Monday, December 8, 2014

Soy un demonio que escribe lo que siente

"Soy un demonio que escribe lo que siente"
Entrevistamos a la escritora habanera Wendy Guerra
YOANI SÁNCHEZ, La Habana | Diciembre 08, 2014

Wendy Guerra es una rara avis en un país donde todos buscan adjetivos
concluyentes y descripciones extremas. Actriz, escritora, bloguera y
habanera hasta los tuétanos, destaca siempre. En la pantalla televisiva,
la recordaremos; en las páginas de un libro, su escritura nos tocará
para siempre.

Hoy hablamos sobre su obra literaria y esa obsesión temática y vital que
ha sido Cuba para ella.

Pregunta. El libro Posar desnuda en La Habana sorprende al lector por la
lograda simbiosis entre la voz de Anaïs Nin y tu propia voz. ¿Cuál es el
proceso creativo para lograr ese efecto?

Respuesta. En primer lugar, te doy las gracias por iniciar este
intercambio con una pregunta de índole literaria.

Todo está en el lenguaje. Cada uno de los perfumes que destila este
libro está poderosamente guiado por su voz y es el propio uso de sus
giros, del carácter discursivo de la autora, quien lo hace destilar y
robustecerse. Pasé doce largos años investigando las fibras cubanas de
Anaïs Nin. Obtuve varias becas en Francia y Estados Unidos para
encontrar indicios sobre la huella cubana de la autora. Fue el
departamento de Special Collections de UCLA el que me dio la oportunidad
de leer sus diarios sin expurgar para escudriñar los orígenes insulares
de Anaïs.

Los acentos perdidos y recobrados, los dolores endémicos, su matrimonio
en la Finca La Generala, su relación con la sacarocracia cubana, su
profundo desarraigo y díscola manera de cabalgar junto a su padre, el
pianista cubano Joaquín Nin Castellanos. Su relación con su hermano, el
compositor e intérprete Joaquín Nin Culmell. Su madre, la cantante
lírica cubana Rosa Culmell, el duro exilio que la llevó del lujo a la
pobreza, del dolor a la euforia..., todo ello resultó el clima perfecto
para abordar la escritura de Posar desnuda en La Habana. Lo que vino en
adelante trataba de un profundo respeto por completar sus palabras con
las mías.

Recordemos que el Diario Cubano tiene muy pocas páginas y mi delirio
siempre fue escribir un apócrifo; conjeturas literarias de lo que
hubiese sucedido entonces.

Padre-Cuba-Diario para ambas fueron, son y serán un asunto tan íntimo
como universal.

P. ¿En qué nuevo proyecto literario trabajas ahora?

R. Estoy escribiendo una novela sobre el miedo. La sensación de
persecución que tenemos muchos cubanos, el pánico de que nos graben las
conversaciones, de ser observados, registrados, acosados. Esa psicosis
viaja con nosotros. La espía del Arte (título de trabajo) tendrá
aproximadamente 100 páginas. Una pieza breve llena de neurosis y sentido
del humor, el espectáculo humano-cubano al descubierto, lo que ha
quedado de nosotros tras la larga observación, la exhibición obligatoria.

Algunos de mis amigos en el exilio piensan que soy la espía del arte
cubano y que al regresar a Cuba traslado sus secretos, los entrego entre
informes o delaciones. En Cuba, por el contrario, piensan que algo me
guardo, que algo planeo; sospechan de esas largas visitas al exilio y
creen que soy cabecilla de algo o la punta de lanza de alguien. ¿Quién
soy? Un demonio que escribe lo que siente, confía en sus impresiones,
logra traducirlas y ahí radica su peligro. Escribir o decir lo que uno
piensa no está de moda.

El otro proyecto en puerta es la investigación sobre Ana Mendieta. Ana
ha sido mi inspiración literaria y personal, ahora se inicia mi camino a
su misterio. Será largo, gastaré cada uno de mis ahorros en encontrarla,
pero... ¿acaso no es eso la literatura, abrir cada una de las puertas
lacradas para encontrar la propia?

P. Muchos te recordamos por tu actuación en varias series y programas
televisivos. ¿Debemos resignarnos a no ver más esa faceta tuya?

R. Vicente Revuelta fue la persona que hizo visibles todas mis
aptitudes. Sin él nunca hubiese visto mi capacidad para interpretar que,
por demás, considero limitada. Cada cosa que hice en televisión venía de
un camino que ya él había trazado como un tatuaje en mi intelecto. Ese
ciclo fue muy importante porque, para mí, escribir es encarnar y gracias
a este ensayo respeto el carácter y el sentido de la interpretación...
pero, no, no me sentía feliz como actriz, es en la literatura donde
estudiar y crecer me hace mejor, me libera y define.

Vicente supo que Andrea Sarti (Galileo Galilei) podía repetir los textos
y dilatarlos. Yo fui esa actriz que discutía por dentro cada uno de los
parlamentos y de las determinaciones dramatúrgicas. Yo fui la actriz que
logró escribir y dictar su propio personaje.

No a todos los cubanos les ha sido posible ser persona, la mayoría nos
hemos convertido en personajes para ganar esta larga carrera de resistencia.

P. Desde el punto de vista editorial has vivido los extremos. Desde
galardones como el premio de la Editorial Bruguera y el premio Carbet
des Lycéens 2009, hasta la poca atención a tu obra que le han brindado
las editoriales cubanas. ¿Qué crees que te falta por experimentar?

R. Quiero editar en Cuba todo lo que se ha traducido o editado fuera de
ella. Quiero traer la mejor literatura de mi generación a mi patria, los
cubanos son excelentes lectores y merecen poder actualizar y alimentar
esa avidez por la lectura. Quiero seguir fluyendo con todos mis editores
y que Cuba me acompañe en este proceso. Quiero que me ocurra esto que le
ocurre a Leonardo Padura. Siempre que sale su libro en Francia o en
España, seguidamente el lector cubano tiene la oportunidad de leerlo en
su tierra. Los premios son el vehículo de darte a conocer en el mundo,
ser editado en tu patria es el modo de confrontar la naturaleza de lo
que haces y eres.

P. Padeciste un incidente de censura en el Festival Santa Cruz de las
Letras de Bolivia. ¿Fue una sorpresa o pudiste prever algo?

R. Parecería una situación lejana pero todo esto es tan reconocible para
nosotros que hasta podemos tararearlo como una canción rusa que habla de
la nieve en medio de una playa cubana. Imagino que en este momento
quienes impidieron mi presentación tendrán razones para pactar y aceptar
la censura, o para hacer silencio y bajar la cabeza. Lo extraño es
pensar que algo que una mujer como yo diga en público pueda
desequilibrar o afectar un sistema como ese... ¿tan frágil es?

P. El título de una de tus novelas es muy revelador de la situación
cubana. Todos se van, dice la portada, y muchos nos preguntamos ¿Por qué
Wendy Guerra no se va de este país?

R. Cuando vi la versión llevada al cine de esta novela, dirigida por el
director colombiano Sergio Cabrera, supe que esta no era una historia
propia. Es una historia de ficción que se me fue de las manos y
pertenece por entero a las personas que, como yo, sufrieron al Estado
como un verdugo-intruso instalado al centro de la relación afectiva con
lo más sagrado: la familia. La novela habla de las deserciones del alma,
no solo se toca el desgarrador éxodo geográfico, estamos hablando de la
fuga de los afectos en nombre de una consigna o de una responsabilidad
política.

Yo no quiero ir a restaurar un espacio foráneo del que no me siento
parte. En mi caso particular, deseo sentir que cada una de mis ideas,
pataletas o batallas van a nutrir la restauración afectiva y humana de
niñas como yo, que hemos llegado a la madurez sin poder explicarnos por
qué nos abandonaron a cambio de una castrante y falsa felicidad
colectiva. Ese lugar donde el ser humano deja de importar para
convertirse en cifras.

Si no me he marchado es porque pienso que las heridas, antes de ser
curadas, deben ser nombradas, asumidas desde el escenario del dolor.
Algún día, cuando todos regresen, me iré a un pueblo del otro lado del
mundo a aprender a escribir diarios a distancia.

Source: "Soy un demonio que escribe lo que siente" -
http://www.14ymedio.com/entrevista/Entrevista-Wendy-Guerra_0_1684631521.html

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