Thursday, November 13, 2014

Cojeando... ¿hasta el éxito?

Cojeando... ¿hasta el éxito?
YUSIMÍ RODRÍGUEZ LÓPEZ | La Habana | 13 Nov 2014 - 6:13 am.

Alfredo Núñez Elías, impedido físico, espera por un sitio adecuado para
vivir. Creador de un producto cosmético novedoso, espera por la
burocracia para comenzar a producirlo.

Hace cuatro años, cuando lo entrevisté por primera vez, mi respuesta a
esa pregunta habría sido rotundamente afirmativa. Alfredo Núñez Elías es
impedido físico, una de sus piernas le fue amputada debido a una
enfermedad congénita. Esto no le ha impedido valerse por sí mismo,
mantener su cuerpo en gran forma, recorrer las calles de La Habana en
bicicleta y limpiar la escalera del edificio donde vivía en Centro
Habana, como el resto de sus vecinos.

Su talento, que abarca el diseño y confección de ropas, la repostería y
la peluquería, le ha permitido crear un producto novedoso para desrizar
el cabello, cuya calidad lo coloca en el segundo lugar a nivel
internacional, y ayudaría a sustituir importaciones en Cuba.

En aquella entrevista, Alfredo estaba convencido de que pronto estaría
produciendo su producto a gran escala, bajo la firma Núñez Elías, y
disfrutando una prosperidad económica que le permitiría salir del
pequeño apartamento en el edificio en mal estado de la calle Sitios
(Centro Habana), que había sufrido derrumbes parciales.

Desde febrero del 2012 vives en un albergue. De tu firma solo existe el
nombre.

Cómo ves, tengo bastante espacio, más que en la calle Sitios, pero el
baño está fuera del condominio, a quince metros.

¿Y si necesitas usarlo de madrugada?

Uso un cubo. La cocina está dentro…

¿Del local?

Del condominio, a más de 10 metros. En mi condición de impedido debo
caminar esa distancia con una olla de presión en la mano. Es un poco
peligroso. Pero es lo que la vida me depara en estos momentos, Dios no
deja de ponerme pruebas. Eso es vivir, además es vivir en mi país.

Pero ahora, en comparación con dos años atrás, puedes sentirte casi
afortunado.

En realidad, cuando salí de no fue para vivir en un albergue, sino en
una casa que me habían asignado. Mi llegada aquí es una historia larga.

Debido a los derrumbes que ocurrieron en Centro Habana y causaron
muertes, entre finales de 2010 y principios de 2011, el Gobierno decidió
que había que parar aquello y realmente se ha esforzado para que las
cosas se resuelvan de manera favorable al afectado. El edificio donde
vivíamos había sufrido derrumbes parciales y se declaró inhabitable. Se
decidió entonces albergarnos.

Yo aceptaba esa condición, pero fui a la oficina provincial de
Albergamiento para determinar mi condición de impedido, y pedí que no me
llevaran a lugares tan alejados del centro de la ciudad. Supe que hay un
albergue en Mantilla, de nueva creación, con condiciones para impedidos
físicos, pero está muy lejos. Mi sustento depende de mi clientela de la
peluquería, casi toda en esta zona.

La subdirectora de entonces me dijo que no podría ser en Centro Habana,
pero al menos aquí en Santos Suárez. Se me asignó un apartamento en
Estrada Palma 61.

Disculpa, estamos en Estrada Palma 201.

Exacto. Estrada Palma 61 es un edificio de apartamentos, a unas cuadras
de aquí. Esa era la dirección escrita en el documento que me dieron y la
que tenía el chofer que me trajo con mis cosas. ¿Qué pasó? Cuando íbamos
llegando, las tres especialistas dijeron al chofer que la dirección de
su hoja de ruta era un error, que la correcta era aquí.

¿Lo de Estrada Palma 61 no habría realmente sido un error?

Posteriormente, se determinó en una investigación del Ministerio del
Interior, que hubo fraude.

Cuando me trajeron aquí, me ubicaron en un cuarto de cuatro por cuatro,
en altos, sin cocina ni baño dentro, donde mis cosas no cabían. Ahí
estuve alrededor de un año, a la espera de un local con mejores
condiciones, intenté entrevistarme con Ana María Nápoles Aldama,
directora provincial de la Unidad Provincial de Atención a Comunidades
de Tránsito (UPAC), y nunca logré un despacho con ella. Envié cartas al
Consejo de Estado (existe constancia de todo este proceso por escrito)
sobre el hecho de que me hubiesen traído aquí y no al apartamento asignado.

Hay un local en bajos, detrás del condominio, con mejores condiciones de
espacio, baño y cocina que era un pantry, que debía vaciarse y yo fui al
gobierno en Centro Habana, municipio de donde procedo, para ver si
existía la posibilidad de que yo lo ocupara. Cuando pasó casi un año sin
solución para mi problema, decidí meterme en el local por mi cuenta. De
esto di constancia y de alguna manera se me mantuvo ahí, aunque no tenía
papeles.

Una funcionaria del Consejo de Estado, a donde dirigí mis cartas,
consideró que había invadido un local del mismo condominio con mejores
condiciones para mi limitación y que era algo temporal mientras mi
problema se solucionaba. El gobierno municipal de aquí de Diez de
Octubre no aceptaba que yo, siendo de Centro Habana, estuviese aquí en
condiciones mejoradas, cuando ellos tenían otros albergados a los que
acondicionar.

Lo entiendo, pero no tenían en cuenta mi condición de impedido y mis
otros planteamientos sobre mi trabajo. El director de la UMIC (Unidad
Municipal de Comunidades de Tránsito), Alejandro Álvarez Jiménez, me
extrajo de ese local con seis policías. La funcionaria Migdalia dela
Caridad Izquierdo me dijo en forma muy descompuesta que dónde estaban
mis papeles, y que si no los tenía tenía que irme. Me cargaron y me
llevaron de regreso al cuarto original, sin espacio, baño ni cocina.

Volví a escribir al Consejo de Estado y me sentí muy satisfecho cuando
escuché en la televisión a nuestro presidente Raúl Castro decir: "Basta
ya de no buscarnos problemas por el cumplimiento de nuestros deberes".

¿Cómo se relaciona esa frase de Raúl Castro con tu problema?

Cuando volví a intentar ver a la compañera Ana María, y por fin,
conseguí un despacho con ella, me dijo que iban a investigar todo lo que
yo estaba planteando en mis cartas al Consejo de Estado. En el siguiente
despacho me dijo que, efectivamente, hubo un fraude respecto al
apartamento que me habían asignado originalmente.

¿Qué se hizo para revertir ese fraude?

Se intentó mejorar mi situación. Ella me dijo que se estaba terminando
un apartamento en San Leonardo entre Diez de Octubre y Rabí, y que fuese
a verlo. Aunque era un biplanta y debía subir unas escaleritas, que no
eran muchas, las condiciones eran bastante buenas; tenía un cuartico de
tres por tres y uno de cuatro por cuatro, cocina, baño y una pequeña
área para lavar.

Está cerca de la esquina de Toyo, que es bastante céntrico. Por supuesto
dije que el apartamento me interesaba, pero la compañera Ana María dijo
que yo soy un núcleo de una sola persona.

Supongo que preferían usar el apartamento para solucionar el problema de
una familia más numerosa.

¿Entonces para qué me hizo ir a verlo? Allí hay un cuarto de cuatro por
cuatro y uno de tres por tres. En realidad, un cuarto y medio. Volví a
escribir al Consejo de Estado, y finalmente me resolvieron este espacio
dentro del condominio, en bajos. La persona que lo ocupaba no permanecía
el tiempo requerido en el albergue, y lo extrajeron. Entonces me lo
cedieron a mí.

¿Pero qué pasó con el apartamento de Estrada Palma 61, quién lo tiene,
qué se ha hecho?

No he tenido respuesta. Pero no insistí. Ya me habían asignado este
espacio y estuve pensando que en estos momentos se terminan las
edificaciones donde se entregarán apartamentos a personas que llevan más
de 30 años albergadas.

¿Cuántos llevas tú?

Casi tres.

Entonces, te estás preparando para unos 20 años aquí.

Pienso que no. Aunque puedo hacer muchas cosas, tengo una limitación y
espero tener prioridad. ¿Cuándo voy a tener dentro, la cocina y el baño,
que tanto necesito?

Espero que no sean más de cinco años, se están priorizando algunas
personas que llevan ese tiempo. En las condiciones de este local, puedo
esperar. Los apartamentos que asignarán ahora, a quienes aguardan hace
más de 30 años, están en La Lisa. Espero que no me envíen tan lejos.

Como ves, debo prepararme para ser bien fuerte. El éxito del que
hablamos la otra vez parece haberse alejado, pero sé que está ahí.

Creo que podrías salir mucho antes de este albergue si lograras empezar
la producción de tu línea de productos para el cabello, de manera
industrial. Creo que obtendrías suficiente dinero para comprarte, al
menos, un apartamento pequeño.

El laboratorio donde se producirá mi producto ya existe, y se llama
Núñez Elías, pero lo que se produce en estos momentos es la línea de
productos Hada, que son básicamente ungüentos, medicina floral y esas
cosas; lo lleva mi representante.

No hemos podido empezar a producir mis productos porque, a pesar de ser
reconocidos como cooperativa no agropecuaria (una de las primeras en el
país) no nos ha sido otorgada la personalidad jurídica para adquirir al
por mayor la materia prima para mi producto.

Hablo de vaselinas, de aceite de oliva que es extremadamente caro, y
debemos comprar el de mayor calidad, porque el producto que fue evaluado
y catalogado como segundo a nivel mundial, tenía ingredientes de primera
calidad. Además, en estos momentos no cuento con lanolina, por ejemplo.

Para producir mi producto a nivel industrial, necesito tener garantizada
toda la materia prima. El hecho de comprarlas a los precios que se
venden en el mercado encarece muchísimo el producto y muchas personas no
pueden costearlo.

Nuestro presidente Raúl Castro ha hablado en varias ocasiones de la
necesidad de sustituir importaciones en el país y mi producto permitiría
hacerlo. Además, yo también estaría contribuyendo mediante el pago de
impuestos.

Un gran producto en ciernes

Mientras entrevisto a Alfredo Núñez Elías, llega una amiga y cliente
suya a comprar la brillantina sólida que Alfredo también produce. El
precio (1 CUC la onza) me deja sin aliento.

"Y no es la de mayor calidad", explica Alfredo, sin ocultarlo a su
clienta, que además llevaba semanas esperando para comprarla.

Pero él no puede venderla más barato, debido al costo de los ingredientes.

Alfredo me muestra emails impresos de hoteles (Melia Cayo Santa María,
Sandals Royal Hicacos, Sol Cayo Largo) que han solicitado su producto
para comercializarlo. Ha logrado formulaciones para champú color y
acondicionador color. Además, puede impartir clases de peluquería para
la aplicación del producto.

La representante de Alfredo ha enviado cartas a Marino Murillo y otros
funcionarios para que se agilice el otorgamiento de la personalidad
jurídica. Ha recibido respuestas y hay todo un cartapacio de cartas,
según él, pero todo sigue igual. Muchas personas están a la espera de
que empiece a producirse la línea de productos Núñez Elías, y sobre todo
él, que ve en ello la posibilidad de prosperar.

Sin embargo, también piensa que sus cartas al Consejo de Estado sobre su
problema de vivienda han dado algún resultado. "Me siento mejorado en mi
condición de albergado", afirma, y confía en que verá una solución
después del 5 de enero.

"Quienes estamos en esta situación estamos escépticos, pero sabemos que
de alguna manera todo está siendo amarrado para que haya una solución",
dice.

Al despedirme, le prometo regresar después del 5 de enero para saber si
de veras se ha solucionado su problema de vivienda.

Source: Cojeando... ¿hasta el éxito? | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1415833991_11241.html

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