Tuesday, November 20, 2012

Los perros de los mayorales ladran en las lunetas

Los perros de los mayorales ladran en las lunetas
Martes, Noviembre 20, 2012 | Por Luis Cino Álvarez

LA HABANA, Cuba, noviembre, www.cubanet.org -Los teatristas cubanos
andan muy alarmados. Y no es para menos. Parecen venir malos tiempos
para las artes escénicas. Comienzan a cerrarse espacios. La censura
vuelve a amagar. Los perros de los mayorales ladran y desde las lunetas,
los chivatos ubican los blancos de la artillería estalinista. Como en
los tiempos del teniente Pavón. Las sombras del Decenio Gris avanzan de
nuevo sobre los escenarios.

Últimamente circulan por la red varias cartas firmadas
"revolucionariamente" por Alfredo Ávila Guillén, ex-actor del Grupo
Teatro Político "Bertolt Brecht", que son pura chivatería. "Mandadera a
matar", como dirían en mi barrio.

Las cartas de Ávila, que parecen más bien informes para la Seguridad
del Estado, van dirigidas a Gisela González, presidenta del Consejo
Nacional de las Artes Escénicas y al presidente de la Unión Nacional de
Escritores y Artistas de Cuba, Miguel Barnet. En ellas, se queja
amargamente de varias obras teatrales que han estado en cartelera
recientemente en La Habana.

Para que se hagan una idea de tales cartas, tiene la palabra el
compañero Ávila.

"¿Es que las salas de teatro ahora van a transformarse en un conato de
contrarrevolución donde reine la pornografía más cochina y desviada de
la moral que estamos inculcando en la formación del hombre nuevo?", se
pregunta Ávila con un lenguaje y una vehemencia ideológica digna de los
grises años 70. Y exige cortar por lo sano con las tijeras de la
censura. "Tenemos que salirles al paso cuanto antes", apremia. "¿Hasta
cuándo, compañera Gisela, hasta cuándo?"

Ávila se queja de que "una connotada contrarrevolucionaria" como Celia
Cruz sea –junto a Lola Flores- uno de los personajes de La Burundanga,
una obra de Teatro de las Estaciones y Okantomí; y de que Fernando
Quiñones, en la Sala El Sótano, se burle "cruelmente" de Lenin y
enaltezca "a los gusanos que se fueron por Mariel".

Pero los principales ataques de Ávila van dirigidos contra Carlos Díaz,
director del grupo El Público. Al muy pacato compañero, las puestas en
escena de Díaz le evocan el teatro Shanghai. Peor aun, las túnicas
verde olivo, las botas rusas de los legionarios y otros guiños en
Calígula, una de las principales obras de su repertorio, el muy
suspicaz ex actor las interpreta como "una evidente burla a las altas
esferas del gobierno y del Partido" y "a las glorias insignes
alcanzadas por la doctrina comunista en el mundo".

No son los primeros ataques contra Carlos Díaz. Hace varios años,
Monseñor Carlos Manuel de Céspedes, escandalizado por la puesta en
escena de Teatro El Público de "La loca de Chaillot", de Jean
Giraudoux, escribió un artículo en la revista católica Palabra Nueva
donde pasaba de la crítica teatral a la chivatería con sotana.

Monseñor se quejaba de las escenas en que los actores "simulaban
copular como perros y gatos" sobre la escena del teatro Trianón y
aprovechó también para expresar su disgusto por la puesta de Calígula
por "derivar hacia las descontextualizaciones traicioneras propias de la
antiestética de la Postmodernidad" (¿las botas y las túnicas?).

Monseñor, en línea directa con los censores, reclamaba en Palabra Nueva:
" …que los responsables culturales del país abran bien los ojos y sin
complejos ni ánimo sombrío de censores policiales, pero con conciencia
de maestros y con sentido de su responsabilidad, se informen y se
persuadan, y persuadan al entorno humano que depende de ellos, de todas
las posibles direcciones que deben y pueden tener las manifestaciones
artísticas para que sean lo que deben ser y no se reduzcan a simple
basura pasajera, no sólo inútil, sino contaminante de hediondeces."

Tras el artículo del Monseñor, dio la casualidad que se rompió el aire
acondicionado del Trianón. Y entonces, el Consejo Nacional de las Artes
Escénicas suspendió la función y Carlos Díaz y sus actores fueron
enviados, calabaza, calabaza, cada uno para su casa.

Recientemente, también una rotura del aire acondicionado precedió a la
decisión del Consejo Nacional de las Artes Escénicas de suspender las
funciones de La Hijastra, una obra de Juan Carlos Cremata, descarnada y
llena de alusiones a la realidad nacional. ¿Tendría que ver dicha
decisión con las cartas de Ávila?

luicino2012@gmail.com

http://www.cubanet.org/articulos/los-perros-de-los-mayorales-ladran-en-las-lunetas/

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