Friday, July 4, 2014

Para Fortén la cárcel ha sido una academia

Para Fortén la cárcel ha sido una academia
Luis Cino Álvarez
3 de julio de 2014 14:30

La Habana, Cuba – www.PayoLibre.com – Supongo que para el régimen
castrista, que se niega tozuda y desfachatadamente a reconocer como
prisioneros políticos a las personas que envía a la cárcel por oponerse
al sistema, José León Fortén Hernández no sea más que un delincuente.
Como en su momento dijeron que era Orlando Zapata Tamayo.

Hasta donde sé, Fortén tampoco aparece en los listados de prisioneros
políticos y de conciencia de Human Rights Watch y Amnistía
Internacional. Sabemos cuán selectivos, cortos de vista, amnésicos y
reluctantes suelen ponerse los funcionarios de los organismos
internacionales cuando se trata de los prisioneros de la dictadura
castrista.

Fortén está en prisión desde 1988. Cayó preso, cuando tenía 22 años, por
un delito común. Pero en poco tiempo conoció a muchos presos políticos y
se compenetró tanto con ellos que se unió al Presidio Político "Pedro
Luis Boitel", un verdadero movimiento de resistencia dentro de las
prisiones que planta batalla cotidianamente a sus carceleros y a la
dictadura.

Por su actitud contestataria, las autoridades le han creado nuevas
causas a Fortén y aumentado más años a su condena, hasta tenerlo más de
un cuarto de siglo en prisión.

OK, pero cayó preso por un delito común, insistirán algunos. En efecto,
se involucró en negocios ilícitos cuando trabajaba en el matadero "Ciro
Redondo", en San Miguel del Padrón. ¿Para qué darle vueltas? Digámoslo
claro: robó al Estado. ¡Qué horror!, dirán ustedes. Y yo les explico
–por si sirve de algo– que Fortén mensualmente ganaba 158 pesos (el
equivalente de poco más de 6 dólares), tenía una niña de menos de un año
de nacida y una esposa que mantener. Para colmo, soñaba desde niño con
comprarse un carro. No uno como los de los dirigentes, no, un carro
viejo, de uso, un almendrón para botear y ganarse la comida de su
familia y si acaso, llevarla a la playa los domingos.

Fortén explica: "A mí, como a muchos más, el gobierno me obligó a
delinquir. Si con el fruto de tu trabajo no puedes garantizar tus
necesidades y las de tu familia, por una cuestión de supervivencia, no
tienes otro camino que delinquir".

Fortén, que tiene 48 años, ha pasado 26 en la cárcel. En este tiempo,
encaneció, le salió una úlcera en el duodeno y se está quedando sin
vista. Su hija, que tenía dos años y balbuceaba las primeras palabras
cuando cayó preso, ya lo hizo abuelo. Murió de cáncer, en 1996, su
padre, Carlos Fortén Kessel, que fue jugador del equipo Almendares y
quien le enseñó no solo a jugar pelota al duro, con guantes y sin ellos,
sino también a ser un hombre de bien, una enseñanza difícil para un
muchacho negro que nació en una cuartería de El Moro, un barrio de
Mantilla donde raras veces se atreve a entrar la policía.

Su madre, Olga Hernández, que nunca lo ha abandonado, ni en las
prisiones más lejos de La Habana, como cuando lo trasladaron para
Camagüey, le ha demostrado que nada pueden la vejez y el asma cuando se
trata de un hijo.

Según Fortén, lo más importante que le ha pasado en la cárcel es haber
conocido a muchos presos políticos, con los que aprendió mucho, sobre
todo, a amar a su patria y a respetar a los que luchan por su libertad.

Refiere que al primer preso político que conoció, en el Combinado del
Este, a poco de llegar a dicha prisión, fue a Mario Chanes de Armas.

El 18 de diciembre de 1991, Fortén fue uno de los presos del tercer piso
del edificio 3 que se amotinaron en protesta porque debido a la
negligencia de los guardias había muerto, asfixiado de asma, encerrado
en el destacamento, sin recibir atención médica, un preso llamado Carlos
Cruz.

Por su participación en ese motín, Fortén fue trasladado a una celda de
Villa Marista, la sede de la Dirección General de Contra-Inteligencia.
Allí conoció a los opositores Vladimir García Alderete y Omar del Pozo.

Ya por entonces, Fortén se consideraba y se comportaba como un opositor
más. Y así, en su rodar por las prisiones del país – ha estado, además
de en el Combinado del Este, en Agüica, 1580, Taco Taco, Guanajay,
Quivicán, Melena 2, Toledo, Kilo 7 y Kilo 9– conoció también a Félix
Bonne Carcasés, a quien considera su maestro, Claro Sánchez Altarriba,
el periodista independiente Normando Hernández, Armando Sosa Fortuny y
Jesús Rojas Pineda. Dice sentirse orgulloso de su amistad y de haber
compartido con ellos los rigores carcelarios y los sueños.

Los 26 años que ha pasado en prisión, más de la mitad de su vida, han
afectado su salud, sobre todo su vista, pero no han logrado acabar con
su jovialidad y su optimismo. Tampoco han logrado hacerlo sentir odio.
Todo lo contrario. Dice cada vez sentir más amor: por su patria, por su
pueblo que se merece un futuro mejor, por los hermanos que luchan por
conseguirlo.

Se consuela de las penalidades y los abusos que ha sufrido al saber que
la cárcel ha sido su escuela de formación política. "Sin ella", dice,
"hubiese sido otro más de los muchachos que se ven obligados a
delinquir, que luego se complican en la cárcel y sabe Dios cómo acaben".

Actualmente, José León Fortén cumple lo que le resta de la condena en un
campamento de trabajo correccional del MININT en Arroyo Naranjo. Debe
salir en libertad en unos meses. Eso, si las autoridades no le inventan
una nueva causa.

luicino2012@gmail.com

Source: PayoLibre.com - Cuba - -
http://payolibre.com/articulos/articulos2.php?id=6063

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