Monday, April 7, 2014

El equilibrista corresponsal extranjero

El equilibrista corresponsal extranjero
Fernando Ravsberg nunca dijo mentiras. Pero calló la verdad para que no
lo expulsaran de Cuba
lunes, abril 7, 2014 | Luis Cino Álvarez

LA HABANA, Cuba -Fernando Ravsberg, el corresponsal de BBC Mundo, a
pesar de ser uno de los periodistas extranjeros que lleva más tiempo
acreditado en La Habana (más de 20 años), solo tuvo un problema serio
con el régimen: fue cuando se le ocurrió referirse al Máximo Líder como
"el anciano presidente Castro".

En mayo de 2005, entrevistado por Elena Regoyos, Ravsberg aseguró que
reportaba libremente desde Cuba, sin más limitaciones que decir la
verdad, sin mentir, exagerar o equivocar datos, para evitar que lo
expulsaran del país. Por lo demás, sólo lamentaba tener poco o ningún
acceso a fuentes oficiales.

Pero los blogs, con la libertad y el desenfado que otorgan, obran
prodigios aún en los periodistas más profesionales y avezados.

Cuando inició su blog Cartas desde Cuba, Ravsberg logró pasar por encima
del hermetismo oficial, la paranoia de los disidentes y la manía cubana
de la intolerancia -que tanto le molesta- y escribir historias que por
su fabulación y capacidad de generalizar lo insólito, casi que podían
competir con las del mismísimo García Márquez.

El 11 de junio de 2009, en un post titulado "Pobrecitos los cubanos",
afirmaba que el 50% de los cubanos tenía ingresos en moneda dura además
de su salario, y que hay quienes ganan cientos de dólares diarios; es
decir, "mejores sueldos que en Miami".

Una vez se refirió a "un empresario privado" que logró reunir en su
cuenta bancaria más de tres millones de dólares.

Tal vez ese caso fuera similar al de un avispado comerciante cubano, que
según contó el periodista, tenía una empresa que importaba mercancía
china en contenedores y pagaba a un socio europeo para que apareciera
como dueño nominal del negocio.

En Cuba no torturan, lo que pasa es que se exagera acerca de los
maltratos policiales.

El periodista también refirió casos de "cubanos residentes en la isla
que financian a sus familiares en el extranjero": una peluquera del
Hotel Nacional que mantuvo a su hija mientras convalidaba su título de
sicóloga en la Florida, el dueño de una cafetería que costea los gastos
de un hijo que vive en España, la propietaria de una casa de alquiler
que envía mensualidades a su hija y su yerno en Estados Unidos…

Respecto a las remesas a la inversa, sólo conozco un caso, pero es un
personaje de ficción: el travesti Fátima, del cuento El Parque de la
Fraternidad, de Miguel Barnet.

Ravsberg también contó el caso de un hombre que, a pesar de que la
atención médica es gratuita en Cuba, se dio el gusto de llevar a su
esposa a parir a Miami y pagó 5 000 dólares por ello; luego, la pareja
regresó a La Habana, con dinero suficiente para comprar culeros
desechables para el bebé en las tiendas por divisas.

Comparaciones entre Cuba y El Salvador

En Pobrecitos los cubanos II (febrero 11 de 2010), Ravsberg tocó el tema
de los nacionales que pasan sus vacaciones en hoteles de lujo.

El periodista, que no podía creer la cantidad de turistas extranjeros
que se casan en las paradisíacas playas de los cayos cubanos (hubo más
de 500 bodas en el año 2009), se dio un descanso en la cobertura a las
reformas raulistas y los forcejeos de la burocracia retranquera y luego
un brinquito a Cayo Santa María. Allí se sorprendió de la cantidad de
cubanos bullangueros, alegres, desinhibidos, bailadores de salsa y con
cadenas de oro que vacacionaban en el hotel. Nada que ver con la
tristeza que halló en los campesinos de Chalatenango, que no pueden
hospedarse en hoteles como el de Cayo Santa María porque se lo impide la
economía capitalista.

Ravsberg es toda una autoridad en materia de comparaciones entre Cuba y
El Salvador, donde estuvo como corresponsal durante varios años.

Descarta que los cubanos paguen su hospedaje en los hoteles con las
remesas que le envían sus familiares en los Estados Unidos e intenta
dilucidar el verdadero impacto social y la repercusión económica en Cuba
de esas remesas "más allá de cualquier mito políticamente interesado".

Se calcula el monto de las remesas entre los 983 y los 985 millones de
dólares. Para facilitar las cuentas y dar margen al dinero que traen
"las mulas" y que obviamente no declaran, Ravsberg redondeó la cifra en
mil millones, un ingreso similar (gracias al impuesto leonino del 240 %
con que grava los precios en cuc) al que gana el gobierno cubano por el
turismo. Pero el periodista explicó que eso constituye sólo la cuarta
parte de lo que obtiene el estado cubano por el trabajo en el exterior
de millares de médicos.

Como Ravsberg señalaba que los emigrados salvadoreños envían casi el
triple de remesas que los cubanos, dirá -y no lo dudo- que el abismo
entre ricos y pobres es mayor en El Salvador que en Cuba. Supongo sea
proporcionalmente tan grande como la diferencia que había entre el
desarrollo de ambos países en 1959, algo a lo que Ravsberg no parece
prestar atención…Y menos mal que no comparó a Cuba con Haití.

Sin hacer demasiado caso a los voceros oficiales y menos aun a los
periodistas independientes, Ravsberg descubre matices insospechados en
la situación nacional y ve lo que nadie, como el debate reciente de la
revista Temas, que lo asombró de "tan libre, abierto y democrático".

En cambio, ni por asomo escribe sobre los desalojos, los abusos
policiales, la situación en las cárceles o la represión contra los
opositores.

No porque le falte profesionalidad

Por más que Ravsberg trate de informar de la forma más objetiva posible
sobre Cuba, no lo consigue. Y no porque le falte profesionalidad.

Lo que escribe en su blog, siempre se presta a varias lecturas. Sólo que
siempre se percibe una comprensiva confianza en el mejoramiento del
régimen y un escepticismo demasiado crítico hacia la oposición, que,
invariablemente, describe como fragmentada y financiada por el gobierno
norteamericano.

Ese desbalance –vaya usted a saber por qué razones o compromisos- parece
que le es absolutamente imposible corregirlo. Incluso cuando se lo propone.

Por ejemplo, analicemos lo que escribió el 15 de marzo de 2012 sobre una
funcionaria del Instituto de la Aviación Civil, condenada a 10 años de
cárcel por corrupción.

Cuenta Ravsberg que la mujer le dijo que había sido obligada a confesar,
bajo tortura, en Villa Marista (sede de la Seguridad del Estado), que
había recibido 10 mil dólares de un empresario extranjero.

Cuando Ravsberg supo que las torturas habían sido de tipo psicológico
–la peor fue amenazarla con un registro en su casa delante de sus
hijos–, trató de explicarle que "sería muy difícil acusar a las
autoridades de tortura por haberla mantenido sentada en una sala de
espera varias horas y que, en estos tiempos, es más complejo aun
defender a un funcionario acusado confeso de corrupción".

Fue entonces que la "tronada", muy molesta, le dijo que no entendía por
qué el periodista no le hacía caso, "si al fin y al cabo, la prensa
extranjera está aquí para atacar al gobierno".

Como los argumentos de Ravsberg no lograron convencer a la señora, ésta
le aseguró que "piensa sumarse a los grupos disidentes y de derechos
humanos para despertar así el interés internacional sobre su caso".

Ravsberg se quedó preocupado por "la paradoja de que esta funcionaria,
dirigente de la aviación civil, militante del Partido Comunista y
condenada por corrupción, termine apareciendo en las listas de presos de
conciencia".

Cuando la ex funcionaria refirió a Ravsberg que otros implicados –-a uno
de ellos le ocuparon dos millones de dólares en su casa– tuvieron
condenas menores porque colaboraron con las autoridades, o están libres
porque son personas muy importantes, y el periodista le dijo: "ahí sí
tenemos una buena historia", encendió la grabadora y preguntó los
nombres de los personajes, preguntó ella:"¿Y qué gano yo con eso?".
Cuando le respondió que quien gana es su país, la mujer exclamó:
"Entonces no me interesa", y terminó la conversación.

Una primera lectura de este trabajo de Ravsberg hablaría sobre el grado
de desmoralización de los funcionarios, que no serían menos corruptos,
por cierto, si en los núcleos del Partido Comunista, en vez de quejarse
de "la guerra mediática" debatieran acerca de cómo combatir la
corrupción, como sugiere el periodista, olvidado del mal de fondo del
sistema.

En una segunda y más cuidadosa lectura, aflorarían las moralejas
favorables al régimen:

1-En Cuba no torturan, lo que pasa es que se exagera acerca de los
maltratos policiales.

2-Cualquier sinvergüenza que desee hablar un poco de mierda para llamar
la atención internacional y que le paguen un puñado de dólares
–-incomparablemente menos que los que robaba al gobierno– puede
dirigirse a la prensa independiente y a los grupos de derechos humanos.

3- Cualquiera de dichos sinvergüenzas puede aparecer luego en las listas
de prisioneros de conciencia.

4- Y por supuesto, a ninguno de ellos le interesa que su país gane algo.

Los posts de Ravsberg eran muy polémicos y tenían mucha tela por donde
cortar. A veces eso, más que la objetividad y la exactitud, es lo que
hace interesante un trabajo periodístico, aunque no contribuya
exactamente a informar.

Ahora que BBC Mundo anunció que prescindirá del blog de Ravsberg,
presiento que lo echaré de menos. Desde hace años, admiro y respeto el
mucho oficio de Fernando Ravsberg. Me gusta leerlo, aunque me resulte
desconcertante que intente explicarme –y de qué modo- cómo son las cosas
en mi país.

luicino2012@gmail.com

Source: El equilibrista corresponsal extranjero | Cubanet -
http://www.cubanet.org/destacados/oficio-de-desinformar-y-crear-polemica/

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