Monday, October 13, 2014

Carromero: con licencia para viajar

Carromero: con licencia para viajar
10/12/2014 9:00 PM 10/13/2014 1:05 AM

Desde que se produjo el fallecimiento de Oswaldo Payá y Haroldo Cepero,
aquel 22 de julio del 2012 en Bayamo, Cuba, lo que pudo haber ocurrido
no ha dejado de ser noticia. Y en esa primera línea del desasosiego —con
declaraciones, arrepentimientos y versiones diversas de lo ocurrido—
siempre ha estado un español de rostro pícaro y expediente de conducir
de alocado (creado no por Cuba sino en su país, antes del viaje a la
isla). Ahora ese joven se encuentra de visita en Miami. Por cerca de una
semana Ángel Carromero disfruta de estar en el lugar propicio para
extenderse en sus justificaciones y reclamos.

Carromero es caso cerrado para los gobiernos de Cuba y España: culpable
del accidente automovilístico que causó la muerte de Payá y Cepero. Por
supuesto que el proceso judicial y la condena tuvieron un componente
político esencial, pero tanto La Habana como Madrid prefieren no hablar
de ese aspecto.

De esta forma, durante el juicio no se destacó que los dos jóvenes
políticos europeos que viajaron a Cuba —Carromero y el sueco, Jens Aron
Modig, que salió ileso— llevaron dinero para organizar un grupo opositor
entre los jóvenes. Ni siquiera se mencionó que no se trataba de un viaje
aislado, sino que formaba parte de un esfuerzo que se venía
desarrollando dentro del Partido Popular de España, que otros políticos
españoles habían viajado con anterioridad a Cuba con igual propósito.

Por su parte, Carromero se limitó a recitar el guión que le habían
escrito en la Seguridad del Estado y a los pocos meses estaba en España
y quince días más tarde caminaba libremente por las calles de Madrid.

Resultaba absurdo pensar que la posterior petición de indulto de
Carromero al regreso a su patria iba a prosperar, y que de esta forma se
rompería un pacto entre los gobiernos de Cuba y España. Demasiados
empresarios y turistas españoles visitan la isla, demasiado fácil lograr
que alguno o varios cometieran cualquier "delito". Así que desde el
principio todo no pasó de un acto mediático.

Tras buscar ese indulto imposible, Carromero ha continuado esa especie
de vals sobre las olas donde se mezclan la política de dos naciones, un
libro de redacción infame y narración dudosa y un reclamo justo, pero
que tiene en su figura el peor de los representantes.

Cuesta arriba el congeniar con un individuo involucrado en un accidente
automovilístico que, según el diario español El País, del 3 de agosto de
2012, había perdido su carnet de conducir por "homicidio por conducción
imprudente". Agrega el periódico que se trata de un "delito penado entre
uno y diez años de cárcel, había acumulado 45 multas de tráfico desde
marzo de 2011, tres de ellas por exceso de velocidad, aunque la mayoría
eran infracciones por aparcamiento indebido que no generan la retirada
de puntos. Antes de esa fecha tenía otras sanciones por infracciones más
graves, que dieron paso a la decisión de Tráfico, que le comunicó que le
iba a retirar la licencia".

El reclamo justo es, por supuesto, lograr una investigación
independiente sobre la muerte de Payá y Cepero. Pero ello es más bien
una quimera. También un objetivo, pero no el único.

La denuncia al régimen castrista, el mantener viva la imagen de Payá y
el alboroto político de seguro también han contado —y cuentan— como
objetivos. Nada hay de reprochable en ellos en la lucha contra un
régimen totalitario.

Sin embargo, todo lo relacionado con el denegado indulto —y la querella
presentada por la familia Payá en Madrid contra el gobierno cubano, que
también fue desestimada— no debe impedir ver otro ángulo del mismo
asunto: es cierto que la naturaleza represiva —y asesina cuando ha sido
necesario— del régimen de los hermanos Castro lleva no sólo a sospechar
sino a la creencia de que hubo una persecución y un hostigamiento que,
en última instancia, tuvieron responsabilidad en el aparente accidente
de tránsito. Es más, en general las circunstancias políticas y sociales
en que se vive en Cuba, más allá de lo específico de cualquier caso,
llevan a inculpar al régimen.

Sólo que entonces surge la pregunta: ¿y qué más? Porque el camino arduo,
hostil y casi imposible de lograr una investigación internacional al
respecto, no debe olvidar la otra cara de la realidad cubana, y es que
la muerte del opositor ha tenido poca o ninguna repercusión en la isla,
y que poco o nada a destacar han realizado los miembros de su
organización que aún no han abandonado el país; o en mucho silencio ha
tenido que ser para que no se sepa.

Desplazada de Cuba a Miami la actividad opositora alrededor de Payá,
Carromero ha aprovechado este hecho para promocionar su libro. En misión
editorial en esta ciudad y con permiso para viajar fuera de España,
aunque nadie espera verlo conducir por el Palmetto Expressway.


Source: Carromero: con licencia para viajar | El Nuevo Herald -
http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/alejandro-armengol/article2670140.html

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