Friday, November 16, 2012

Los fantasmas de la calle Infanta

Los fantasmas de la calle Infanta
Viernes, Noviembre 16, 2012 | Por Orlando Freire Santana

LA HABANA, Cuba, noviembre, www.cubanet.org -El pasado domingo 4 de
noviembre el periódico Juventud Rebelde publicó una de las habituales
crónicas del periodista Ciro Bianchi Ross. En esta ocasión trató sobre
la calle Infanta, esa conocida arteria habanera que va desde el Malecón
hasta la Esquina de Tejas, y que en su recorrido bordea los barrios del
Vedado y Centro Habana, para penetrar finalmente en el Cerro. Bianchi se
refiere a la historia de esta calle, en lo fundamental durante el
período comprendido entre los años 1843 y 1959.

La propia Esquina de Tejas, entre otros establecimientos, poseía una
panadería que clasificaba entre las mejores de la ciudad, con una
producción de pan cada 15 minutos que hacía las delicias de los
consumidores. Allí mismo se ubicaba el cine Valentino, en el cual los
vecinos de los alrededores podían disfrutar del séptimo arte sin
necesidad de acudir a las grandes salas cinematográficas. Ya no existen
ni la panadería ni el cine. A propósito, en toda la larga extensión de
Infanta solo encontramos un cine, el denominado Multicine Infanta,
restaurado hace algunos años después de ser destruido por un incendio.
El otrora cine Astral ya no funciona como tal, y ahora se emplea casi
siempre en actividades políticas progubernamentales.

En el tramo de Infanta correspondiente a las calles Manglar y Amenidad
se levantaban la fábrica de muebles Orbay y Cerrato y la embotelladora
de refrescos Canada Dry S.A., además de un terreno de béisbol que vio
pasar por su césped a relevantes figuras de nuestro deporte nacional.
Han desaparecido el terreno de béisbol y la fábrica de muebles, mientras
que la próspera y bien surtida embotelladora de entonces se ha
transformado en una fábrica que elabora un solo tipo de refrescos, por
supuesto de menor calidad que sus predecesores. Ahora en el lugar se
erige un edificio multifamiliar de 20 plantas, cuyos apartamentos, casi
en su totalidad, fueron destinados a miembros de la oficialista Unión
Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), y a otras personas
identificadas con el gobierno.

Si avanzamos hasta la esquina de Infanta y Peñalver, la nostalgia nos
invade al rememorar el edificio que albergó a la revista Carteles,
clausurada en 1960, y que fue una de las más importantes publicaciones
de la época. Esta revista, además de divulgar los acontecimientos
políticos y sociales de Cuba y el mundo, se destacó por la gran
cobertura que brindaba a los temas culturales, en especial el cine y la
literatura. Sin embargo, asombra que, entre los nombres mencionados por
Bianchi Ross no estuviese el de Guillermo Cabrera Infante, ya que el
novelista realizó durante toda la década del 50, desde las páginas de
Carteles, tal vez la mejor crítica de cine que se haya hecho en Cuba.
¿No se habrá enterado el señor Bianchi de que la necrocultura
oficialista permite referirse a los intelectuales fallecidos que se
opusieron al castrismo? Pero hay más: ¿es que acaso no habrá leído el
libro Sobre los pasos del cronista (El quehacer intelectual de Guillermo
Cabrera Infante en Cuba hasta 1965), Premio UNEAC de ensayo en el año 2009?

En Infanta y San Lázaro, Bianchi recuerda la existencia de Lámparas
Quesada, una tienda que exhibía y vendía útiles del hogar. Este local
habanero era la casa matriz de la empresa, la cual tenía sucursales en
Panamá, Venezuela, República Dominicana y Puerto Rico. El sitio se halla
cerrado y en total abandono desde hace varios años. Ni siquiera la
sombra del Caballero de París, el pintoresco personaje que pernoctó
antaño en sus portales, sería capaz de insuflarle vida a esos contornos.

Se impone agregar que Infanta no escapa de la lista de calles habaneras
que han sufrido últimamente derrumbes en sus edificaciones. En la
intersección con la calle Salud, dos edificios de viviendas se
desplomaron, causando la muerte de varias personas.

No hay dudas de que la crónica de Bianchi, con independencia de su
intención, debe de haberles resultado útil a los lectores cubanos. Su
lectura desprejuiciada nos acerca a una máxima muy recurrente: cualquier
tiempo pasado fue mejor.

http://www.cubanet.org/articulos/los-fantasmas-de-la-calle-infanta/

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