Monday, February 20, 2012

Marinero en tierra

Marinero en tierra
Lunes, Febrero 20, 2012 | Por Miguel Iturria Savón

LA HABANA, Cuba, febrero, www.cubanet.org -A los 56 años Enrique
Babastro Batista, natural de Guantánamo, reconoce haber sido uno de esos
chiquillos que integró la oleada humana crecida bajo consignas, arropada
por "el futuro luminoso" que enganchó a su generación desde las tribunas
y carteles que rediseñaron el entorno urbano de Cuba en la década del
sesenta del siglo pasado.

Aunque por su franqueza tropezó varias veces con las autoridades
escolares y con funcionarios de la Flota de pesca, a la cual se integró
en los años mozos para ganarse la vida y encauzar su pasión por el mar,
no imaginó que terminaría siendo un "incorregible" por gritar algunas
verdades y desatar "el sueño libertario" que le inocularon los maestros
y los militares que influyeron en su formación.

Ahora, con medio siglo en las costillas y con más frustraciones que
medios para vivir, Enrique integra la nómina de los hombres encanecidos
que se toman tres tragos en los bares baratos de La Habana y hablan del
pasado personal y colectivo, rodeado por un par de amigos que lo ven
todo gris.

En días pasados, al verme hacer unos apuntes en una institución del
Vedado, donde coincidimos en una cola, Enrique me preguntó la profesión
e insistió en contarme su historia. Para evitar dudas sacó de su bolso
una cartera en la que conserva, a modo de archivo, varios certificados y
documentos oficiales que corroboran parte de su verdad.

"Cuando vine de Guantánamo me establecí con mi madre y hermanos en Campo
Florido, cerca de Guanabo, luego nos mudamos al centro de la capital.
Todo fue bien hasta que en 1983 caí preso por primera vez al enfrentar
el desalojo de mi madre en Aranguren y Final. Entonces supe que Cuba era
una celda enorme delimitada por sus costas. Pasé por el Combinado del
Este, por el Cinco y Medio en Pinar del Río, por dos cárceles de
Camagüey, Guantánamo, Guanajay, otra vez Pinar del Río y la 1580 de San
Miguel del Padrón. Conocí a Antúnez, a varios prisioneros de la
Primavera Negra del 2003, a Néstor Rodríguez Lobaina y a otros que como
yo fueron testigos de golpizas, huelgas de hambre y problemas inenarrables".

"En Pinar del Río conocí al capitán Orlando Rodríguez Pedraza, quien le
disparó a mansalva a un prisionero que intentó escapar. Conocí también a
Cornelio el santiaguero, que mató a Chapman por quemar la bandera del 26
de julio. En el Combinado del Este, la más grande de todas, mejor ni
contar. Recuerdo, por ejemplo, al mayor Darío, que apoyó al primer
teniente que acabó con el difunto Rey, vecino de 31 entre 31 y 35, en
Playa".

"Sí, claro, esas cosas no pasaran si las autoridades adoptaran medidas
ante las denuncias pero ellos no piensan en los reclusos como seres
humanos. En Guantánamo, en marzo de 1997, el mayor Yoel Casamayor y
Pablo Reyes, de Orden interior, junto a Vito Reyes, jefe de reeducación,
por poco matan a Néstor el baracoeso, al cual apoyé en su protesta
contra la mala comida, una especie de pienso animal".

Enrique ya es libre, pero no tiene casa propia, ni hijos ni mujer,
aunque dispone de una chequera mensual y sobrevive realizando trabajos
por encargo que apenas le alcanzan pagar el alquiler y la comida. Tal
vez por eso cuenta su historia y muestra los documentos para demostrar
que fue, ante todo, un prisionero de conciencia "en la isla del doctor
Castro".

http://www.cubanet.org/articulos/marinero-en-tierra/

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