Saturday, November 15, 2014

Aquella Habana que sabía reír

Aquella Habana que sabía reír
Benny Moré, Rita Montaner, Guillermo Álvarez Guedes y Candita Quintana:
¡Oh, La Habana de los años 50! ¡Qué ganas de vivir!
viernes, noviembre 14, 2014 | José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba -Tengo ante a mí a Benny Moré arrollando a paso de conga
en fila con Rita Montaner, Guillermo Álvarez Guedes, Mimí Cal y otros
famosos de La Habana en los 50. Con los brazos en cruz, las risas de
oreja a oreja y todo el esqueleto en acción, resulta obvio que están
pasándola de maravilla. Tanto que a pesar de verlos mediante una borrosa
instantánea en blanco y negro, uno se siente contagiado con su alegría.

La foto fue tomada en el año 1954, durante el show "La Calle", en el
Cabaret Montmartre, cuya ubicación, en calle P, esquina a Humboldt, en
el Vedado, ostenta la curiosa peculiaridad de recordarnos juntos los
tres momentos históricos más significativos para la vida de los
habaneros a lo largo de más de medio siglo.

Desde París hasta La Habana pordiosera de hoy, pasando por la meca del
estalinismo en tiempos de los vulgares mega-establecimientos. La simple
mención del Montmartre nos fulmina la mente, recreándonos, en primer
lugar, una idea de lo que pudo ser el esplendor de las noches habaneras
de cabaret, antes de 1959, codo a codo con las mayores luminarias del
espectáculo, tanto nacionales como internacionales: Celia Cruz o Edith
Piaf, Maurice Chevalier o Ernesto Lecuona o Nat King Cole o Agustín
Lara; Olga Guillot o María Félix… Y de seguida, nos remite al
restaurante Moscú, el cual, con todo y sus mesas en estricta hilera, su
bullicio y su ambiente de comedor obrero, ha pasado a ser parte
irremediable de nuestra nostalgia.

Muchos aquí recuerdan todavía al Moscú como el restaurante más grande de
la Isla, otorgando al dato una importancia que tal vez no merezca. Hay
quienes aseguran que es el único sitio en que han comido caviar. En
tanto otros lo guardan agradecidos en su memoria como una plaza idónea
para el intercambio de inquietudes intelectuales o de cualquier otro
tipo; o para la primera cita amorosa, o para la celebración en familia
de fechas u otros acontecimientos de común relevancia.

Lo cierto es que aquella madrugada de los 80, cuando el Moscú encontró
su fin envuelto en llamas, moría por segunda vez allí el símbolo de una
época, al tiempo que el lugar pasaba a simbolizar otra época nueva, que
aún perdura, y sólo Dios sabe hasta cuándo: la etapa de la devastación,
las ruinas, la fealdad y la miseria extrema.

Quien no tenga presente la inutilidad administrativa y la enfermiza
desidia de nuestras autoridades, no hallará explicación al abandono que
ha sufrido, durante más de 30 años, el inmueble donde estuvo el Cabaret
Montmartre y luego el restaurante Moscú, ubicado nada menos que al pie
de La Rampa, céntrica y populosa como pocos sitios de La Habana, y
además muy visitada por el turismo extranjero.

Su único beneficio, en tres décadas y, claro, al margen de la ley, ha
sido el de albergue de perdularios: alcohólicos, vagabundos, inmigrantes
de provincia sin hogar, desahuciados sociales… La entrada principal fue
tapiada por quienes al parecer ignoraron que los pobres huéspedes
accedían (y aún acceden,) al local por su parte trasera, en la calle
Humboldt, desde donde se aprecia vívidamente la atmósfera de morada
fantasma, no apta para inocentes, que ocupa casi una cuadra de largo.

Parte el alma el espectáculo que hoy ofrece el antiguo Cabaret
Montmartre, o el antiguo restaurante Moscú, descascarado, sucio, con los
rezagos ruinosos de aquella entrada en la cual, para que no le falte
sustancia, murió aparatosamente un famoso sicario de la dictadura de
Fulgencio Batista, el coronel Antonio Blanco Rico, acribillado por la
metralla de dos pistoleros del Movimiento 26 de Julio.

¿Lograremos ver la salvación de este museo del discurrir histórico de La
Habana en los últimos cincuenta años? Por lo pronto, una cosa sí
podríamos asegurar, y es que no auguramos la menor posibilidad de
salvación histórica para quienes lo condenaron.

www.plazacontemporaneos.com Su blog en:
http://elvagonamarillo.blogspot.com.es/

José Hugo Fernández
José Hugo Fernández es autor, entre otras obras, de las novelas El clan
de los suicidas, Los crímenes de Aurika, Las mariposas no aletean los
sábados y Parábola de Belén con los Pastores, así como de los libros de
cuentos La isla de los mirlos negros y Yo que fui tranvía del deseo, y
del libro de crónicas Siluetas contra el muro. Reside en La Habana,
donde trabaja como periodista independiente desde el año 1993.

Source: Aquella Habana que sabía reír | Cubanet -
http://www.cubanet.org/destacados/de-paris-a-la-habana-pordiosera/

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