Saturday, August 9, 2014

El agente malo y la agencia buena

USAID, CIA, Sociedad Civil

El agente malo y la agencia buena
Cabe preguntarse si los programas de la USAID tienen estimación,
renombre y autoridad, en lo que se refiere al avance de la democracia en
Cuba. La respuesta es no
Alejandro Armengol, Miami | 09/08/2014 3:15 pm

Mauricio Claver-Carone considera que Fulton Armstrong está detrás de los
reportajes de la Associated Press sobre los programas de USAID en Cuba.
"Por alguna razón, en el caso de Cuba, el apoyo a la sociedad civil
independiente ha disgustado mucho a Armstrong, y ahora a AP" escribe
Claver-Carone en un artículo que reproduce Café Fuerte.
Claver-Carone no entra de detalles, así que uno se queda con las ganas
de saber en que fundamenta este juicio, más bien una acusación.
El director ejecutivo de Cuba Democracy Advocates y editor del sitio
digital Capitol Hill Cubans considera que "la agencia Associated Press
(AP) lanzó el tercer capítulo de su colaboración con el exanalista de la
CIA y exempleado del Senado, Fulton Armstrong, sobre la manera de
desprestigiar a los programas de democracia en Cuba de la Agencia para
el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (USAID)".
Desprestigiar, en español sencillo, es quitar el prestigio, pero cabe
preguntarse si los programas de la USAID tienen estimación, renombre,
buen crédito. ascendiente, influencia y autoridad, en lo que se refiere
al avance de la democracia en Cuba. La respuesta es no.
La USAID no ha negado la existencia de este programa específico, al
igual que en su momento reconoció el intento de creación del "Twitter
cubano" llamado ZunZuneo. También ha reconocido que ambos planes fueron
abortados y que se invirtieron fondos en ello. Es decir, que se botó,
despilfarro o empleó mal dinero de los contribuyentes norteamericanos.
Esto es importante, porque una cosa es que determino grupo o institución
utilice fondos recaudados por particulares para sus fines. Otra muy
distinta es que el dinero de un Estado sea empleado por un gobierno para
determinado objetivo. Una organización privada no tiene que rendir
cuentas de sus acciones, dentro de un marco legal, salvo a sus miembros.
Una agencia estatal sí. Y es precisamente una labor fundamental de la
prensa investigar o dar a conocer lo que hacen las agencias gubernamentales.
La Agencia ha dicho que el programa "no es secreto, ni encubierto", y
que emplea fondos aprobados por el Congreso. La utilización de fondos
aprobados por el Congreso cuenta poco en un razonamiento de este tipo,
porque además de que la aprobación del Congreso a cualquier fondo no es
garantía de su buen uso por parte del gobierno (de lo contrario no
tendrían sentido los procesos de control y contrapeso), también hay que
considerar que una asignación genérica para un programa no es una luz
verde indiscriminada. Por otra parte, si el programa no era ni secreto
ni encubierto —que en realidad lo que quiere decir es que no se trataba
de un plan top secret estilo operaciones encubiertas de la CIA, como
digamos la ejecución de Osama bin Laden— sino apenas "discreto",
entonces cómo se explica el revuelo causado.
Ante todo, hay que dejar en claro dos aspectos fundamentales. Uno es
que, por principio, resulta imposible el establecimiento de una sociedad
civil plena en un sistema totalitario. En este sentido, cualquier plan
para la creación de un proyecto independiente corre el riesgo de ser
declarado subversivo por el régimen, No importa si se trata de un club
de ajedrez o de una asociación de veterinarios. Pero al mismo tiempo esa
realidad no deber impedir el apoyo a los intentos de avanzar en la
construcción de esa sociedad civil, siempre y cuando estos intentos se
originen dentro de la misma sociedad cubana y no sean importados o
programados —algo muy distinto a apoyados— por otro gobierno. Incluso el
asesoramiento, en estos casos, debe estar sujeto a escrutinio.
El otro aspecto fundamental es que el reconocimiento de la existencia de
un sistema totalitario en Cuba nunca puede ser echado a un lado, pero al
mismo tiempo no debe servir de pretexto ni amparo a cualquier plan, por
disparatado que resulta. El confundir la crítica al exilio, el
Departamento de Estado, la CIA, el Congreso y el gobierno estadounidense
—e incluso la propia disidencia— con una actitud de complacencia,
fidelidad o colaboracionismo con el régimen de La Habana es simplemente
la justificación perfecta a la que se recurre, de buena o mala fe,
cuando se quiere amparar u ocultar lo mal hecho.
Así que sacar a relucir lo malo que es el gobierno de Castro, para
intentar parar cualquier denuncia o crítica —en este caso ni siquiera a
la oposición cubana sino a las torpes y fallidas maniobras del gobierno
norteamericano en la búsqueda de una vía para contribuir a la democracia
en Cuba— no es más que recurrir a un viejo recurso típico precisamente
del totalitarismo que se busca o se dice combatir.
No hay necesariamente una actitud proCastro cuando se denuncia el
despilfarro, la ineficiencia y la irresponsabilidad de la USAID. Si La
Habana se aprovecha de estas torpezas, la culpa es de la agencia
estadounidense, no de quienes de lo sacan a la luz pública. (Hay que
añadir aquí que, en otras ocasiones, La Habana ha utilizado en sus
argumentos análisis y artículos de Fulton Armstrong.)
En el ejercicio de encontrar un culpable ajeno al problema causado,
Mauricio Claver-Carone da un paso más allá dentro del manido argumento
de matar al heraldo de las malas noticias: pone nombre y apellido al
mensajero.
Sacar a relucir a Fulton Armstrong es particularmente interesante,
porque por años Armstrong ha sido una especie de "bestia negra" de una
ultraderecha republicana asociada a la causa de la democracia en Cuba.
No se trata de negar la validez —que la tiene— esa búsqueda de la
libertad para la Isla. Tampoco de rechazar de plano si se han producido
o no filtraciones a la prensa. Las filtraciones a la prensa —por parte
de funcionarios o exfuncioanrios— ocurren en todos los gobiernos y en
todos los partidos. La administración del presidente Barack Obama ha
sido especialmente cuidadosa en este sentido y tiene un historial
difícil de poner en duda, pero ese no es el punto.. Lo importante aquí
es cuestionarse el intento de utilizar la figura de un exanalista de la
CIA como chivo expiatorio y convertir la divulgación de los hechos en
una conspiración procastrista.
"Armstrong tiene una larga historia de trabajar internamente contra la
política de Estados Unidos hacia Cuba. Durante su tiempo en la CIA,
Armstrong fue autor, junto con su excolega en la Agencia de Inteligencia
de Defensa, Ana Belén Montes, de un informe muy citado de 1998, que
argumentó que Cuba ya no representaba una amenaza para la seguridad de
Estados Unidos. Irónicamente, sólo tres años más tarde (en el 2001),
Montes fue identificada como una espía cubana, detenida y condenada, y
ahora está cumpliendo una sentencia de 25 años en una prisión federal",
escribe Mauricio Claver-Carone en su artículo.
¿Pero quién es en realidad Fulton Armstrong?
El arresto y condena de Ana Belén Montes intensificó la continua crítica
de algunos legisladores, funcionarios del entonces gobierno de George W.
Bush y exiliados de la llama "línea dura" de Miami sobre los informes de
inteligencia elaborados en Washington —especialmente los del Pentágono—
respecto al peligro que pudiera significar Cuba para EEUU.
Montes participó en la redacción de ese controvertido informe del
Pentágono al que hace referencia Claver-Carone. Pero el tiempo quedó
claro que la misión de Montes fue principalmente el ofrecer información
al gobierno cubano, al tiempo que fue mínima su influencia en la toma de
decisiones y en la elaboración definitiva de políticas hacia Cuba. La
evidencia más clara al respecto es que no se produjo un nuevo informe
que indicara una posición diametralmente opuesta a la de los informes
anteriores.
Otros documentos hechos con posterioridad, sin la participación de
Montes, han confirmado la misma apreciación sobre la capacidad ofensiva
del régimen de Castro.
Ni durante la administración de Bush, ni ahora bajo el gobierno de
Obama, y hasta el momento, se ha emitido un informe que diga que el
gobierno cubano ha aumentado su capacidad ofensiva y es actualmente una
importante amenaza bélica contra EEUU. Ni siquiera el tan comentado caso
del carguero Chong Chon Gang de Corea del Norte —que fue interceptado en
Panamá el pasado 15 de julio con un cargamento de armas cubanas oculto
bajo toneladas de azúcar— ha sido catalogado de amenaza a EEUU.
Por supuesto que nada de lo anterior salva al régimen totalitario cubano
de ser catalogado como hostil a EEUU —como son hostiles otros muchos
gobiernos de diversos países—, pero sacar a relucir a Montes en los
reportajes de la AP sobre la USAID es un argumento tergiversador,
tendencioso y mal intencionado.
Hay, sin embargo, un hecho innegable. Montes pertenecía al grupo de
trabajo interagencias sobre Cuba (hay que enfatizar que se trató de un
equipo con miembros de varias agencias, no de especialistas que
trabajaban unidos en un mismo departamento). Otro miembro de este grupo
era Fulton Armstrong.
Hay un capítulo de la vida de Armstrong que Claver-Carone no menciona.
No hay que criticarlo por ello porque el objetivo de su trabajo se
limita a un tema actual. Pero con mayor espacio vale la pena
mencionarlo, porque resulta esclarecedor a la hora de comprender el
rechazo que su figura provoca dentro del anticastrismo radical de Miami.
El exanalista de la CIA criticó un conocido discurso de John Robert
Bolton sobre la amenaza bioterrorista de La Habana. Armstrong fue uno de
los expertos que supuestamente Bolton trató de que fueran despedidos (en
este caso que la CIA lo sacara de la nómina) por ello.
Sobre esta supuesta bioterrrorista de Cuba nadie habla hoy y Bolton tuvo
una trayectoria no solo polémica sino poco efectiva durante el gobierno
de George W. Bush. Fue nominado por el entonces presidente republicano
para embajador de EEUU en la ONU, pero nunca confirmado y tuvo que
renunciar, tras cumplirse el plazo de un año de estar en cargo sin
confirmación senatorial. En la actualidad es miembro del American
Enterprise Institute, comentarista de Fox News Channel y trabajó como
asesor de política exterior durante la campaña del candidato republicano
a la presidencia Mitt Romney, en 2012.
El nombre de Armstrong salió al dominio público por primera vez en las
audiencias sobre Bolton —algunos consideraron que de forma inapropiada,
ya que entonces aún se encontraba trabajando como agente encubierto en
el exterior—, pero su labor no era ajena a los académicos y periodistas
dedicados al tema cubano.
Con un dominio perfecto del mandarín y el español, Armstrong trabajó en
la Oficina de Intereses de EEUU en La Habana a finales de los años 80.
Luego desempeñó el cargo de director del Hemisferio Occidental del
Consejo de Seguridad Nacional para un área que incluía a Cuba. En 2000
fue asignado como principal analista de inteligencia para América Latina
del Consejo Nacional de Inteligencia (NIC).
Durante esos años realizó informes de inteligencia sobre Cuba,
Nicaragua, Haití y Venezuela. Nunca ha sido cuestionada su lealtad a
EEUU, por parte de administraciones republicanas o demócratas.
Según la publicación neoconservadora The Weekly Standard, Armstrong
escribió un estudio sobre inteligencia para la CIA en 2002, ya
desclasificado. El estudio destaca la existencia de cuatro prioridades
diferentes en los asuntos de interés nacional, de las cuales solo dos
son de una "importancia estratégica genuina".
Armstrong calificaba a las medidas políticas de EEUU hacia Cuba en la
tercera de estas categorías. Estas medidas no estaban, por lo tanto,
destinadas a resolver un problema de prioridad nacional. Todos los
asuntos concernientes a la Isla —así como las respuestas de Washington—
carecían de lo que el analista consideraba una real importancia estratégica.
Dice Armstrong en ese informe: "En ocasiones, cuestiones que no afectan
a la nación en su conjunto son elevadas a la categoría de interés
nacional debido al poder de los electores. Al tiempo que en un sentido
general son consistentes con el interés nacional, estas prioridades
políticas favorecen a los intereses de un grupo sobre otros. Estos
electores presentan de una forma muy activa sus enfoques [sobre una
cuestión considerada de interés nacional], pero sus opositores
consideran que éstos soslayan aspectos más importantes".
Luego se preguntaba: "¿Debe un analista aceptar el punto de vista de
intereses muy particulares y limitados, como una expresión válida del
interés nacional, cuando una administración parece apoyarlos?".
Es este tipo de enfoque el que provocó que durante el primer período del
gobierno de George W. Bush, Bolton y Otto Reich —entonces secretario de
Estado adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental— trataran de que
Armstrong y otros fueran trasladados y dejaran de brindar sus servicios
como analistas del Departamento de Estado. No lo lograron.
Armstrong fue responsable para América Latina del Comité de Relaciones
Exteriores del Senado, entre julio de 2008 a octubre de 2011. Con
anterioridad desempeñó varios cargos en la rama ejecutiva, en una serie
de puestos vinculados a la elaboración de políticas y análisis. Fue
analista al más alto nivel para Latinoamérica de la Comunidad de
Inteligencia de Latinoamérica, entre 2000 y 2004. También fue director
del Centro de Estudios Interamericanos del Consejo Nacional de Seguridad
(entre 1995-97 y 1998-99), entre otros cargos. Obsérvese que estamos
hablando aquí tanto de administraciones republicanas como demócratas.
Durante años, los partidarios de una línea dura frente al gobierno de
Castro han tratado de fundamentar la supuesta amenaza que Cuba
representa para EEUU sobre tres aspectos: el narcotráfico, la capacidad
militar y el bioterrorismo. En determinados momentos, estas acusaciones
no han carecido de fundamento, en un sentido general. Pero siempre su
valor ha disminuido —o se ha perdido por completo— ante la imposibilidad
de presentar una base sólida y demostrable que las sustente.
No es de extrañar entonces de que los puntos de vista de Armstrong y
Claver-Carone sean diametralmente opuestos. Pero de ahí a considerar a
las informaciones de la AP dentro de un esquema Castro-anticastrimo va
la distancia que diferencia a la ideología del examen de los hechos.
Por supuesto que los análisis de inteligencia, en cualquier agencia con
un mínimo de eficiencia, se fundamentan en hechos y tendencias, no en
principios ideológicos. Armstrong, y no por gusto, fue analista de la
CIA durante más de 20 años.
"Como miembro del personal de la Comisión de Relaciones Exteriores del
Senado, Armstrong se opuso fervientemente a cualquier proyecto que
promoviera la libertad para el pueblo cubano, ya fuese a través de los
programas de democracia de la USAID, Radio y TV Martí, o una simple
resolución del Senado para pedir la liberación de los presos políticos.
Lo que al régimen de Castro le disgusta, lo mismo ocurre con Fulton
Armstrong", escribe Claver-Carone.
Pero el hecho de cuestionarse la eficiencia de un proyecto, más allá de
las intenciones del mismo, ¿no es un ejercicio básico en un país
democrático? Más allá de señalar que algo disgusta a Castro —¿de dónde
sale la certeza para tal afirmación, si de entrada se sabe que el
régimen de La Habana es mentiroso, tergiversador y taimado?— no resulta
más adecuado intentar analizar su efectividad. En el caso de los
programas de la USAID dados a conocer por la AP, no cabe duda de que no
funcionaron, ni siquiera fue posible ponerlos en práctica. Esto ni
siquiera lo cuestiona la propia agencia, ¿qué sentido tiene entonces
defenderlos a ultranza?
"El hecho es que el programa de la USAID simplemente buscó apoyar los
diferentes proyectos sociales y campañas de activistas jóvenes en Cuba,
independientes del régimen de Castro. En este caso, el apoyo fue
proporcionado por sus pares latinoamericanos", escribe Claver-Carone.
En realidad el "apoyo" fue proporcionado por los contribuyentes
estadounidenses, que pagaron por el proyecto. Ningún latinoamericano fue
por su cuenta y con su dinero. Los documentos indican que fueron (mal)
pagados por la USAID. Pero lo más importante a destacar aquí es la
prepotencia del gobierno estadounidense, que va más allá del simple
partidismo, de considerar a los cubanos como individuos que requieren
recibir lecciones de democracia o de que alguien les diga que tienen que
hacer valer sus derechos o desarrollar sus potenciales para trazar
rumbos paralelos al gobierno. Eso es simplemente un insulto, y llama la
atención el silencio de la disidencia al respecto. No solo la oposición
cubana ha demostrado su valor para hacerle frente al régimen sino han
surgido diversos proyectos, dentro de Cuba, para la creación —aún
incipiente y muy rudimentaria— de esa sociedad civil. Lo demás es
subordinarse a los planes de Washington, y durante décadas se ha más que
demostrado a donde conducen: únicamente al fracaso. Justificar lo mal
hecho —o al menos tratar de acallar la divulgación y denuncia de la
chapucería estadounidense— no solo implica una complicidad encubierta,
no importa si consciente o inconsciente, sino es también otra muestra de
irresponsabilidad.

Source: El agente malo y la agencia buena - Artículos - Opinión - Cuba
Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/el-agente-malo-y-la-agencia-buena-319681

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