Monday, April 7, 2014

Fracasados

Publicado el lunes, 04.07.14

Fracasados
ALEJANDRO ARMENGOL

Tanto mandatarios y legisladores demócratas como republicanos, se han
mostrado más interesados en aparentar ante sus electores un interés por
la situación en Cuba, que en contribuir a un cambio real en la nación
caribeña. El último fracaso dado a conocer es un plan para crear un
sistema estilo Twitter, que en última instancia sería utilizado para
recopilar información y "fomentar" la disidencia.

Más allá de una breve y momentánea infusión de dólares a algunos
bolsillos, el plan no parece haber servido para nada, salvo que su
conocimiento ahora se ha utilizado con fines de propaganda por el
gobierno cubano para denunciar la continua "injerencia" de Estados
Unidos en los asuntos cubanos.

Lo irónico del caso es que de inmediato han saltado las alarmas sobre el
"derecho" de Washington para forzar un "cambio" de régimen en Cuba. Sólo
que la pregunta más práctica sería si ser una superpotencia le otorga a
cualquier gobierno de Estados Unidos –no importa si demócrata o
republicano– una potestad ilimitada para despilfarrar el dinero de sus
contribuyentes. Y desde ahora debía promoverse una protesta ciudadana
para evitar que la Agencia por el Desarrollo Internacional de EEUU
(USAID) siga haciéndolo todo mal en lo que respecta a Cuba. Que se
dediquen a ayudar a cualquier islita perdida en cualquier océano, pero
que se vayan a desplegar su incapacidad a otra parte.

Claro que la aparición ahora de este estudio elaborado por la Associated
Press no es nada inocente, y corrobora que, en lo que respecta a su
labor en Cuba, la USAID no está simplemente en la mirilla sino que le
llueven los cañonazos, pero que se los merecen por su mal trabajo.

Por supuesto que limitar la ineficiencia a la USAID resulta injusto. Por
décadas, todo o la mayoría de lo que se ha hecho para promover la
democracia en Cuba, con fondos norteamericanos, se ha hecho mal. Asombra
que la nación más poderosa del mundo sea tan torpe ante un pequeño país,
salvo que se abrigue la sospecha de que la ineptitud no ha sido un
pecado sino un objetivo. Es cierto que se entra entonces en la teoría de
las conspiraciones, pero son demasiados datos para encerrarlos
simplemente en la casualidad y la circunstancia.

Desde los lejanos planes de la CIA para exterminar a Fidel Castro, una y
otra vez en este país se ha repetido un esquema similar, difícil de
entender fuera de Estados Unidos: la utilización de amplios recursos y
fondos millonarios con el objetivo de no lograr nada.

Lo que en muchas ocasiones se ha interpretado como torpeza o franca
ineficiencia no ha sido más que la apariencia de un proyecto destinado
al fracaso.

Sólo una nación que cuenta con un presupuesto de millones y millones de
dólares, puede destinar algunos de ellos simplemente al despilfarro;
solo un país poderoso y al mismo tiempo víctima de su prepotencia puede
llevar a cabo tal tarea.

En el caso cubano, Washington lo ha hecho con éxito durante décadas.

La consecuencia es que ha surgido un "anticastrismo" que es más un
empeño económico que un ideal político, alimentado en gran medida por
los fondos de los contribuyentes.

Cuando a finales del siglo pasado la transformación de este modelo se
acercaba al punto clave, en el cual la estrechez del objetivo político
del grupo del exilio que lo sustentaba hacía dudar de sus posibilidades
futuras, la llegada al poder de George W. Bush dilató su supervivencia,
al tiempo que impuso un gobierno con una carga ideológica –afín
precisamente a los principales beneficiarios del "modelo anticastrista"–
como no se conocía en esta nación desde décadas atrás.

La política de extremos pasó a ser la estrategia nacional y no una
maldición miamense.

La administración de Barack Obama, que en el caso cubano se ha movido
entre la inercia, el desinterés y la desconfianza, no ha hecho más que
prolongar una situación heredada. Por supuesto que –como siempre– el
régimen de La Habana continúa acumulado triunfos en su poderosa
capacidad para prolongar el desastre. Nada cabe esperar de La Habana y
cualquier apuesta a favor de una correspondencia de gestos choca contra
el muro de la inmovilidad, pero si los esquemas en favor de fomentar la
democracia, que en otros países han funcionado con éxito, fracasan en
Cuba, por qué ese empeño torpe en gastar el dinero.

Si de algo ha sido ejemplo la isla, es en ser un laboratorio que
convierte en fracaso lo que en otras partes triunfa. Desde los lejanos
días de la expedición de Bahía de Cochinos, ya era hora para haber
aprendido la lección.

Durante los últimos años, Washington ha estado repitiendo que sus
objetivos son apoyar a la disidencia, contribuir al aceleramiento del
cambio pacífico para lograr la transformación política y económica de la
isla y aumentar el nivel de información de los cubanos. Pero en la
práctica, estos planes han resultado contraproducentes para cumplir
estas metas.

Source: ALEJANDRO ARMENGOL: Fracasados - Alejandro Armengol -
ElNuevoHerald.com -
http://www.elnuevoherald.com/2014/04/07/1718763/alejandro-armengol-fracasados.html

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