Monday, November 12, 2012

Washington-La Habana, statu quo

Publicado el domingo, 11.11.12

Washington-La Habana, statu quo
Miguel Cossío

Tres días antes de las elecciones del martes pregunté a un conocido
cercano a la Casa Blanca si, de retener Obama la presidencia, su
administración profundizaría los cambios en la política hacia Cuba,
dados durante el primer mandato. La respuesta de mi interlocutor fue
sencilla: "Nosotros hicimos lo esencial; ¿y ellos, qué?".

No habían pasado 48 horas del triunfo del presidente cuando me tropecé
con pronósticos acerca de una eventual mejoría de las relaciones
bilaterales en el segundo período obamista que iniciará en enero del 2013.

¿Es posible? Por supuesto, como también lo es que demócratas y
republicanos acuerden en el Capitolio un pacto viable para salvar el
abismo fiscal tan pronto como la semana próxima.

Mi opinión: Estados Unidos mantendrá el statu quo hacia Cuba y no hará
modificaciones sustanciales. Si, por un lado, el cambio en el
comportamiento del voto cubanoamericano en estos comicios puede llevar a
la Casa Blanca a pensar en una ampliación de la política aperturista,
que comenzó en el 2009; por otro, una potencial crisis planea ahora
mismo de manera silenciosa sobre el horizonte político que comparten
ambas naciones. Esa tormenta tropical se llama preso Alan P. Gross.

La precaria situación de Gross y el agravamiento paulatino de su salud
penden como una espada de Damocles sobre la relación bilateral. ¿Cuál
sería la respuesta norteamericana si ocurriese lo peor? ¿Más apertura?
Por favor.

El gobierno de Raúl Castro presta oídos sordos a los pedidos que se le
hacen al respecto. E insiste en el canje del contratista por los cinco
espías de la Red Avispa. En el plano interno, al espinoso asunto se suma
el recrudecimiento de la represión gubernamental contra opositores y
miembros de la sociedad civil, una realidad que ninguna administración
estadounidense, mucho menos la de Obama, puede ignorar a la hora del
diseño de su política exterior.

La naturaleza de la democracia norteamericana radica esencialmente en el
respeto de los derechos humanos y las libertades individuales. Y estos
dos casos, el de Gross y el de la represión contra disidentes, están
atados por la misma hebra de la búsqueda de la libertad para la isla.

Mucho se habla de las diferencias entre demócratas y republicanos en
cuanto al tema cubano. En el fondo, ambas partes desean lo mismo para
Cuba. Cuando la administración Obama anunció en el 2009 el levantamiento
de las restricciones a los viajes y envíos de remesas a la isla, unos
cuantos calificaron la medida como una concesión al régimen.

En verdad, la decisión correspondía a una visión filosófica del
problema: propiciar los cambios en Cuba desde dentro, a través del
contacto pueblo a pueblo. ¿Cuál es el porcentaje de los beneficios de
esta política para la víctima, es decir, el pueblo, y cuál para el
régimen, su victimario?

Será interesante observar a partir de ahora los pasos y las movidas de
los siete legisladores cubanoamericanos, en particular de los
congresistas Ileana Ros Lehtinen, republicana y presidenta del Comité de
Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, y el demócrata
recién electo Joe García, quien a merced de su acceso a la Casa Blanca
ha sido un promotor de la tesis del desmontaje de la dictadura castrista
por una vía donde el régimen resbala: viajes, remesas, contactos.

La realidad, sin embargo, dicta que hoy Cuba no es una prioridad para
Estados Unidos, ni en materia doméstica ni de política exterior. Tanto
el gobierno en su totalidad como los tres senadores y cuatro
representantes cubanoamericanos se concentrarán en lo inmediato en la
búsqueda de soluciones a los problemas cruciales de la nación y de sus
electores, a quienes representan.

Queda por último el fenómeno migratorio, uno de los pendientes de los
políticos de Washington. 71 por ciento de los electores hispanos del
país votaron por Obama. Los dreamers quieren respuestas ya. En lo que
concierne a Cuba, no se necesita ser adivino para imaginar que la Casa
Blanca y el Congreso tendrán en cuenta la entrada en vigor el 14 de
enero próximo de la reforma migratoria anunciada por el régimen del
general Castro, toda vez que resulta difícil desvincularla del tema
migratorio nacional.

Entonces, ¿se mantiene o no el statu quo?

http://www.elnuevoherald.com/2012/11/11/1340694/miguel-cossio-washington-la-habana.html

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