Monday, December 8, 2014

Una bofetada a la democracia

Una bofetada a la democracia
12/07/2014 2:00 PM 12/07/2014 7:00 PM

La invitación oficial del gobierno panameño, para que Cuba participe en
la Cumbre de las Américas, va más allá de una muestra palpable de la
pérdida de influencia de Estados Unidos en la región. Eso se sabe desde
hace años. Tampoco se limita a ser un ejemplo de lo sencillo que les
resulta a muchos países latinoamericanos el utilizar el caso cubano para
dictar cátedra de independencia frente a Washington. Es, ante todo, una
bofetada a la democracia.

Sacar a relucir un argumento moral en política conlleva a estas alturas
apostar al fracaso. A la hora de decidir su participación, el presidente
Barack Obama tendrá en cuenta otras consideraciones, como cualquier
mandatario mundial, y de momento el argumento más decisivo para declinar
su participación tiene nombre y apellido: Alan Gross.

Es posible que antes del evento la situación del contratista preso en
Cuba se defina de alguna manera. Sólo cabe esperar que de forma
satisfactoria, porque de lo contrario —es decir, que ocurra su
fallecimiento o un grave deterioro de salud física o mental— casi se
puede dar por descontado que Obama no irá.

Pero incluso si se asume un final feliz para esta situación, con la
salida de Gross de la isla, poco cambiaría desde la óptica que debe ser
determinante a la hora de asumir una decisión, por parte del gobierno
estadounidense: el gobierno cubano no tiene el menor interés de iniciar
reformas democráticas, no hay nada que indique una disminución del
mecanismo represivo y el uso del terror para mantenerse en el poder
continúa siendo su instrumento preferido. De ahí que considerar que en
las circunstancias actuales en pocos meses va a producirse un cambio
notable al respecto es demostrar demasiado optimismo o mala fe.

Lo que sí está demostrado, más allá de cualquier duda posible, es que ha
producido un cambio de enfoque, por oportunismo político, conveniencia
económica y hasta desidia, que ha desviado lo que debería ser un acoso
al régimen de La Habana en una presión sobre la Casa Blanca.

Porque el argumento de que lo más adecuado es sentar a Cuba junto a
gobiernos electos —más o menos democráticos algunos de ellos, pero con
espacios, estructuras económicas y de poder distintas a las imperantes
en la isla— como la vía más adecuada para impulsar cambios políticos que
La Habana no tiene ninguna intención de acometer no solo es irrisorio
sino nocivo: lo único que se busca por esa vía es legitimar una dictadura.

Esto resulta más paradójico aún si se tiene en cuenta que este foro
nació por iniciativa de EEUU para discutir acciones concertadas en el
continente por parte de los gobiernos democráticos.

Así que si Obama va a Panamá y también lo hace el gobernante Raúl
Castro, bajo las condiciones que actualmente existen en Cuba, no haría
más que destruir lo que otro mandatario demócrata —Bill Clinton— creó. Y
eso, por supuesto, no tiene nada que ver con la necesaria transformación
que requiere la política estadounidense hacia Cuba. Eso es sencillamente
un retroceso.

Para añadir burla al escarnio, habría que recordar que la primera Cumbre
de las Américas se realizó en Miami, en diciembre de 1994.

De hecho la burla ha comenzado, al ser Cuba uno de los primeros países
en recibir la invitación al evento que tendrá lugar entre el 19 y 11 de
abril.

Se sabe que la participación de Castro cuenta con el apoyo de muchos
países latinoamericanos y el silencio cómplice de otros. Y por supuesto
también que el reclamo cuenta también con el apoyo de voces influyentes
en este país.

Además del caso de Gross, hay un problema clave para la asistencia de
Obama a la reunión, En los términos actuales de la política de EEUU
hacia la isla, el presidente estadounidense no puede asistir a la Cumbre
de Panamá. Por un hecho sencillo: no puede sentarse en la misma mesa en
que esté el representante de un país que esta nación considera apoya el
terrorismo internacional.

Pero si la salida de Cuba de dicha lista es una premisa, no constituye,
ni mucho menos, una solución. Si bien se puede argumentar que la lista
se ha convertido más en un pretexto que en un objetivo, y cuestionarse
el papel de Washington para confeccionar tal listado, ello no convierte
al gobierno cubano en una democracia.

Y es este el punto primordial: la falta de democracia. Un requerimiento
que figura en las normas de participación. Si EEUU se hace partícipe de
la aberración que significa darle carta de reconocimiento a un régimen
militar —que acudiría al encuentro no para recibir lecciones sobre los
derechos humanos sino para imponerse—, estaría despojando de valor la cita.

La política es la vía para intentar la solución de conflictos de forma
práctica, pero no se debe reducir a un ejercicio estéril, porque
entonces carece de sentido ejercerla.

Source: Una bofetada a la democracia | El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/alejandro-armengol/article4301946.html

No comments:

Post a Comment