Thursday, April 17, 2014

Una sopa de ginseng

Una sopa de ginseng
Los chinos ni olvidan ni perdonan. Desde que Fidel Castro se peleó con
Mao no se vieron más paraguas en las tiendas, carreteles de hilo, agujas
para coser, ni muebles tallados
jueves, abril 17, 2014 | Tania Díaz Castro

LA HABANA, Cuba.- Si en algo Fidel Castro es consecuente, es con Mao
Zedong. Desde el principio de su revolución, el dictador caribeño miró
de reojo al viejo colega asiático. Han transcurrido 55 años de dictadura
cubana y en Cuba la figura de Mao permanece olvidada.

A Mao no le gustó que Cuba estableciera relaciones con Checoslovaquia y
la URSS mucho antes de hacerlo con su República Popular China,
reconocida al fin por Fidel el 24 de septiembre de 1960; tampoco que el
agente soviético Aleksandr I. Alexeiev, bajo la cobertura de
corresponsal de la agencia de noticias TASS, llegara primero a La
Habana, en diciembre de 1959 y no los chinos, agrupados en el famoso
centro de espionaje de Beijing, Servicio de Inteligencia de la RPCH,
conocida por sus siglas en español SIC.

No le gustó a Mao que, en 1963, Fidel Castro permaneciera dos meses en
Moscú y no hiciera un honorable salto a Beijín.

Lo que ocurría entre Mao y Fidel no se comprendía. Se trataba de dos
líderes que abrazaban la misma ideología, que reprimían con mano cruel a
los disidentes y opositores, que guardaban en las cárceles a miles de
presos políticos y que habían mandado a fusilar a cientos de sus
enemigos. Hasta octubre de 1960, ya se habían fusilado en Cuba mil 330
anticastristas. Aún así, Mao seguía mirando de reojo a Fidel Castro.

En plena vigencia de la Revolución Cultural China, cuyo comienzo fue en
1966 y su final y fracaso al cabo de diez años, con la muerte de Mao,
Fidel Castro condena, en clara alusión a China, el sectarismo y el
faccionalismo del comunismo internacional.

En marzo de 1965, la enemistad entre estos dos hombres se hace más
notable y en una reunión de partidos marxistas en Moscú, encabezada por
Raúl Castro, Mao no asiste y condena dicha reunión. Cuatro días después,
Fidel Castro ataca de manera más agresiva la línea política de china;
ordena recoger todas las obras de Mao Zedong de las bibliotecas y
librerías y prohíbe la entrada de las publicaciones periódicas y
culturales provenientes de ese país.

El 2 de enero de 1966, Fidel acusa al gobierno chino de injerencia en
los asuntos internos de Cuba, de defraudar la buena fe de los cubanos y
critica duramente que no haya cumplido con el envío de arroz a la isla,
debido a la posición pro soviética del régimen castrista. A partir de
ese momento se agravan aún más las tensiones y ninguno de los dos
gobiernos en pugna hace nada por limar asperezas.

Entre espías

En un discurso del 13 de marzo de ese mismo año 1966, Fidel Castro acusa
a Mao Zedong de ¨monarca absoluto, de fascista y viejo senil¨. Fue el
final de unas relaciones escabrosas y difíciles para esto dos "monarcas
absolutos".

Se supo entre los periodistas oficialistas de aquellos años, que el
famoso traductor chino Xu Yilín tomó un avión como bola por tronera,
asustado al escuchar cómo Fidel ofendía tanto a su amado líder. (Yilín
se había pasado siete años en La Habana, según él ¨los mejores años de
su vida¨, traduciendo las obras de Mao al español por orden de Fidel,
con una buena paga en divisas).

Otra anécdota de aquellos momentos fue el encarcelamiento del
conocidísimo profesor habanero de chino y japonés Carlos Carrero -varios
años después exiliado en Miami y fallecido allí-, acusado injustamente
de espiar a favor de Mao, sólo porque impartía clases de español a los
hijos de los diplomáticos chinos.

Si alguien había salido perdiendo en el conflicto Fidel-Mao fueron los
cubanos, que gozaban de un crédito concedido por China, consistente en
70 millones de dólares, más la compra de un millón de toneladas de
azúcar. Desde que Fidel Castro se peleara con Mao no se vieron más
sombrillas para la lluvia en las tiendas, ni carreteles de hilo y agujas
para coser, muebles tallados en tiendas especializadas.

A partir de 1966, hasta 1984, los chinos y Fidel se pelearon a muerte y
como consecuencia, el pueblo ha sido la víctima, al verse obligados a
adquirir a precios excesivos productos electrodomésticos obsoletos de
China, rotos al poco tiempo de uso. De esta forma, es el cubano de a pie
quien está pagando los platos rotos de aquellas broncas, porque los
chinos ni olvidan, ni perdonan.

Quienes todavía se preguntan qué ocurría en el fondo, nunca llegaron a
saber que los espías más adiestrados del gobierno chino pusieron
zancadillas a la penetración castrista en África, y jamás accedieron a
colaborar con Fidel Castro. Todo lo contrario: China criticó siempre la
presencia cubana en ese continente africano.

Luego vinieron cosas peores que alteraron el sueño de Fidel Castro: El
¨Sueño Chino¨ da un giro hacia el capitalismo a través de sus reformas
de libre mercado y China comienza a crecer. Hoy hay miles de empresarios
chinos millonarios, Beijing se parece cada vez más a Nueva York; tiene
el centro comercial más grande del mundo y restaurantes que ofrecen en
Nochevieja un plato de sopa de gallina, con raíz de ginseng con cientos
de años de antigüedad, por sólo 30 mil dólares.

Seguramente, a nuestro ex dictador –si es que aún se entera del algo- no
debe haberle gustado que, hace apenas dos meses, Xi Jinping y John Kerry
acordaran actualizar las relaciones entre China y Estados Unidos,
fortalecer e impulsar más el desarrollo

de los lazos bilaterales, a través de la confianza mutua y la
cooperación de ambas naciones. Definitivamente, como dijera Carlos
Alberto Montaner: ¨El comunismo es el modo más largo para llegar del
capitalismo al capitalismo¨.

Source: Una sopa de ginseng | Cubanet -
http://www.cubanet.org/destacados/una-sopa-de-ginseng/

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