Monday, October 27, 2014

Derechos humanos y disidencia viajera

ALEJANDRO ARMENGOL: Derechos humanos y disidencia viajera
10/26/2014 8:00 PM 10/26/2014 10:23 PM

El 14 de enero del 2013 los cubanos amanecieron con una nueva ley
migratoria. A partir de entonces, nos hemos acostumbrado a las fotos en
que aparecen disidentes y periodistas independientes ante las cámaras,
visitando países y participando en conferencias internacionales. ¿Cuáles
son los resultados en favor de la democracia en la isla tras un año y
algo más de nueve meses de entrada en vigor de estas medidas, si nos
limitamos al llamado movimiento opositor? Puede decirse que pocos y pobres.

Ante todo es bueno aclarar tres incomprensiones, que siempre salen a
relucir cuando se discute sobre el tema.

La primera es mencionar la represión que sufren quienes se enfrentan al
régimen, y agregar que con eso ya tienen bastante. Por lo tanto, hay que
dejarlos llevar a cabo su trabajo en las difíciles condiciones que
enfrentan. Pero cualquiera que tiene el valor de asumir una labor
política se convierte de inmediato en figura pública, y entre los
riesgos y beneficios que se enfrentan con ese destino está el ser
enjuiciado, por dentro, fuera y desde todos los ángulos.

La segunda es un simplismo: "el enemigo de mi enemigo es mi amigo". Sin
embargo, ni la crítica convierte a quien la hace en enemigo automático
del criticado, ni el cuestionamiento es necesariamente un acto de
enemistad, rechazo y mucho menos hostigamiento. Se puede criticar y
apoyar cuando es necesario.

La tercera sí implica un acto de desprecio: considerar que es muy fácil
criticar desde el exilio cuando otros "se juegan el pellejo". Aquí lo
mejor es limitarse a dos hechos. Uno, que durante una época el simple
hecho de solicitar la salida del país constituía un acto de rebelión, y
si no "el pellejo", uno se jugaba el futuro. El otro, más general, es
que el análisis de una situación no se limita a quienes la padecen, como
tampoco el estar enfermo otorga de por sí el conocimiento para hablar de
la enfermedad.

Así que uno no es menos anticastrista ni le hace el juego al enemigo por
tener una visión crítica sobre la actuación y los resultados de la
oposición en Cuba.

Ese manto de impunidad, con que algunos en el exilio buscan cubrir a la
disidencia, no hace más que perjudicar al mismo movimiento.

Por ello resulta difícil otorgarle algún peso a una declaración
formulada a este mismo periódico por Berta Soler, líder de las Damas de
Blanco, cuando dice que "si nosotros no podemos sentarnos a hablar sobre
una normalización [de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos], mejor
no hacerla, porque si nos excluyen, es como que no somos parte del
pueblo de Cuba''.

Cabe la posibilidad de que la líder opositora estuviera pensando, al
formular tal declaración, en algo parecido a la firma de un nuevo
"Tratado de París", pero en tal caso serían necesarios dos aspectos
básicos antes de formular el reclamo: mambises y guerra, que ahora no
existen. Una cosa es ser parte del pueblo, y otra bien distinta es
representar a ese pueblo.

El ya famoso editorial de The New York Times, en que se pide "reanudar
relaciones diplomáticas" con Cuba y "acabar con un embargo insensato" no
está destinado a poner fin a la Ley Helms-Burton, porque el diario sabe
que de momento eso es imposible, y es precisamente en esa ley donde
entra el aspecto de la falta de democracia en Cuba.

Lo que aparentemente busca el NYT es lograr el establecimiento de nexos
diplomáticos más amplios, aunque lo que realmente busca es ampliar los
viajes. Es decir, que se permita el turismo estadounidense a la isla.

Sus objetivos primordiales son económicos, aunque para ello formula el
transitar la vía diplomática.

"Reanudar relaciones diplomáticas, para lo cual la Casa Blanca no
necesita respaldo del Congreso, le permitiría a Estados Unidos ampliar
áreas de cooperación en las cuales las dos naciones ya trabajan
conjuntamente", como la regulación de los flujos migratorios y las
operaciones marítimas. El NYT no lo especifica, pero detrás de esto lo
que están son los viajes turísticos y el evitar un éxodo masivo.

En este sentido, el reclamo de los derechos humanos tiene poco peso, no
a los efectos morales y éticos, sino de la economía y la política práctica.

El propio diario despacha de un plumazo el problema represivo, al decir
que aunque el gobierno "autoritario" de la isla "sigue acosando a
disidentes", en años recientes "ha liberado a la mayoría de los presos
políticos que llevaban años tras las rejas". Con esto, indirectamente,
deja fuera a las Damas de Blanco de la ecuación.

Aquí es donde la disidencia cubana enfrenta un grave problema. Porque si
determinadas fuerzas están ejerciendo presión sobre la Casa Blanca, no
sobre el Congreso, para lograr un cambio, los opositores tienen poco que
mostrar para contrarrestar esta presión, salvo la última foto en una
capital de Europa.

Source: ALEJANDRO ARMENGOL: Derechos humanos y disidencia viajera | El
Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/alejandro-armengol/article3357094.html

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