Monday, July 7, 2014

Justina y Carmen, la tristeza de envejecer en La Habana

Justina y Carmen, la tristeza de envejecer en La Habana
Viven en el área común de un viejo edificio. No la dejan lavar, ni
tender ropa. Y los macetas las quieren sacar a la calle
lunes, julio 7, 2014 | Augusto Cesar San Martin

LA HABANA, Cuba — Justina González de 89 años de edad y su hija Carmen
de 67, son víctimas de la fusión entre la influencia política o
jerárquica y el nuevo poder económico.

Desde 1959, las ancianas residen en una de las áreas comunes del
edificio ubicado en Carlos III y Márquez Gonzales, en Centro Habana. El
área comprende la entrada de su apartamento, donde viven rodeadas de
transformadores y relojes para el control de la electricidad de alto
voltaje, bombas de aguas, cisternas, colector de basura y desagües.

Justina recuerda que el dueño del edificio le rento a su padre el local,
constituido por una cocina, un baño y una sala, ubicados en el área
donde se asienta el edificio. Con el tiempo ella y su hija se
convirtieron encargadas del inmueble y su familia creció hasta seis
personas.

En 1978, el vecino colindante, Luis López, un expresidario y negociante,
intentó ampliar su casa. López aspiraba abrir una puerta trasera que le
diera acceso al área común donde se asienta la propiedad de Justina.

Con dinero pero sin influencia jerárquica fracaso el que por entonces
llamaban Luis, el maceta. La actual Dirección de la Vivienda de conjunto
con el Ministerio de Justicia emitió una resolución donde señala a
Justina como persona exclusiva a quien le asiste el derecho de utilizar
el área común, donde se encuentra su propiedad.

Según la ley de la vivienda, los residentes de un edificio tendrán, ¨una
participación igual a la de los demás propietarios en los elementos
comunes del inmueble¨, y agrega

¨Cada titular o conviviente podrá usar los elementos comunes solo
conforme con su destino¨.

Lleno de frustraciones económicas Luis López abandono la isla. Su casa
fue ocupada por una dirigente del Ministerio de Educación, Mirta Molina,
y su esposo Roberto Fidel Méndez, ex oficial de la Fuerzas Armadas.

Con algo de dinero y mucha influencia, el matrimonio se las agencio para
ampliar la vivienda hacia los locales colindantes del ministerio de
educación municipal.

El encausamiento de la economía cubana hacia el modelo chino, cambio la
visión del matrimonio de la malograda vida partidista en el sector
estatal, al lucro de la economía privada. Establecieron una peluquería
dentro de la vivienda.

La mezcla.

Cuenta Justina y su hija Carmen que dentro de su pobreza se sintieron
aliviadas con la bonanza de sus vecinos. Roberto Fidel, prometió pintar
el apartamento donde viven las ancianas, cuyas paredes mantienen la
pintura inaugural del edificio.

Pero detrás de la promesa llegó el interés de los propietarios del
negocio por expandirse hacia el área común donde reside Justina

El ingrediente que falto a la codicia del ¨maceta¨, fue aportado por los
¨nuevos ricos¨, exdirigentes gubernamentales: la influencia.

La negación de las ancianas fue rechazada con amenazas y derogación del
fallo del Ministerio de Justicia sobre el derecho de Justina a utilizar
el área común.

Sin la acostumbrada dilación de la burocracia estatal, el área común
donde residen Carmen y Justina, se llenó de inspectores amenazantes que
abogan por el apoderamiento de Mirta y Roberto Fidel del área colectiva.

Las ancianas comenzaron a recibir intimidaciones que las mantienen
emocionalmente desequilibradas.

¨A veces ni dormimos por la noche, pensando en este problema…Cada día
estoy más delgada, me siento muy mal, muy mal¨, dice Justina a punto de
romper en llanto.

Ella recuerda que el dueño del edificio le permitió que utilizara el
lavadero que hay en el área común. Los inspectores le prohibieron
utilizarlo, ni tender ropas, algo que hace desde hace 55 años.

¨No dijeron que debíamos sacar las plantas que tenemos aquí, hasta el
perro… Yo lavo a pulmón (a mano) si no lo puedo hacer allí (en el
lavadero) cómo lo hago¨, expresa Carmen intentando recordar todas las
limitaciones impuestas después de la negativa.

La totalidad de los propietarios y convivientes en el edificio de
administración municipal apoya a las ancianas, y negó el acceso de los
propietarios de la peluquería al espacio común.

Ante el empuje de la comunidad, los directivos del Consejo Popular de
Pueblo Nuevo rechazaron la demanda de Mirta y Roberto Fidel de invadir
el área colectiva. El ánimo de los vecinos también motivo a la Dirección
Municipal de la Vivienda a salir de la pasividad en la que se mantuvo
por meses y pronunciarse a favor del respeto a las áreas comunes.

La Unión Eléctrica emitió un dictamen donde advierte los riesgos que
implica el acceso de personal no autorizado debido a las cargas
eléctricas en el área.

Sin embargo las ancianas serán llevadas a juicio por los ¨nuevos ricos¨.
La demanda impuesta por Mirta y Roberto Fidel pretende prohibir a
Justina y Carmen el uso del área donde se encuentra su vivienda.

De ser admitida la petición por el Tribunal, el juicio será un ejemplo
cada vez más visible de la prepotencia que genera la influencia
jerárquica o política y el poder económico. Suma de las adversidades que
deben afrontar los cubanos de a pie.

Source: Justina y Carmen, la tristeza de envejecer en La Habana |
Cubanet -
http://www.cubanet.org/destacados/justina-y-carmen-dos-ancianas-en-apuros/

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