Monday, October 6, 2014

Los mata libros

La mayoría de los cubanos leen poco. Leer un buen libro se ha vuelto un
lujo, Pastores de iglesias evangélicas independientes han denunciado la
quema de Biblias y otros libros religiosos
lunes, octubre 6, 2014 | Luis Cino Álvarez

LA HABANA, Cuba -Recientemente, una periodista del NTV (Noticiero de
Televisión) se espantó al descubrir centenares de libros amontonados en
un almacén de materia prima reciclable, en espera de su turno para ser
convertidos en pulpa. Y no era para menos la consternación de la
periodista: además de decenas de ejemplares del Directorio Telefónico de
La Habana de este mismo año, había libros escolares de varias
asignaturas, de economía, poemarios y novelas, entre ellas, "Crimen y
castigo", de Dostoievsky.

No vaya usted a pensar mal. Todavía no han vuelto a revolucionar la
pedagogía, a nadie en las altas esferas le deben molestar los anuncios
de los cuentapropistas y las Páginas Amarillas del Directorio
Telefónico, ni a Raskolnikov lo confundieron con un disidente de la era
soviética. Nada de eso. En el reportaje, un funcionario de poca monta,
de aspecto lombrosiano, en seca jerga burocrática, explicaba que dichos
libros "ya habían cumplido su ciclo de vida útil", por lo que serían
hechos pulpa para hacer nuevos libros.

A juzgar por la actual política editorial y la pobre oferta existente en
la mayoría de las librerías, compuesta casi toda por burda politiquería
castro-chavista, puede imaginarse el tipo de libros que harán con esa
pulpa. Después que duerman unos años, amontonados entre el polvo de
los anaqueles, sin que alguien les eche siquiera una ojeada, los
volverán a recoger y a convertir en pulpa, y así ad infinitum…

Sucede que en la sociedad cubana se ha impuesto la insensibilidad, la
incultura, la mentalidad de bodegueros… La mayoría de los cubanos leen
poco, porque leer un buen libro también se ha vuelto un lujo.

Unos en busca de qué cocinar, y otros buscando la forma de llenarse los
bolsillos, a muy pocos les duele si hacen pulpa a Dostoievsky o a
Proust, algunas de cuyas obras también son de las que duermen el sueño
eterno en las mesas y los estantes de las librerías.

La barbarie anti-literaria que mostró el NTV no es un fenómeno nuevo.

Pastores de iglesias evangélicas independientes han denunciado la quema
de Biblias y otros libros religiosos decomisados.

En los años 60 y 70 –y no dudo que también en años posteriores – fueron
recogidas y destruidas tiradas enteras de libros que luego de
publicados, los comisarios culturales consideraron que eran
ideológicamente nocivos.

La lista sería larga: Así en la paz como en la guerra, de Guillermo
Cabrera Infante; Fuera del juego, de Heberto Padilla; Los Siete contra
Tebas, de Antón Arrufat; Condenados de Condado, de Norberto Fuentes; el
poemario Lenguaje de mudos, de Delfín Prats; Pasos sobre la hierba, de
Eduardo Heras León, y hasta el mismísimo Paradiso, de Lezama, por aquel
capítulo que revolvía la moralina homofóbica de los comisarios.

Allá por 1988, cuando trabajaba en la Empresa Provincial de
Demoliciones, fui enviado a demoler una nave-almacén en desuso que
estaba en la Vía Blanca, en el límite entre El Cerro y Santos Suárez.
Allí, entre los escombros y la herrumbre, descubrí varios números de la
revista literaria mexicana "El corno emplumado" y decenas de ejemplares
de "Fuera del juego", y de "Los Siete contra Tebas", con aquel infame y
ridículo prólogo-coletilla de los comisarios en que protestaban por los
premios concedidos a dichos "libros contrarrevolucionarios" en un
concurso de la UNEAC en 1968. Todos estaban rasgados al medio y a
algunos les faltaban páginas. Parece que a los mata-libros se les olvidó
recogerlos en aquel cochambroso almacén y allí permanecieron durante
casi 20 años.

Conseguí llevarme algunos ejemplares. Los distribuí entre varios amigos.
La que más los agradeció fue mi buena amiga la poetisa Alicia Elena
Montes de Oca, ya por entonces disidente y hoy en el exilio. Aun
recuerdo cuánto disfrutamos la lectura de los proscritos poemas de
Padilla, sentados en su estera de bambú vietnamita, mientras bebíamos té
ruso y alternábamos los poemas con discos de los Beatles, Serrat y Vivaldi.

Desgraciadamente, el ejemplar que guardé para mí lo presté y nunca me lo
devolvieron. Ojala todavía exista.

Recordé todo esto a propósito del reportaje de la consternada periodista
del NTV.

luicino2012@gmail.com

Source: Los mata libros | Cubanet -
http://www.cubanet.org/opiniones/los-mata-libros/

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