Sunday, April 20, 2014

Violencia y discurso público

Violencia y discurso público
El culto a la cólera es tal, que el propio lenguaje oficial no se da
cuenta ya del encono que promueve y transmite.
Yoani Sánchez
abril 20, 2014

Una mujer le da una paliza a niño, que parece su hijo, en una esquina.
Los transeúntes que pasan no se meten. Cien metros más adelante, dos
hombre se enzarzan en una pelea porque uno le pisó los zapatos al otro.
Llego a casa reflexionando sobre esa agresividad, a flor de piel, que se
siente en la calle. Para salirme de tanta crispación, leo el último
número de la revista Convivencia que acaba de cumplir seis años de
fundada. Encuentro en sus páginas un artículo de Miriam Celaya, quien
casualmente aborda esa "peligrosa espiral" de porrazos, gritos e
irritación que nos rodea.

Bajo el título "Apuntes en torno al origen antropológico de la violencia
en Cuba", la mordaz analista hurga en los antecedentes históricos y
culturales del fenómeno. Nuestro propio recorrido nacional, hecho "a
sangre y fuego", no ayuda mucho a la hora de promocionar actitudes como
el pacifismo, la concordia y la conciliación. Desde los horrores de la
esclavitud durante la colonia, pasando por las guerras de independencia
con sus cargas al machetes y sus prepotentes caudillos, hasta llegar a
los sucesos violentos que también caracterizaron la república. Una larga
lista de iras, golpes, armas e insultos moldearon nuestra idiosincrasia
y son enumerados magistralmente por la periodista en su texto.

Mención aparte le merece el proceso comenzado en enero de 1959, que hizo
del odio de clases y de la eliminación del diferente, pilares
fundamentales en el discurso político. De ahí que aún hoy, la mayor
parte de las efemérides que conmemora el gobierno, refieren a batallas,
conflictos bélicos, muertes o "flagrantes derrotas infringidas" al
contrincante. El culto a la cólera es tal, que el propio lenguaje
oficial no se da cuenta ya del encono que promueve y transmite.

¡Pero cuidado! El odio no se puede "teledirigir" una vez fomentado.
Cuando se aviva el rencor a otro país, termina por validarse también la
ojeriza contra el vecino cuya pared colinda con nuestra casa. Quienes
crecimos en una sociedad donde el acto de repudio se ha justificado como
"legítima defensa del pueblo revolucionario", podemos pensar que los
golpes y los gritos son la manera de relacionarnos con lo que no
entendemos. En ese entorno de violencia, la armonía nos resultará
sinónimo de claudicación y la convivencia pacífica una trampa en que nos
quiere hacer caer "el enemigo".

Publicado en Generación Y el 19 de abril del 2014

Source: Violencia y discurso público -
http://www.martinoticias.com/content/violencia-y-discurso-p%c3%bablico-generacion-y-/34272.html

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