Monday, August 11, 2014

Los 80: ¿una década feliz?

Los 80: ¿una década feliz?
Hay nostálgicos de la carne rusa, pero miles morían en Angola y decenas
de miles escapaban por el Mariel
lunes, agosto 11, 2014 | Luis Cino Álvarez

LA HABANA, Cuba -Continuamente escucho a compatriotas que idealizan la
década del 80. Particularmente a comunistas que se desmerengaron por
hambre en el Periodo Especial y a los que ahora les aletea el corazón
gracias al zarévich Putin.

Añoran los tiempos de las becas en Kiev, Kirguizia o Uzbekistán; los
contratos del CAME para trabajar como semi-esclavos en Checoslovaquia o
Alemania Oriental; los relojes Poljot, los radios VEF y Selena, las
lavadoras Aurika, los tocadiscos Akkord y Melodyia, los Moskvich para
los autorizados a comprarlos, el vodka Stolishnaya, los viajes a la URSS
como premios del programa 9550, las latas de carne rusa y coles rellenas
búlgaras, con bastante apio.

También echan de menos los mercados paralelos, los juguetes básicos, no
básicos y dirigidos por la libreta de la tienda; la carne de res que
venía a la carnicería cada nueve días por la libreta de abastecimiento;
la cerveza a 60 centavos, la tienda del Palacio de los Matrimonios, la
vuelta turística a Cuba por 250 pesos o viajar a los países socialistas
por 1500, los zapatos plásticos (no sé si también los hongos en los pies
que causaban, y por ende, el micocilén para curarlos), las camisas
Yumurí, los pantalones Jiquí, las revistas Sputnik y Novedades de Moscú,
el perfume Moscú Rojo…

¿Nos conformábamos entonces con tan poco y tan malo? ¿O es que las
existencias de menesterosos que llevamos hoy nos hacen caer en las
trampas de la memoria?

Hoy que la revolución se vuelve borraja disuelta en el agua de sentina
del capitalismo mercantilista-timbirichero de estado y con Lineamientos,
resulta patético sentir nostalgias anticipadas por las supuestas
bondades de un sistema que no era ni siquiera regular. Solo que parecía
menos malo, porque procuraba guardar la forma y que no fuera tan
evidente la brecha entre los discursos y la realidad. Ahora ni eso… Son
pasmosos esos nostálgicos que lloran los años 80 como un paraíso perdido
–ay, Milton- y no recuerdan que entonces, aunque no existía la dualidad
monetaria, tampoco alcanzaba para mucho el salario, la tenencia de
dólares era un delito que se pagaba con años de cárcel, al igual que
entrar en tratos con extranjeros para que te compraran algo en el
diplomercado.

La universidad era sólo para revolucionarios, y centenares de cubanos
morían o quedaban mutilados en Angola para mayor gloria de los jefazos
que jugaban a la guerra por control remoto desde su bunker habanero.

No se enteraron esos nostálgicos de que se violaban los derechos humanos
y que las cárceles, en condiciones aun más dantescas que hoy –lo que es
mucho decir- estaban llenas de presos políticos.

Muchos intelectuales desmemoriados dicen echar de menos la activa vida
cultural de los 80, los muchos eventos, los debates en el plano
artístico que se distanciaban de la política cultural del Estado.
Olvidaron la suspicacia paranoica del régimen en aquellos años contra
los creadores, a los que no les valió de mucho el empleo de un diluvio
de símbolos, símiles y metáforas. ¿Acaso ya nadie recuerda las
exposiciones clausuradas y cómo terminó Arte Calle? ¿La brutal agresión
de agentes del MININT mal disfrazados de civiles contra un grupo de
intelectuales, entre los que se encontraba la poetisa Carilda Oliver,
reunidos para una lectura de poemas en la Librería El Pensamiento, en
Matanzas, en 1988? ¿Los papeles que le hicieron tragar a la poetisa
María Elena Cruz Varela antes de bajarla a rastras por la escalera del
edificio donde vivía en Alamar para llevársela detenida? ¿Las
arremetidas policiales contra freakies y rockeros? ¿Las brigadas de
respuesta rápida que vigilaban a los asistentes a los cines en que se
proyectaba Alicia en el pueblo de Maravillas, aquella película de Daniel
Díaz Torres que asustó tanto al régimen que faltó poco para que
disolvieran el ICAIC?

Si aquel hubiera sido un tiempo idílico, la embajada de Perú en La
Habana no se hubiera repletado – hasta el tejado y la copa de los
árboles- en solo horas, de personas que huían del Edén revolucionario,
ni varios millares se hubieran ido por el Mariel en cuatro meses,
declarándose gusanos, putas, maricones, delincuentes, antisociales, en
fin, escoria, y cualquier otra cosa que les exigiesen que se declararan.
Todo con tal de escapar. Y eso, a pesar de la barbarie desatada por las
turbas azuzadas por el régimen.

¿Fue feliz una década que se inició con los fascistoides mítines de
repudio del verano de 1980 y concluyó con las purgas en el MININT, los
juicios estalinistas y los fusilamientos de la Causa Uno de junio de 1989?

Se me antoja jugar con el tiempo histórico, y estirar o contraer la
década, como si fuera el fuelle de un melancólico acordeón — ruso,
¡faltaba más!– pero no hay modo: la década empezó mal y terminó peor,
donde quiera que ubiquemos su final.

Así, se pudiese extender hasta 1991, cuando el fin del subsidio
soviético lanzó a Cuba de cabeza a la peor crisis de su historia. O
acortarla y situar su final en 1987, cuando el Comandante emprendió el
camino diametralmente opuesto a la Perestroika en un llamado "proceso de
rectificación de errores y tendencias negativas".

Luego que el Máximo Líder anunció, para desconcierto de todos, "ahora sí
vamos a construir el socialismo", empezaron a vaciarse los mostradores
de las tiendas y los mercados, los salarios alcanzaron menos, porque les
aumentaron las normas a los que trabajaban "vinculados" y "por ajuste",
y la policía la emprendió contra "los macetas", "los merolicos", los
artesanos de la Plaza de la Catedral y "los bandidos de Río Frío" de los
mercados campesinos…Discúlpenme si abuso de los términos, palabrejas y
motes fidelistas de la época, pero ya que estamos nostálgicos…

También pudiese ubicar el final de la década en marzo de 1990, con el
llamamiento del general Raúl Castro al IV Congreso del Partido
Comunista, o más bien, en octubre de 1991, cuando dicho congreso, que
fue justamente lo contrario de lo que se esperaba, defraudó todas las
expectativas de sensatez.

Luego fue el Periodo Especial, que como nunca lo han dado oficialmente
por terminado, se entronca con el actual desbarajuste.

A menudo oigo a muchos fidelistas convencidos quejarse de todo lo que no
pudo ser y culpar al "bloqueo yanqui", a "los errores de los camaradas
soviéticos", a Gorbachov, a los corruptos… Es muy duro dar el brazo a
torcer y reconocer que la vida entera se les fue siguiéndole la rima a
un disparate.

Todo lo que no ha sido es resultante de lo que fue y del modo en que
fue. También en los 80. Nunca escampó. Y aquellas aguas trajeron este
lodazal en que hoy nos revolcamos.

luicino2012@gmail.com

Source: Los 80: ¿una década feliz? | Cubanet -
http://www.cubanet.org/destacados/los-80-una-decada-feliz/

No comments:

Post a Comment