Thursday, March 5, 2015

Una respuesta a Castro

Una respuesta a Castro
JORGE OLIVERA CASTILLO | La Habana | 5 Mar 2015 - 9:30 am.

El autor, condenado a 18 años de prisión en la primavera de 2003,
responde a Castro sobre las condiciones de las cárceles cubanas.

Me he tomado la licencia de apropiarme de algunos planteamientos
revelados por Fidel Castro durante su encuentro con los cinco espías
publicado en la prensa oficial.

Los calificativos del otrora invencible dictador me sirven para ilustrar
otras perspectivas ajenas a la falsedad y el tremendismo.

El ex gobernante no ha tenido reparos en denostar la situación de las
prisiones estadounidenses en cuanto a la falta de higiene, además de
arremeter contra la profesionalidad y transparencia de los jurados que
legitimaron las respectivas condenas.

No creo que los agentes de inteligencia cubanos cogidos infraganti en
1998, tuvieron la desdicha de "respirar el aire húmedo, maloliente y
repugnante de los sótanos de una prisión yanqui", tal y como afirmó
Castro, durante los años que estuvieron internados.

Por las anécdotas que escuché durante mi estancia dentro en la prisión
de Guantánamo, de parte de cubanos que pasaron varios años en cárceles
norteamericanas por cometer graves delitos comunes, tengo que poner en
dudas las aseveraciones del exlíder comunista.

Jamás los exconvictos en EEUU expusieron maltratos o condiciones
infrahumanas. Al contrario, hacían énfasis en las enormes diferencias
entre aquel encierro en tierras del Tío Sam y el que padecían en ese
momento en territorio cubano.

Entre los detalles que más resaltaban en los diálogos que sosteníamos a
menudo, estaban la pulcritud y la alimentación balanceada, dos aspectos
olvidados en el Combinado provincial de Guantánamo y en Agüica, las
prisiones que conocí durante mis dos años de cautiverio.

En esas prisiones, y a pesar de lo que opine Castro, nunca pude hacer
mis necesidades fisiológicas en un inodoro.

En el lugar donde debería haber una pieza de esas características se
encontraba un pequeño orificio a ras del suelo que se tapaba con un
trozo de cartón como único recurso para atenuar la fetidez.

Respecto a lo que ingería en el almuerzo y en la comida, ni hablar. El
arroz con gusanos, los caldos de cuero de res y un engrudo negruzco que
eufemísticamente llamaban "pasta alimenticia", era lo que se repartía a
diario.

El derecho a comer un poco mejor estaba restringido a dos veces al mes.
Para saciar la sed y bañarse, solo había agua fangosa. Con el aseo, las
toallas tomaban un color carmelita intenso y los estómagos se anegaban
de parásitos.

La lista de menoscabos es lo suficientemente larga para que sea
imposible plasmarla en este texto.

Fueron nueve meses en celdas de aislamiento, sin una mesa ni una silla,
y en compañía de enjambres de mosquitos y roedores. El resto del tiempo
en prisión fue junto a criminales comunes y reos con serios desajustes
mentales.

Antes de concluir, subrayo las desvergüenza de los jueces y el fiscal
que avalaron mi condena a 18 años de privación de libertad por dirigir
una pequeña agencia de prensa independiente.

Sin titubear, entre otras lindezas, alegaron que mis actos atentaban
contra la soberanía nacional.

Al abogado defensor lo vi diez minutos antes de la vista oral. Me dio la
impresión que era un actor limitado a ejercer su rol. Conocía de
antemano su inutilidad como profesional.

Evidentemente, tenía miedo. Nada extraño en esa especie de circo romano
que es la justicia cubana cuando juzga los delitos políticos.

Source: Una respuesta a Castro | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/derechos-humanos/1425544219_13226.html

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