Saturday, November 10, 2012

Éramos unos perros, unas no-personas

Testimonio

'Éramos unos perros, unas no-personas'
DDC
La Habana 09-11-2012 - 9:18 pm.

Hablan Laritza Diversent, Ailer González, Andrés Pérez y Luis Manuel
Fumero, detenidos frente a la Sección 21 de la Seguridad del Estado.

Los arrestos de varios activistas este miércoles, ante la Sección 21 de
la Seguridad del Estado, en La Habana, tuvieron como característica
principal una exhibición innecesaria de violencia por parte de los
agentes del régimen y el ensañamiento con el director del proyecto
independiente Estado de Sats, Antonio G. Rodiles, uno de los principales
promotores de la Demanda Ciudadana por Otra Cuba, según denunciaron a
DIARIO DE CUBA varios de los afectados.

Los activistas fueron reprimidos por preguntar sobre la situación de la
abogada, defensora de derechos humanos y periodista independiente
Yaremis Flores, detenida también el miércoles y a quien la Seguridad
quiere procesar bajo el cargo de "difusión de noticias falsas", que
conlleva penas de entre uno y cuatro años de prisión.

Las detenciones y golpizas se extendieron al jueves, cuando
exprisioneros políticos como Ángel Moya, Iván Hernández Carrillo, Félix
Navarro, Eduardo Díaz Fleitas y Librado Linares, el Premio Sajarov
Guillermo Fariñas, la bloguera Yoani Sánchez y el escritor Ángel
Santiesteban, entre otros, fueron a estaciones policiales de la capital
a exigir la liberación de los activistas.

La mayoría de los arrestados en esta última oleada represiva ya están en
libertad, según la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación
Nacional. Flores y Rodiles continúan presos.

A continuación, algunos testimonios.

Laritza Diversent: 'Éramos unos perros, unas no-personas'

Yaremis llamó por teléfono a las 2:00pm, y me dijo que estaba siendo
detenida por la patrulla 950 y los agentes de la autoridad, 29130 y
29128, y por el agente Tomás, yo copié los datos, empezamos a llamar al
106 para que nos dieran información acerca de dónde eran esas patrullas
y agentes, en qué estación de policía estaban, y Yaremis no aparecía
detenida en ninguna estación de policía.

Como no vimos resultado tras varias llamadas, decidimos con un grupo de
personas que se encontraban en la oficina de Cubalex (y que finalmente
también resultaron arrestadas), ir hasta el departamento 21 de la
Seguridad del Estado: Rolando Reyes, que ahora se encuentra en Alamar;
Reinaldo Figueras, en la estación de Arroyo Naranjo; Vladimir Torres, no
sabemos en qué estación; Mario Moragas, detenido conmigo en la estación
de Aguilera; Andrés Pérez, en la estación de Santiago de las Vegas;
Veizant Boloy, Santiago de las Vegas, y después Ailer González y
Rodiles, a quien golpearon muchísimo y lo llevaron para la Cuarta junto
con Luis Manuel Fumero García.

Llegamos allí como a las 3:30pm, pedimos hablar con los funcionarios de
la Seguridad del Estado (…) un mayor que ha participado en otros eventos
represivos, le dicen El Polaco o algo así, habló en muy mala forma, y le
dijimos que íbamos a estar allí hasta que tuviéramos una respuesta de
ellos. Él estaba muy furioso porque estábamos reclamando frente al
Departamento 21.

Pero si la policía dice que no la tienen, que quien la arrestó fue "la
gente de Tomás", pues la Seguridad del Estado es la que tenía que darnos
información. Ese era nuestro argumento. En buena forma, aunque ellos se
descompusieron al darnos la respuesta. Nos pidieron que nos quitáramos
de la calle, y entonces nosotros nos pusimos enfrente al Departamento
21, al otro lado de la calle

Estuvimos allí en silencio esperando una respuesta de ellos, no hubo
algarabía ni incitación, no gritamos, no hicimos nada. Y ya como a las
4:10pm, se fueron aglomerando muchas personas en el Departamento 21,
muchos agentes que fueron identificados por los muchachos que estaban
con nosotros y que ya los conocían de otras operaciones represivas.

En un momento ya eso se estaba poniendo muy feo, aproximadamente había
unas 400 personas, policías en todas las ventanas.

La policía desvió el tráfico y cerró la calle. Y entonces se abalanzaron
sobre nosotros. Pidieron el carné de identidad, pero fue muy agresivo.
Muy violento.

Rodiles estaba con el teléfono, tratando de hablar, se lo intentaron
quitar, y aplicaron la fuerza, le cayeron arriba aproximadamente cuatro
hombres, también le intentaron quitarle el teléfono a la fuerza a Veizant.

No nos resistimos. El caso de Rodiles, que no quiso entregar el
teléfono, pues ellos se aprovecharon, enseguida lo pusieron en el piso,
inmóvil, en posición fetal, y fueron muy violentos con él. Ya de ahí no
vi más a Rodiles.

A mí me montaron en la patrulla 368, me quitaron violentamente el móvil,
a pesar de que les dije que se los iba a dar, que me permitieran
apagarlo. De hecho me borraron todos los contactos.

Ya cuando me montan en la patrulla, empiezo a interactuar con la agente
de la policía con registro 01665, pues se me trató de muy mala forma, a
pesar de que les dije que iba a colaborar.

Por ejemplo, me iban a cachear, y a pesar de que abrí las piernas para
que no utilizaran la fuerza conmigo, pues por el pie derecho, me daba
golpes por el tobillo. Yo le abría más el pie pero ella seguía dándome
golpes.

En un momento le dije: "¿qué pasa, sientes placer?". Y ella dijo: "¿te
estás burlando de mí?". Un superior le dijo que me dejara. Pero yo
siempre estuve fijándome en la cara de los superiores y ellos le decían
a la muchacha que me cacheaba: dale, haz lo que tú sabes hacer.

Me monté en la patrulla, me puso las esposas y me las apretó. No fue un
trato como si tratara personas, sino como si fuera el peor de los
delincuentes. No mostraron respeto ni siquiera por el hecho de ser personas.

El cacheo a Ailer fue muy violento. La mujer de la patrulla la trató muy
mal. Le haló los pelos, a pesar de que Ailer le dijo: "espera, estoy
colaborando". Ailer no prestaba resistencia.

Después de montarme en la patrulla 368 les especifiqué que me habían
quitado el teléfono y una cámara fotográfica, y que era a ellos a quien
yo se los iba a pedir, y que si no me los devolvían los iba a denunciar
por robo. Yo tenía su número de chapilla. La Seguridad del Estado no
tiene, pero la policía sí. El hombre era el 00414, y la mujer, Mariela,
0375. Todo me lo devolvieron después.

Cuando llegamos a la Estación de Aguilera, adonde indicó la Seguridad
que nos llevaran, mi compañero con las esposas muy apretadas por el
agente Camilo, pasando muchísimo dolor, tenía la piel herida. Tengo foto
de él.

No pasé por recepción, carpeta ni nada, no registraron la incidencia,
fui directo al calabozo. No firmé nada. Un agente preguntó si nosotros
habíamos llegado allí por haber cometido delito en 10 de Octubre. Cuando
le explicamos, no siguió escribiendo en el libro de incidencias. Puso
los datos en una hoja en blanco. Eso significa que, a efectos legales,
nosotros no pasamos por allí.

En el libro de detenidos sí nos tuvieron que poner, por hacer constar
nuestras pertenencias. Me dieron una hoja que tenía el número 66, de
detenido, y estaban la hoja foliadas.

Me metieron al calabozo pestilente sin explicaciones ni motivos, ni acta.

Seguidamente yo llamo al superior, con chapilla 10102, para que me diera
una explicación (…) Se lo dije a las 10:00pm y él se apareció a las
3:00am, con el agente Camilo y otro más, que no se identificó, a
entregarme cámara y teléfono.

Camilo me dijo que los motivos eran "alteración del orden público". Yo
me reí. "Los que alteraron el orden público fueron ustedes", le dije.
"De eso vamos a hablar mañana", dijo. Fue la última vez que lo vi. Me
tuvieron allí hasta el otro día a las 7:20 de la noche.

Por la mañana pedí que un jefe hablara conmigo, vino el 10097, le
expliqué que necesitaba mi acta de detención porque llevaba más de 15
horas detenida, nadie me había dado motivos, que no iba a aceptar que me
aplicaran selectivamente la ley, porque yo era una ciudadana avalada por
la Constitución, que reconoce el derecho de igualdad. Primera, que ellos
me tenía allí ilegalmente, yo no había cometido ningún delito dentro del
territorio de ellos, sino que me detuvieron en Marianao. No tenían cómo
argumentar que yo pudiera estar en un calabozo. Les advertí que la
Seguridad no tiene rostro y que sería contra ellos contra quienes yo iba
a proceder una vez me liberaran.

Ese oficial se fue y no volví a tener noticias. Llamaron a otro, 10171
otra vez, le dije lo mismo.

No comí absolutamente nada de lo que me brindaron. No desayuné, no
almorcé, no comí. Tampoco bebí agua. Les dije que ellos me habían
aceptado en esas condiciones y que si a mí me pasaba algo pues iban a
tener que responder.

Al rato, por mi insistencia, el de control interno me llamó (le dije que
él también estaba cometiendo una ilegalidad porque él no podía tener a
ningún detenido sin acta), me buscó el acta de detención. No la iba a
aceptar, le dije, porque decía que mi entrada había sido a las 18:05 y
yo estaba ahí desde las 16:35, aproximadamente.

Mientras me decomisaban los objetos que llevaba, el oficial había puesto
16:55.

En motivos decía "Actividad C.I.R.: alteración del orden". Le pregunté
qué significaba eso, y me dijo que "Actividad contrarrevolucionaria".
Evidentemente, me alteré. Él no tenía la culpa, pero le dije que era
abogado y que conozco la Ley de Procedimiento Penal que estaban
incumpliendo, que si había algún delito, ellos tenían que poner el
motivo, pero respetando el principio de legalidad. Un delito establecido
en el Código Penal. Y, por supuesto, no podían imputarme ningún delito
pues yo no fui detenida dentro de su territorio.

"Los que mandaron a detenerte, eso lo pusieron ellos", me dijo. Le dije
que yo hacía lo que yo quisiera, que pensaba como yo quisiera, y que no
iba a aceptar que me aplicaran selectivamente la ley. De hecho, estaban
violentando la ley. Yo iba a exigir la responsabilidad contra ellos, que
eran los que daban la cara, pues la Seguridad es un fantasma.

No puedo decir que los policías de Aguilera me hayan tratado en mala
forma, pero si al haber seguido las órdenes piensan que están eximidos
de la responsabilidad penal (el Código Penal dice que el incumplimiento
de una orden puede ser penado), yo les dije que si la orden es ilegal,
pues ya el ser eximidos se rompió, pues ya ellos cometen también delito,
un delito de privación de libertad, tipificado en el Código Penal.

Ya ellos emplean la violencia como medio de comunicación. En el
Departamento 21, el Polaco estaba muy alterado, dando gritos, "¡ustedes
la han cogido con venir hasta aquí!". Estábamos allí porque la policía
dice que la Seguridad es la que tiene a Yaremis y estábamos exigiendo
que nos dijeran dónde está Yaremis.

Desde el inicio, todo fue muy violento. Buscaban el menor síntoma de
resistencia para lanzarse, como le hicieron a Rodiles, que le cayó una
turba encima. A la persona que se llevaron con Rodiles (Luis Manuel
Fumero García) la liberaron porque ya había estado detenida el fin de
semana, y tuvo un preinfarto. Le comentó a mi esposo que a Rodiles lo
golpearon también al meterlo al calabozo.

Ailer González: 'Cerraron la calle y vinieron hacia nosotros como 50
personas'

Veizant nos llamó diciéndonos que habían detenido a su esposa, Yaremis,
y que iba para la Sección 21. Antonio (Rodiles) y yo decidimos ir a
encontrarnos con ellos.

Explicamos a los agentes que lo que queríamos era saber el paradero de
Yaremis (…) Dijeron, en un tono bastante descompuesto, que no tenían esa
información y que teníamos que retirarnos.

Nos colocamos en la acera de enfrente, al rato vinieron otros agentes
también presionando para que nos fuéramos de allí, que ellos no iban a
dar esa información. Veizant volvió a decirles que estábamos tranquilos
allí y que él solo quería conocer el paradero de su esposa.

Luego cerraron la avenida al tráfico y vinieron hacia nosotros como 50
personas, muchas vestidas de civil, era una cosa multitudinaria. El
grupo iba comandado por un tal agente Camilo, que para mí es un esbirro,
súper violento, y se enfocaron mucho en Antonio.

Unas mujeres me agarraron y me tiraron contra el carro de patrulla. Nos
trasladaron al parqueo de la estación de policía que está justo al lado
de la Sección 21. Vi como sacaban, cacheaban y esposaban a Veizant y a
Laritza.

A mí igualmente me sacaron del carro, me cachearon, me quitaron los
zapatos, me bajaron un poco el pantalón de forma muy violenta. Antonio
permanecía dentro de un carro de patrulla. En un momento nos saludamos a
través de los cristales y luego el carro patrullero en que yo iba salió
y ya no supe más de él.

La Seguridad ha dicho a los padres de Antonio que podría ser procesado
por "desacato".

Me llevaron a la estación de Capri, en Arroyo Naranjo. Allí me metieron
en un calabozo sobre las 6:00 de la tarde y me sacaron al otro día sobre
la 1:00 de la tarde.

El jefe de la unidad policial llegó al otro día y me preguntó si alguien
había venido a verme, si habían tenido alguna conversación conmigo. Yo
le dije que no, que solamente en la madrugada había venido el agente
Camilo, el esbirro violento, con mi cámara fotográfica, mi móvil y el de
Antonio.

Yo tenía un poco de falta de aire porque el calabozo estaba muy húmedo,
muy frío, me dijo que él podía ordenar que me llevaran a dar un aerosol.
Me negué y le dije que cualquier cosa que me pasara era responsabilidad
de ellos.

Le conté todo al jefe de la estación de policía. Me dijo "ahora mismo
voy a llamar y vamos a resolver este problema" (…) Tuvo una actitud
digna. Me mandó en un carro patrullero que me dejó la esquina de la casa.

Uno de los policías me enseñó el acta de detención, que por supuesto no
firme, y que solo decía como motivo CR, que luego me enteré que
significa "contrarrevolución".

Andrés Pérez Suárez: 'Fuimos golpeados, apaleados, arrastrados'

Nosotros nos comportamos de una forma pacífica, les pedimos por favor
que nos dijeran dónde estaba la abogada (Yaremis), y ellos se negaron,
prepararon el terreno y se nos abalanzaron alrededor de 35 o 40
efectivos de la Seguridad del Estado. Fuimos golpeados, apaleados,
arrastrados, le dieron golpes a las mujeres, a Rodiles le cayeron como
ocho personas arriba. Fue un acto terrorífico.

Nos montaron en distintos patrulleros y nos enviaron a distintas
unidades. A mí me mandaron a Santiago de Las Vegas.

Hay todavía personas desaparecidas, de las que no tenemos noticias, como
Vladimir Torres Pérez y Rolando Reyes Rabanal, de la Comisión de
Atención a Presos Políticos y sus Familiares.

Yo he sufrido amenazas de muerte, de que me cuide que me van a coger en
la calle y me van a romper el cráneo a martillazos.

El día 2 de noviembre, el oficial de la Seguridad del Estado que se hace
llamar Camilo, dentro de un carro, esposado, dándome golpes, me sacó la
pistola, me la rastrilló en la cabeza y me dijo "lo que tengo es deseos
de darte un tiro en la cabeza". Yo le respondí "lo que tiene usted que
hacer el halar el gatillo".

En la detención del miércoles me dijeron que esta revolución ha costado
mucha sangre, que esto nadie lo va a desestabilizar, que nosotros somos
pagados, mercenarios y que ellos van a hacer todo lo que sea necesario
para mantener esta revolución.

Cuando me sacaron del calabozo entre mis pertenencias encontré una multa
que me pusieron, no se quién porque no me dieron a firmar nada,
sencillamente apareció en mis pertenencias. Es una multa de 30 pesos por
"desorden público".

Ya yo realmente camino por las calles asustado. Realmente yo ya no sé
que voy a hacer.

Luis Manuel Fumero García: 'Me rompieron en pedacitos 20 dólares que
llevaba'

El oficial Camilo, personalmente, me ha dicho que él me va a quitar de
esto a las buenas o a las malas.

Me llevaron para la cuarta, en el Cerro, y allí me rompieron en
pedacitos 20 dólares míos, de mi negocio de arreglar muebles, porque
dicen que Rodiles me los había dado para que lo apoyara.

Soy diabético y me negaron la insulina, le negaron a mi mujer
información de dónde estaba yo.

A Rodiles le dieron golpes por las costillas, por donde quiera, lo
arrastraron por el piso, le dieron por la cara.

http://www.diariodecuba.com/derechos-humanos/13920-eramos-unos-perros-unas-no-personas

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