Saturday, July 5, 2014

Espejo de impaciencia

Espejo de impaciencia
HÉCTOR ANTÓN | La Habana | 5 Jul 2014 - 8:22 am.

Una actriz, un médico, maestros, policías, jineteras, jóvenes de la
calle G, nuevos ricos, esbirros, exiliados de visita: un retrato coral
de la sociedad cubana.

Ella cumplió 50 años y trabaja como actriz en un grupo de teatro
infantil. Le faltan 15 para jubilarse. Ya no lee a Molière ni a Virgilio
Piñera. Ya no pretende encarnar el rostro o la máscara de la historia.
Tampoco le preocupa si cuanto hace es arte o no. Puede tener cuatro o
cinco sueldos en moneda nacional, aunque sus ingresos no llegan a 50
CUC. Sueña casarse con un hombre mayor de 70 años, pero eso sí, que
tenga dinero. Ella fantasea con una vejez sin penurias económicas cuando
dé el portazo del retiro.

Él no rebasa los 40 y se graduó de Medicina. Recuerda la estampida
marítima en el verano del 94 y él observando sin entender nada. Formó
parte del Contingente Internacional de Médicos Especializados en
Situaciones de Desastres y Graves Epidemias que prestó ayuda humanitaria
en Pakistán y Haití. Conoce el precio de la lealtad e ignora el valor
del riesgo. Envidia a quienes descendieron los cerros bolivarianos del
Táchira, para cruzar la frontera colombiana en busca de algo distinto.
Él no se perdona tanta cautela. Su recompensa es el obsequio de un
paciente agradecido.

Los que eligieron el oficio del magisterio terminan dándose pescozones y
reglazos ellos mismos. Harakiri tropical para vulgares suicidas. ¿Qué
significa escapar de un aula a otra, si la diferencia es una tiza
separando bloques de teoremas matemáticos o familias de plantas en un
pizarrón? No hay regalos ni salvoconductos migratorios para quienes se
consagran a enseñar en nombre de la piedad revolucionaria.

Muchos que permanecen en Cuba todavía conservan la edad de la ilusión
lírica. El tiempo suele aplastarlos como a una cucaracha entre la
multitud. Uno de los atascados podría memorizar estrofas del poema
dedicado a John Lennon por Ramón Fernández-Larrea: "Hoy degollaron al
tonto de la colina/ Seguramente está al venir la guerra". La ciudad y
sus habitantes disfrutan el premio cotidiano de amanecer con los ojos
abiertos. Es el turno de los ofendidos, nutriéndose de rancios oprobios
y falsa paz consigo mismo.

Aquellos que se fueron y visitan la Isla quedan asombrados ante la
conservación de fábulas y escombros. Como si la restauración fuera una
solución absurda. Miran, sonríen y se despiden como personajes de una
novela familiar que no se deja leer. Aquellos que retornan necesitan
aparentar que la nostalgia es más severa que el rencor. No hay placer
mayor que el autoengaño mediante una embriaguez compartida entre viejos
conocidos. "No hay que volver", fue la máxima de un nómada renuente a
cursilerías sublimes.

Ellos se trasladan desde zonas intrincadas hasta La Habana para cumplir
sus quimeras. El tartamudo se enfunda en un traje militar para imponer
la autoridad de su verbo. La diosa de los trapos se desnuda para
arrancarle unos cuantos euros a un turista caminante de poca monta. Una
insurrecta de expresión dura vende confituras en la rampa de un cine sin
licencia de cuentapropista. Otros muestran su apetito de cartografiar la
urbe, improvisando refugios en la sombra. La impotencia es el signo que
los atrapa. Ellos chupan de su misma sangre como vampiros inocentes.

Ese enjambre humano que frecuenta el parque de la calle G da la
impresión de rechazar el hogar, la familia o carecer de ambiciones.
Queman las horas jugando ajedrez en el pavimento. Fuman tacos de
marihuana dudosa que venden los jíbaros. Detestan la televisión y los
periódicos oficiales. Romancean bajo los árboles. Pernoctan en los
márgenes del ocio donde la felicidad es una rotunda infelicidad.

Esa "juventud perdida" que cierra la madrugada habanera está cansada de
tanto descansar, a la vista de noches sin estrellas que iluminen su
existencia. Nuestras tribus urbanas ignoran las diferencias entre un
líder y un jefe, moldeados por la robotización del carisma.

Tanto activismo luchando por abolir la homofobia demuestra que la
tolerancia oficial seduce a los bajos instintos de rebeldía. El "momento
justo" de la rectificación legaliza el flirteo del gladiolo y la
ametralladora. ¿Y si mañana se desatara una cacería de heterosexuales?
¿Qué pasaría si una masa de opositores fuera homosexual? ¿Habría
material humano y cerrajería para abrir las puertas de todos los closets?

A los nuevos ricos les preocupa que Nicolás Maduro no llegue a podrirse
en la presidencia de Venezuela. Cien mil barriles diarios de petróleo
pueden transformarse en un instructor deportivo bajando las escalerillas
de un avión. Esos nuevos ricos temen por el regreso de los apagones.
Entonces deberán cuidarse de fiestar reinstalando sus plantas
eléctricas. Una lluvia de piedras romperían los cristales de puertas y
ventanas. Algunos también sospechan que desaparecerían los condones, el
papel higiénico o la cerveza.

Carecer de linaje gubernamental es la mayor pobreza de los nuevos ricos.
Nadie puede conocer la fuente real de sus ganancias. Hablar poco es una
medida de seguridad. De la lujuria a la prisión no hay más que un paso.
El silencio personifica la moneda irreversible. Moraleja reincidente:
"tenemos que fingir hambre cuando robemos los frutos".

Los guardianes de la "nacionalidad asediada" están en la obligación de
fustigar a los "enemigos del pueblo" que revelan sus grietas o mencionan
lugares comunes a la vista de los que callan. "La verdad os hará libres"
es la "Gran Mentira" del trastornado en camisa de fuerza, lanzándose
contra la pared de las palabras.

Nosotros, los infieles del pluripartidismo imaginario, a nadie debemos
la sobrevida. Subsistimos del romanticismo de manigua y amor por una
cosa nuestra, para defendernos como perros de caza sin esperanza de
recuperar el olfato. No es recomendable enrolarse en conspiraciones
solitarias e ideas confusas. Detestamos la fermentación política, para
luego entregarnos en sus brazos como el ahogado más hermoso del mundo.
Quienes anhelamos conversaciones apacibles en los altos manicomios, a
nadie debemos la sobrevida. Carlos "El Loco", please brother, toma otro
segundo aire y ruega por nosotros.

Source: Espejo de impaciencia | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1404509815_9376.html

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