Sunday, March 22, 2015

Lo que debe saber quien hable en nombre de la sociedad civil cubana

Lo que debe saber quien hable en nombre de la sociedad civil cubana
No hay una sola organización de masas en Cuba que no rinda cuentas al
Partido
sábado, marzo 21, 2015 | Alexis Jardines

MIAMI, Florida- La noción moderna de sociedad civil surge en los
trabajos del liberalismo de los siglos XVII y XVIII y, muy
particularmente, gracias a autores como Hobbes (por lo que le toca de
liberal y no de absolutista) Locke y Ferguson.

Más adelante, filósofos como Kant y Fichte harían sus aportes en este
punto, pero fue Hegel quien desarrollo el concepto. Dada la peculiar
complejidad del pensamiento hegeliano parece una insensatez desarrollar
su concepción aquí, en lo que no es más que una nota urgente con fines
prácticos.

Baste señalar que este filósofo considera a la sociedad civil un momento
del desarrollo del concepto de Estado. Así, la familia sería lo
universal abstracto (tesis), la sociedad civil lo particular (antítesis)
y el Estado lo universal concreto (síntesis). Este momento de lo
particular ─la sociedad civil─ tiene a su vez sus tres instancias a
través de las cuales realiza su propia dialéctica: 1. la esfera de las
necesidades (el mercado); 2. la administración de la justicia (el cuerpo
jurídico); 3. la policía y las corporaciones, refiriéndose estas últimas
a asociaciones voluntarias. Lo que vale la pena destacar aquí es que
todo el conocimiento anterior acerca del concepto de sociedad civil
Hegel lo sintetiza en los tres momentos antes enumerados, de donde se
sigue que el concepto encuentra también una justificación en la
historia. ¿Es válida esta relación de dependencia entre sociedad civil y
Estado? Desafortunadamente sí. Ya Hobbes, Kant y Fichte la habían
fertilizado y Hegel no podía ignorarla.

Los marxistas, como es usual, no aportaron nada significativo. Marx
identificó nebulosamente la sociedad civil con las relaciones de
producción, lo que en cierta medida significaba una reducción del
concepto a la primera esfera (sistema de las necesidades) que le asignó
Hegel. Gramsci, por su parte, prefirió reconocer en esa amalgama
reduccionista al Estado. Para el marxista italiano el Estado absorbe a
la sociedad civil, cosa que no ocurre en Hegel, pero sí en la concepción
totalitaria de Mussolini que posteriormente copiara Fidel Castro:
"Dentro del Estado todo; nada fuera del Estado, nada contra el Estado".
No hay que olvidar que, para Hegel, la sociedad civil es el momento de
la diferencia y del antagonismo presente en la dialéctica del concepto
de Estado. Luego, la aniquilación de la sociedad civil por parte del
Estado es una tesis totalitaria que no encuentra justificación en la
concepción hegeliana. Quien no entiende la dinámica de lo que Hegel
llama "el movimiento lógico del concepto" no puede entender lo que este
filósofo propone en sus textos.

¿Qué es, en definitiva, la sociedad civil?

Así las cosas, la sociedad civil tendrá que definirse por oposición al
Estado. Y esto fue justo lo que ocurrió tras las aportaciones hegelianas:

La sociedad civil será poco a poco, frente al Estado, ese momento de
libertad, entendida como independencia de los individuos con respecto al
Estado y con respecto a los demás individuos, que se manifiesta en la
libertad de conciencia, de culto, de expresión, de asociación, de
reunión, de desplazamiento, de propiedad. La espontaneidad va a ser la
marca de la sociedad civil hasta nuestros días, frente a la coacción
que ejerce el Estado; una espontaneidad que tendrá como resultante
─entre otras cosas─ el pluralismo, ya que en cuanto las personas puedan
tomar sus opciones espontáneamente y no desde centros que planifiquen
sus acciones, el pluralismo es inevitable.[i]

Y conste que he citado a una autoridad en el tema. En esencia, podemos
decir que la sociedad civil es ese sector de la sociedad no sometido a
la coerción del Estado y, por lo tanto, un verdadero espacio de libertad
en que la esfera política y la esfera civil quedan plenamente
delimitadas. La abrumadora mayoría de los investigadores del tema, según
atestigua la Dra. Cortina, contrapone la sociedad civil al Estado y
pudiéramos considerar como satisfactoria la definición de la citada
autora, en lo que al contenido del concepto se refiere, toda vez que
respeta la tradición y el conocimiento acumulado hasta nuestros días
sobre el particular: "A mi juicio ─nos dice─ el contenido de la
sociedad civil vendría constituido por las organizaciones e
instituciones del mundo económico, por las asociaciones voluntarias
(comunidades adscriptivas y voluntarias, asociaciones cívicas) y por la
esfera de la opinión pública".[ii]

Sociedad civil revolucionaria

Buena parte de la confusión reinante en filosofía política acerca del
concepto de sociedad civil quedaría aclarada si se tuviera en cuenta que
el origen de la sociedad civil es moderno y liberal. Nada hay que hacer,
pues, hurgando en los trabajos de Aristóteles en los que el concepto de
lo político y lo civil no están diferenciados todavía, como corresponde
a una forma de organización social típicamente griega antigua (polis).
Para Aristóteles la sociedad civil (el espacio social civil) no es
diferenciable de la sociedad política (Koinonia politike).

Sin embargo, en el contexto cubano la confusión gira en torno a los
conceptos de sociedad civil revolucionaria y sociedad civil
independiente, entendiendo por esta última la conformada por la
oposición interna y, por la primera, la controlada por el Estado. ¿Cuál
de estas dos concepciones podríamos considerar legítima? Para que haya
sociedad civil se necesitan ciudadanos autónomos y que puedan vivir en
un ambiente libre y plural. ¿Garantiza esto el gobierno cubano?

Como he venido destacando en textos y presentaciones anteriores el
gobierno cubano está enfrascado en una campaña cuyo objetivo es el
secuestro de la sociedad civil por parte de las organizaciones
revolucionarias de masas y por las llamadas organizaciones no
gubernamentales. Tal movida es teóricamente respaldada, por parte de los
ideólogos del castrismo, con una noción marxista de sociedad civil que
hunde sus raíces en A. Gramsci y que, como hemos visto, carece de
legitimación lógica e histórica. El argumento más reciente, proveniente
del asesor del General-presidente, Abel Prieto, va dirigido a negar el
control del Estado cubano en la sociedad civil. Pero si por sociedad
civil entienden Castro y sus aliados e ideólogos la suma de la las
organizaciones revolucionarias de masas con el agrego de las llamadas
ONGs, es difícil estar de acuerdo con semejante criterio.

El sistema cubano, de matriz estalinista, derivó de una tradición
totalitaria en la que el Partido somete al Estado y al gobierno. No hay
una sola organización de masas en Cuba que no rinda cuentas al Partido;
no hay una sola ONG que no esté controlada de una manera u otra por el
gobierno-Partido. Ninguna de las organizaciones antes mencionadas es
resultado de una asociación voluntaria y, hasta hoy, todas carecen de
autonomía, como también los individuos que las integran. Prueba de ello
es que estas organizaciones (que no asociaciones) no se pueden crear y
deshacer a voluntad de sus miembros. Quizá, lo que le falta por entender
a Abel Prieto es que ciertamente no es el Estado el que controla todo en
Cuba, pero si el Partido.

De cualquier manera, lo que necesitamos saber concretamente aquí es si
el Estado-Partido controla o no a la sociedad civil y de eso no cabe la
menor duda: más que controlarla cabría decir, incluso, que la fabrica.
En estos días 300 miembros de 170 organizaciones revolucionarias ─que
por decreto conformarían la sociedad civil─ están recibiendo
gratuitamente entrenamiento teórico-ideológico de la mano del
Estado-gobierno con el propósito expreso de viajar a la Cumbre de Panamá
a apoyar las medidas y objetivos estratégicos del propio
Estado-Partido-Gobierno. Todo ello queda evidenciado por la naturaleza
de las propuestas que esta delegación, gubernamentalmente patrocinada,
está obligada a presentar en ese Foro de la sociedad civil de la VII
Cumbre de las Américas.

Sociedad civil independiente

En condiciones de democracia, hablar de sociedad civil independiente
resulta una tautología, habida cuenta que la sociedad civil, por
definición, es ese espacio independiente del Estado. Sin embargo, en
condiciones de totalitarismo la sociedad civil, también por definición,
no existe. Un sistema totalitario, ante todo, es aquel que invade el
espacio de la sociedad civil, lo conquista y destruye sus estructuras.
De ciudadanos (cives), los individuos son rebajados a la condición de
súbditos, mientras la libertad ─en tanto valor supremo de la comunidad
cívica─ es remplazada por la lealtad (a la Revolución, en nuestro caso).
A nivel simbólico el proceso en Cuba fue muy elocuente: de Plaza Cívica
a Plaza de la Revolución.

Semejante proceso de despojo se extiende también a la familia y a las
conciencias de los individuos, sobre todo en el período de
afianzamiento totalitario, cuando ninguna institución cívica queda en
pie y hasta la propia religión contempla impotente el saqueo del mercado
de las almas por el Partido único. En una situación semejante, la
sociedad civil solo puede renacer con el impulso contestatario y
disidente. Si esta semilla se malogra el futuro de la democracia se
compromete.

En suma, la sociedad civil independiente no es un espacio político, ya
sea por el solo hecho que en Cuba la oposición política no está
legalizada y la disidencia no está estructurada en partidos políticos.
Sin embargo, el adjetivo independiente indica que esta insipiente
sociedad civil se define por diferencia y oposición al Estado
revolucionario. De manera que es ella la que tiene legitimidad en esta
puja con las organizaciones de masas revolucionarias ─que violan, todas,
los principios de la autonomía, libertad, voluntariedad, espontaneidad e
independencia─ por el concepto de sociedad civil.

Lo que no puede olvidar un disidente es que no es solo la disidencia la
que conforma la sociedad civil, sino también ─y más bien─ el entramado
de proyectos independientes de todo tipo que se va expandiendo cada día
por el territorio nacional y que se ubica en ese espacio que queda entre
el Estado y sus caricaturescas organizaciones de masas, las mal llamadas
ONGs y la propia actividad de la igualmente mal llamada oposición
interna.

[i] Adela Cortina: "Sociedad Civil", en: 10 palabras clave en filosofía
política, Ed. Verbo Divino, Navarra, 1988, p.p. 359-360

[ii] Ibídem, p. 379.

Source: Lo que debe saber quien hable en nombre de la sociedad civil
cubana | Cubanet -
http://www.cubanet.org/colaboradores/lo-que-debe-saber-quien-hable-en-nombre-de-la-sociedad-civil-cubana/

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