartan la lista de invitados con los opositores cubanos.
Quienes defienden al régimen de esa forma se han demostrado alérgicos al
diálogo, una lamentable incapacidad congénita de los totalitarismos.

La mañana de este viernes, la televisión cubana acompañó a las brigadas
castristas que han protagonizado tantos eventos violentos en esta
cumbre, para montar otro de sus números de circo en un hotel de la
capital istmeña. Las cámaras se dispusieron especialmente para filmar a
los gritones pro-revolucionarios enarbolando pancartas a todo color
–¿cuánto habrá costado producirlas y quién las pagó?– donde se leían los
típicos mensajes de reafirmación ideológica. Era la reproducción de un
acto de repudio, un poco más colorido que de costumbre para la ocasión.

Del otro lado, se pudieron ver frugalmente los rostros de algunos
opositores cubanos que, demostrando su tremendo valor y tolerancia,
permanecieron con sus propios carteles también en alto, defendiendo sus
ideas pero sin agredir a nadie, sin aspavientos, sin groserías. A
diferencia de los que portaban las turbas que tenían enfrente, los suyos
eran mensajes escritos apresuradamente, con palabras muy concretas a
plumón negro sobre papel blanco.

Podía adivinarse que decían "democracia" o "libertad", pero poco se
podía leer en concreto pues "el canal de la cumbre" cambiaba de toma con
una sospechosa rapidez. La televisión cubana había editado la grabación,
difuminando además el contenido de los carteles de los opositores. Es la
misma censura que se pone a palabras obscenas, porque para el gobierno
cubano parece no haber nada más ofensivo que un reclamo de verdaderas
libertad y democracia. No aquellas que supuestamente se deberían
agradecer a la "revolución" como si fueran milagros recientes, sino la
libertad y la democracia que por tanto tiempo han estado reclamando los
disidentes, ahora reunidos en Panamá bajo el mismo techo que los
oficialistas por mucho que a estos últimos les pese.

Se trata de los mensajes que "el canal de la cumbre" no quiere que se
vean, contra los que sí pueden verse. La manipulación mediática pura y
dura. ¿Cómo explicarle a los cubanos del lado de acá que unos
"terroristas" y "mercenarios" reclamen valores que todo el mundo
identifica como positivos? Lo que deben ver los cubanos de la Isla, en
cambio, son las consignas de siempre, que gracias a las nuevas
tecnologías lo único que tienen de diferente ahora son los hashtags delante.

Sin embargo, los brevísimos instantes que han durado los rostros
disidentes en las pantallas y sus carteles mal censurados han servido
para algo. Precisamente para darle cara a una oposición compuesta por
individuos normales; no por los monstruos que la oficialidad quiere
hacer creer y que no muestra sino muy de tarde en tarde. Y, por otra
parte, ni siquiera el borrado de los carteles disidentes se hizo del
todo bien: al final siempre se pudo ver algo, y esas pequeñas e
involuntarias concesiones pueden marcar una diferencia en la reacción
del público.

Source: Cubavisión, el lobo y la censura | Cubanet -
http://www.cubanet.org/opiniones/el-lobo-escapa-a-la-censura/

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