Tuesday, April 15, 2014

Los valores de Díaz-Canel

Los valores de Díaz-Cane
ORLANDO FREIRE SANTANA | La Habana | 15 Abr 2014 - 9:34 am.

El recién celebrado Taller Nacional de Educación en Valores insiste en
que los valores se resquebrajaron en los 90. ¿Y antes qué?

Los gobernantes cubanos viven obsesionados con la idea de que el legado
castrista permanezca en la Isla una vez que desaparezca físicamente la
generación histórica de la revolución. La designación de Miguel
Díaz-Canel Bermúdez como primer vicepresidente de los Consejos de Estado
y de Ministros —un protegido del propio Raúl Castro— parece encaminarse
en esa dirección.

Mas, no satisfechos con lo anterior, acuden a otras prácticas con vistas
a preparar también a la generación que, al menos en teoría, dirigirá los
destinos de la nación en los años por venir. En ese contexto se
inscribió el recién finalizado Taller Nacional de Educación en Valores,
celebrado en la Unidad Central de Colaboración Médica, en La Habana, con
la numerosa presencia de estudiantes universitarios.

Y fue precisamente Díaz-Canel el encargado de hablarles a los jóvenes
acerca de la escala de valores que el castrismo desea trasmitirles. Al
retomar recientes declaraciones del General-Presidente, el benjamín de
la nomenclatura cubana afirmó que "la enorme acción de subversión
político-ideológica que lleva a cabo el Imperio apuesta por la
vulgaridad, la banalidad y la seudocultura".

En aras de enfrentar la situación, Díaz-Canel abogó por potenciar entre
los jóvenes los valores del patriotismo, el antiimperialismo, la
honestidad, la dignidad y la identidad. Y como quiera que para el
orador, los conceptos de "patriotismo" y "antiimperialismo" solo sirven
para identificar a quien los profesa con el gobierno de los hermanos
Castro, adquiere suma importancia el orden en que el referido
funcionario mencionó esos valores. Porque ahí radica la clave de la
pérdida de valores que hoy afronta la sociedad cubana.

La propaganda oficialista insiste en que los valores se resquebrajaron
en Cuba a raíz de la crisis que sacudió al país en la década del 90,
después de la desaparición de la Unión Soviética y los regímenes de
Europa oriental que giraban en torno a Moscú. Las carencias de todo tipo
que sufrieron los cubanos provocaron el clásico "sálvese quien pueda",
cuando muchas personas se vieron forzadas a adoptar actitudes alejadas
de la civilidad, y se incrementaron fenómenos como la prostitución y la
mendicidad, entre otros.

Pero, sin desconocer totalmente la debacle moral que significaron
aquellos años del denominado "periodo especial en tiempo de paz", es
preciso aclarar que no es exacta la mencionada tesis oficialista. Porque
los valores en Cuba comenzaron a destruirse el propio 1 de enero de
1959, el día en que las huestes de Fidel Castro accedieron al poder. A
partir de ese momento, el valor emergente "ser revolucionario" —es
decir, simpatizar con la revolución castrista— fue más importante que
ser honesto o decente.

En lo adelante, al evaluarse a determinada persona, serían muy comunes
situaciones como esta: "Bueno, él es un poco regado, y su comportamiento
social no es el mejor. Pero es revolucionario, y se merece una
oportunidad". O esos funcionarios públicos que flotan como el corcho.
Dan vivas a Fidel Castro, y al propio tiempo depredan los recursos que
tienen a su cargo. Y al final, como conservan la confiabilidad política,
dejan de ser administradores de un establecimiento, y pasan a otro
también como administradores.

Debe entonces quedar claro que no hubo ni pizca de casualidad en la
jerarquía de los valores expuestos por el Primer Vicepresidente. Nada ha
cambiado entre nosotros en este terreno. La cúpula castrista, repitiendo
el círculo vicioso, privilegia la enseñanza de valores ideológicos en
detrimento de buenas costumbres cívicas. Luego, con una inocultable
dosis de complicidad, los periodistas oficialistas se preguntarán por
qué se ha perdido el hábito de dar las gracias o los buenos días; dónde
ha ido a parar la cortesía de los hombres hacia las mujeres en los
ómnibus; o qué va a pasar con nuestro idioma si los jóvenes persisten en
el empleo de una jerga empobrecedora. Por supuesto, esos periodistas
jamás señalarán a los verdaderos responsables de tamaña anomalía.

Y una vez detectada la esencia del problema, no estaría lejana su
solución si existiera voluntad para ello. Porque los valores que hemos
perdido no se rescatan mediante comparecencias en las Mesas Redondas de
la televisión, algún que otro escrito en la prensa, o discursos de
miembros del aparato de poder. Basta con ir desideologizando la
formación de las nuevas generaciones. Así tendrán cabida los buenos modales.

Source: Los valores de Díaz-Canel | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1397503926_8140.html

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