Friday, October 3, 2014

Deseos Taínos

Deseos Taínos
Yosvani Anzardo
3 de octubre de 2014

San Germán, Cuba – www.PayoLibre.com – El deseo es como un espíritu
salvaje, difícil de domar, y como el fénix, una vez muerto siempre
renace con más fuerza.

Fueron sus deseos el origen del destino que sobrevino sobre la bella
india taína Aipirí, quien solo quería areitos y risas todas las noches,
de esa forma abandonaba a sus dos hijos pequeños en el bohío o incluso a
la entrada de la cueva.

Mabuya, calificado como genio del mal por los indios que nunca entendían
su proceder, molesto por los lloros de los niños durante la noche,
decidió convertirlos en arbusto, pues de cualquier forma estaban los
niños tan indefensos como una planta de ají, pero sintió un poco de
lastima, entonces para darles protección, los transformó en plantas de
Guao, para que ni hombres ni animales pudieran acercarse sin ser
envenenados.

A la bella Aipirí la convirtió en una mariposa negra y nocturna llamada
Tatagua.

Aipirí convertida en Tatagua no dejó de desear y por eso entra hoy en
las casas de las personas pidiendo que lleguen visitas para iniciar la
fiesta, y vuela de noche porque son sus horas de celebrar.

Mabuya dio refugio a los espíritus de los Taínos escondiéndolos en el
interior de las Ceibas, por eso, en ocasiones cuando un caminante pasa
de noche cerca de una Ceiba, un indio le sale al paso pidiéndole que
cumpla un deseo que él no pudo cumplir en vida antes de morir.

Y es en este punto donde comienzan las historias.

Año 2014: Rolando sale de su casa en la zona conocida como Aguas Verdes.
Su andar es lento, pues el camino fangoso por las lluvias recientes hace
difícil el caminar. Rolando es un guajiro a quien le robaron su único
caballo y va a pagar el rescate de 2000 pesos exigidos por los ladrones
para recuperarlo.

Durante años el guajiro Rolando estuvo pasando cerca de la vieja Ceiba a
la orilla del riachuelo. Pero esa noche le salió un indio al paso.
Rolando sin pensarlo ni decir palabra le partió para arriba con el
machete en la mano.

El indio sin inmutarse, tranquilamente le dijo.

—Calma hombre, si sólo vengo a ayudar.

—¿Tú robaste mi caballo?

—Yo no monto caballo. Pero sé quien robó el tuyo y donde está. Incluso
te lo podría asustar para que vuelva solo a la corraleta.

—¿Que quieres a cambio y de paso dime por qué estas en ropa de matar de
vaca?

—Primero la bestia, vuelve a tú bohío y espera —respondió el indio.

Esa noche regresó el caballo de Rolando, y con él un compromiso moral
con aquel indio medio en cueros, que aunque el guajiro no lo sepa, se
paga en deseos.

Source: PayoLibre.com - Cuba - -
http://payolibre.com/articulos/articulos2.php?id=6126

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