Tuesday, March 10, 2015

El 'loco' del ómnibus

El 'loco' del ómnibus
JORGE OLIVERA CASTILLO | La Habana | 10 Mar 2015 - 10:33 am.

Un joven ventila sus críticas al régimen y nadie se solidariza. El
castrismo aún mantiene su capacidad disuasiva.

Hace unos días, una señora me relataba los pormenores de un hecho que
refuerza las tesis sobre la imposibilidad de que pueda articularse en
cualquier sitio del territorio cubano un movimiento efectivo de
desobediencia civil.

Escuchar que en el interior de un ómnibus capitalino abarrotado un joven
aireaba sus críticas antigubernamentales —donde incluía fragmentos de su
experiencia personal tras haber estado en la cárcel por su accionar
contestatario—, mientras nadie se atrevía a brindarle un mínimo de
solidaridad, al menos explícitamente, define una actitud generalizada y
a todas luces irreversible bajo el prisma de la represión y el miedo.

Tal vez el fin del sujeto que despachaba invectivas a diestra y
siniestra contra el sistema, haciendo énfasis en sus tragedias, era la
articulación de un ambiente propicio para que el resto de los pasajeros
rompieran las barreras del temor y se sumaran a la protesta.

A menudo se tiende a subestimar la capacidad disuasiva del régimen. No
son pocos los que piensan que es factible la construcción de escenarios
contestatarios a partir de los niveles de descontento social que existen
hoy día en el país.

La realidad confirma que las actitudes de casi todos los cubanos ante el
universo de penurias y la permanente violación a sus derechos
elementales por parte de la policía política tienen muy poco que ver con
la decisión de asumir los riesgos de hacer públicas sus reprobaciones,
bien sean en un vehículo estatal o en medio de la calle.

Callar sus insatisfacciones o detallarlas en un círculo de confianza es
el denominador común. Las posturas antagónicas a este modo de enfrentar
las difíciles circunstancias siguen siendo excepcionales.

Hasta el momento, ninguna estrategia ha podido romper la inercia de una
población que eligió las máscaras y los disfraces como paliativos a un
entorno marcadamente hostil a las disensiones políticas o ideológicas.

La indiferencia y el abandono inmediato del lugar son las actitudes que
suelen derivarse de esos acontecimientos de denuncia que solo sirven
como anécdotas para contar en los vecindarios.

Quizás en el futuro las cosas sean diferentes, pero sin pretensiones de
aguafiestas, esa posibilidad no está al doblar de la esquina.

Es cierto que Ghandi y Martin Luther King tuvieron éxito en la
masificación de las protestas no violentas en aras de alcanzar sus
objetivos.

Habría que fijarse en el contexto geográfico, histórico y cultural en
que se desarrollaron ambos sucesos, las determinaciones de la
geopolítica y el tipo de régimen al que se enfrentaron, entre otras
consideraciones básicas para acercarse a una respuesta convincente. Con
Stalin y Hitler eran nulas las probabilidades de que sucediera algo
parecido.

La dictadura encabezada desde 2006 por Raúl Castro pudo construir y
perfeccionar los blindajes necesarios para su supervivencia.

Con 56 años en el poder, el castrismo aun puede lidiar con la repulsa de
la mayoría sin afectaciones de consideración en lo que a gobernabilidad
se refiere.

El desenlace del caso expuesto como ejemplo en este artículo, ilustra lo
fallido del intento en catalizar las insatisfacciones populares mediante
esos procedimientos.

La terminante orden de apearse por parte del chofer fue secundada por el
resto de los presentes. Algunos, "en su infinita bondad", alegaron la
necesidad de una urgente atención psiquiátrica para el joven que tuvo
que abandonar el ómnibus antes de llegar a su destino.

Source: El 'loco' del ómnibus | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/derechos-humanos/1425980018_13315.html

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