Saturday, March 7, 2015

La música cubana espera otro Ry Cooder

La música cubana espera otro Ry Cooder
En los 90, el estadounidense salvó de la miseria a legendarios músicos
cubanos con Buena Vista Social Club
jueves, marzo 5, 2015 | Ernesto Pérez Chang

LA HABANA, Cuba — Como en cualquier otro país, dedicarse a la música no
siempre garantiza un futuro próspero, sin embargo, en Cuba, donde son
pocas las opciones para evadir la miseria, el oficio del músico suele
ser visto como una alternativa de escape. Después de los dirigentes de
primer nivel, son los músicos quienes más viajan al exterior y quienes
mejor viven.

Ocupar un cargo en el gobierno es casi imposible, de modo que es muy
frecuente escuchar a los padres aconsejar a los hijos que estudien un
instrumento musical para que en el futuro puedan integrar una agrupación
y marcharse del país, si no definitivamente, al menos con regularidad,
es decir, el tiempo suficiente para guardar distancia de una realidad
opresiva.

En consecuencia, las escuelas de música, tanto las estatales como las
particulares (muchas de ellas clandestinas) no dan abasto. Según Armando
Alpízar, exprofesor de un conservatorio de La Habana y actualmente
"músico callejero", las escuelas funcionan muy por encima de la
capacidad de matrícula, lo que provoca un exceso de graduados que no
hallarán lugar donde ejercer la profesión cuando culminen los estudios:

"Todos los años se gradúan miles de muchachos que no encuentran trabajo.
La gente piensa que es salir de las escuelas y comenzar a ganar dinero
en una orquesta que viaja por el mundo todo el tiempo. Y no es así, la
realidad es más dura. Yo siempre se lo explicaba a mis alumnos que
venían con esos humos en la cabeza. Tener una orquesta es una inversión
mucho más grande que abrir una paladar [restaurante]. En la televisión
ponen esos videos donde los cantantes exhiben un nivel de vida altísimo
en un país que te dicen que es Cuba pero que para nada tiene que ver con
el país que vivimos tú, yo y millones de infelices más.

Los músicos de El Malecón

El destino de muchos músicos, algunos de ellos buenísimos, es este de
andar por las calles detrás de los turistas o dar clases privadas, pero
eso solo da para el día a día. Acuérdate del Buena Vista Social Club, la
mayoría de ellos estaban olvidados y eran verdaderas lumbreras. ¿Cómo
vivía Ibrahím Ferrer? ¿Y Rubén González? Daba pena […]. Dar clases
privadas tampoco rinde mucho porque no les puedes cobrar exageradamente
a muchachos que tú sabes bien que la están pasando peor que tú. Si a
veces acepto dar clases es porque no puedo negarme, ¿tú me entiendes?"

Tal como asegura Armando Alpízar, el destino de la mayoría de los
jóvenes graduados de música es ejercer de manera independiente en las
calles o, como afirma Dairon ―músico callejero en sus tiempos libres
pero, oficialmente, integrante de una banda de música municipal―,
"aceptar sacrificarte" en una casa de cultura donde el salario no rebasa
los 10 dólares mensuales:

"Aquí en el malecón siempre se hace algo pero tienes que pinchar duro,
desde por la mañana hasta la madrugada. Llevo en esto desde antes de
graduarme, hace como 6 años. Siempre he querido tocar en una buena
orquesta o hacer la mía pero cuando me gradué me di cuenta de que no es
tan fácil para quienes no tienen padrinos en el mundo de la música.
Tengo la esperanza de que alguien me descubra. […] Me enviaron para la
banda de música de 10 de Octubre. Tenía que cumplir el servicio social.
Para empezar, no tenía ni instrumento, yo mismo tuve que comprar el mío
[trompeta]. Protesté, pero después me dio pena con el director porque
supe que a todos los músicos les había pasado lo mismo que a mí, y que
incluso el propio director había tenido que pagar de su dinero las cañas
de otros instrumentos, los muelles, todas las piezas de los instrumentos
rotos, todo, hasta los atriles los tuvo que mandar a hacer a un herrero
amigo suyo, las sillas también. Y te digo de su dinero porque el salario
no le alcanza. […]

Un director gana solo 200 pesos [8 dólares] al mes, y yo, como era
recién graduado, solo ganaba 150 pesos [6 dólares]. Eso sin contar que
cuando vamos a los parques a tocar, tenemos que hacer una ponina
[colecta] entre todos para pagar el transporte porque nadie nos da nada.
Todo lo hacemos por amor al arte. El gobierno municipal dice que ese no
es problema suyo, que los carros que tiene son para recoger la basura,
sin embargo, cuando hay un acto político, enseguida nos mandan una
guagua [ómnibus] y aparece todo. Pero después del acto nos quitan los
instrumentos y tenemos que regresar con los destartalados".

Músicos graduados o mendigos

Alex, otro joven integrante de una banda de música municipal, compara su
oficio con el de un mendigo:

"Es como si nos hubiésemos graduado de mendigos. A mí me da pena. Los
fines de semana tocamos en los parques de aquí del centro de La Habana
porque siempre pasan los turistas y nos dan propinas. Después la
repartimos entre todos y es algo más por encima del salario, que no
alcanza para nada. Antes tocábamos en el Parque de La Lisa o en el
Cotorro o en la Plaza Roja de La Víbora, pero allí gastábamos más en
llevar los instrumentos y comprar agua y comida para el trayecto que lo
que recibíamos al mes. Después descubrimos que aquí en la Habana Vieja
se resuelve más. Siempre está el extranjero que pasa y le caíste bien y
te deja algo. Pero eso aquí y donde sea es mendigar. Yo no estudié para
eso. Se supone que esto es el socialismo y que solo en el capitalismo
los músicos andan pidiendo limosnas en las calles, en el metro".

Incluso para los músicos con larga trayectoria en el panorama cultural
de la isla, la situación no es muy diferente. Originarios de Santiago de
Cuba y exintegrantes de varias agrupaciones locales, Rita y Pepe
decidieron abandonar su provincia para probar fortuna en el malecón
habanero junto a otros cientos de músicos que no encuentran otro modo de
lograr el sustento:

"No hay más. Es esto o morirse porque yo no tengo pensión. Y eso que
llevo más de 40 años en la música pero me dicen que nunca fui evaluada
como profesional. Si no vengo todos los días no como […]. En la música
lo que hay es que tener suerte o nacer de pie, y yo nunca tuve nada de
eso. Como están las cosas, me moriré pobre pero al menos hago algo para
seguir viva", nos dice Rita.

Por su parte, Pepe asegura que el suyo no es un oficio para nada
lucrativo: "A veces se gana pero, otras, los extranjeros se paran a
escuchar, se tiran una foto pero no dejan nada. Uno pasa horas al sol,
caminando de un lugar a otro, a veces por un dólar al día, porque la
gente te deja un peso, tres pesos [menos de 10 centavos de dólar]. Pero,
para que veas, hay veces que nos han dejado hasta 10 dólares pero eso
no es todos los días. […] Allá en Santiago se gana menos y ahora la cosa
está peor que antes, por eso vine para acá. Pero La Habana no me gusta
ni un poquito. Ganas más, pero también gastas más".

Lejos del paraíso musical que aparenta ser, la Cuba posterior a 1959
siempre ha sido un verdadero infierno para ejercer el oficio de la
música. El cierre de cabarets, centros nocturnos y programas de
televisión y radio, la prohibición de espectáculos, el retiro
obligatorio de artistas y la censura por razones ideológicas y hasta de
índole personal, ha caracterizado el paisaje musical cubano de los
últimos 50 años.

A finales de los años 90 el cineasta alemán Win Wenders y el guitarrista
norteamericano Ry Cooder, con el proyecto Buena Vista Social Club,
dieron cuenta del grado de miseria en que vivían excelentes músicos,
desamparados por las instituciones culturales cubanas. Lejos de cambiar,
la realidad ha empeorado tanto para los artistas reconocidos como para
quienes comienzan. El nuevo modelo económico cubano, enfocado en la
desesperada búsqueda de capital foráneo, hasta el momento se ha mostrado
incapaz de observar y mucho menos resolver lo que ocurre en nuestro
espacio insular. Confiemos, entonces, en que no muy tarde aparezcan
otros Ry Cooder.

Source: La música cubana espera otro Ry Cooder | Cubanet -
http://www.cubanet.org/destacados/la-musica-cubana-espera-otro-ry-cooder/

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