Thursday, February 16, 2012

Fidel, ¿Por qué no te callas?

Fidel, ¿Por qué no te callas?

Basta con mirar el panorama que ofrece la Isla hoy para entender a qué
se avienen nueve horas de comparecencia pública de Castro tras meses de
silencio.

Alvaro Alba 16 de febrero de 2012

La vieja argucia no ha funcionado esta vez. Los tiempos no están para
estrategias gastadas. Revivir a Fidel Castro como un Cid Campeador que
luego de muerto es amarrado a su corcel de guerra y lanzado al campo de
batalla para elevar la moral de las tropas, ha sido la más inoperante
maniobra de un régimen que gobierna al borde del ataque de nervios.

Han jugado su carta más desesperada, y han perdido la mano.

¿Por qué? Pues porque el cadáver del Cid Campeador no se puso a sí mismo
en ridículo desde su caballo. Fidel Castro sí. El símbolo fulgurante del
establishment cubano no ha hecho más que provocar carcajadas e
indiferencia en sus detractores, y lástima en sus fieles partidarios.

Para entender a qué se avienen nueve horas de comparecencia pública tras
meses de silencio, qué sentido tiene televisar para Cuba y el mundo a
esta persona desquiciada y apocalíptica en que se ha convertido el peor
dictador del hemisferio occidental, basta mirar el panorama que ofrece
la Isla hoy.

Se trata de una escena surrealista donde ya ningún poderoso se siente
seguro como antaño, donde todo puede pasar, donde hay ruina económica y
ruina moral, ambas filmadas y fotografiadas por un ejército de teléfonos
celulares; donde los presos de conciencia se cierran las gargantas y no
tragan hasta morir por su libertad; una escena compuesta por mujeres que
no temen a las palizas ordenadas y siguen marchando con sus gladiolos
por escudos, y donde una visita inminente del Sumo Pontífice podría ser
el temido escenario donde se amplificaran los reclamos más auténticos de
un pueblo agotado.

Y como las dictaduras unipersonales jamás consiguen clonar a sus iconos,
solo echando mano al Máximo Líder, desempolvando al orador que cuatro
décadas antes hechizaba y henchía a sus súbditos con horas de
bravuconadas bien pronunciadas, algo se podría intentar.

Ese fue el razonamiento original. Y ahí estuvo el gran error. Fidel no
es el Ave Fénix. Fidel es hoy, por fortuna, un personaje jurásico cuyas
palabras a nadie atemorizan, a nadie ilustran, y en resumen: a nadie
importan. Alguno de sus pajes debería susurrárselo en un arrebato de
honestidad: "Comandante, usted ya no existe en la escena mundial".

A pesar de ello, el martirio se extiende por todo el país: la televisión
cubana transmite hora tras hora lo que dice el déspota, sin importar su
avanzada senilidad y menos aun, sin importar los intereses de millones
de cubanos que desprovistos de Internet o televisión por cable no pueden
decidir qué desean consumir y qué no.

Televisar a este símbolo totalitario en sus tiempos de ocaso es una
forma de decirles a los de adentro: "No, los cambios no empiezan aún. No
canten victoria. Aquí está la prueba de que la Revolución permanece
vigorosa: Fidel sigue en pie". De espejismos viven los regímenes
divorciados de la democracia y de la realidad del pueblo que esclaviza.

Por eso, después de las carcajadas ante los desatinos de un dictador
agotado, un hombre que no termina una sola idea válida, que confunde
nombres, datos históricos, que ríe sin que venga a cuento, que lanza
amenazas con voz temblorosa, valdría la pena formularle la pregunta que
desde el 2007, en aquella Cumbre Iberoamericana de Chile, acecha a todos
los tiranuelos de verbo incontinente: "¿Por qué no te callas?"

http://www.martinoticias.com/noticias/cuba/Fidel-Por-que-no-te-callas-139458533.html

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