Friday, November 18, 2011

Violar la soberanía o negar la información?

Comunicación, Internet

¿Violar la soberanía o negar la información?

Hasta en los países más pobres se puede adquirir el equipamiento para
recibir en los hogares las señales telefónicas, televisivas e Internet

Miriam Leiva, La Habana | 18/11/2011

"Bandidos contra la soberanía radio-electrónica" es un titular que, en
la última página (8) del periódico Granma del 14 de noviembre, agredía
la capacidad de discernimiento de cualquier persona. Encuadrado en rojo
surgían las letras blancas: 'Cuba no está en contra del uso de la
tecnología, al contrario. El mundo se mueve a velocidad vertiginosa en
esta esfera, pero se requiere orden, control. Montar estaciones de
satélites, necesita licencia…". Concluía citando la Constitución de la
Unión Internacional de Telecomunicaciones, que reconoce el derecho
soberano de los estados a reglamentar esta rama.

Inmediatamente se avivó el interés en leer la denuncia sobre la
edificación clandestina de un tenebroso centro de comunicaciones. Las
primeras líneas demostraban el error, pues con el tono de los "teques
políticos" y de las arengas propagandísticas de decenios, se comparaba
que "mientras nuestro pueblo lleva adelante la actualización de su
modelo económico para garantizar la continuidad del socialismo… otros
cubanos, actuando diferente, quieren vivir sin dar nada y queriéndolo
todo". En fin, el escrito trataba sobre robos para construir e instalar
antenas parabólicas y equipos de recepción de señales satelitales a
cambio de importantes sumas de dinero, así como recibir llamadas
internaciones sin necesidad de acceder a las redes terminales de la
empresa estatal ETECSA, alegando, como era de esperar, que esta
actividad es "financiada por Estados Unidos".

Para un lector de cualquier parte del mundo esas tediosas explicaciones
quizás parezcan ciencia ficción, relatos sobre acontecimientos absurdos
o acerca de un viaje al pasado que no conoció. Hasta en los países más
pobres se puede adquirir el equipamiento para recibir en los hogares las
señales telefónicas, televisivas e Internet. Las limitaciones radican en
las posibilidades económicas de los interesados. Los cibercafés están
por todos lados, a precios muy módicos, y florecen las tabernas con
acceso gratis a la red para incentivar la afluencia de clientes para
consumir las bebidas y comidas propias del lugar.

Pero en Cuba todo eso está prohibido y penado por leyes. Hace muchos
años los cubanos, ávidos de entretenerse e informarse, comenzaron a
crear sistemas de transmisión de "canales", fundamentalmente de la
Florida, a través de antenas y cables ilegales y ofrecerlas por un pago
mensual. También iniciaron la copia de programas, sobre todo telenovelas
y películas, para alquilarlas en los "bancos de vídeos o DVD". Ya no es
noticia el corretear de los vecinos para recoger los cables y pequeños
equipos cuando alguien avisa que se acercan los inspectores. Hay
personas que se ufanan de no ver nunca la televisión nacional, una forma
de evadirse de la dura vida cotidiana y la propaganda gubernamental.
Absurdo no contactar al menos un poco con el "mundo en que vivimos".

Con el desarrollo tecnológico internacional, los cubanos han querido
ampliar sus horizontes, en esa comezón ancestral de conocer y
experimentar personalmente. Durante años se han comprado ilegalmente
horas de Internet, usualmente en las madrugadas, a extranjeros o
empleados de empresas estatales. Aunque desde 2008 el Gobierno autorizó
a ETECSA la venta del servicio de telefonía móvil a los cubanos, y
permitió el acceso a Internet en los hoteles y algunos cibercafés, el
elevado precio de estos servicios continúa favoreciendo el dulce sabor
de lo prohibido.

En el artículo de Granma se ejemplifican el soborno y el robo de
angulares, cables coaxiales, equipos de computación y otros medios para
establecer los servicios de comunicación satelital mediante antenas
parabólicas, usualmente muy rudimentarias. Se cita el Decreto-Ley 157 y
la Resolución 098 de 1995, del Ministerio de la Informática y las
Telecomunicaciones, que fija sanciones entre 10.000 y 30.000 pesos o su
equivalente al cambio oficial en pesos convertibles, así como el Código
Penal que establece la privación de libertad de uno a tres años o multa
elevada, además de la confiscación de los bienes.

En resumen, el mencionado escrito es una mezcla de lucha contra el
delito y la corrupción, con acusaciones a la violación de la soberanía
por parte del culpable de todos los males cubanos: Estados Unidos.
Resulta verdaderamente inverosímil que todo eso ocurra en Cuba durante
la segunda década del siglo XXI. El Estado origina las ilegalidades y la
degradación de los valores morales al impedir el acceso a la información
y la comunicación, con el objetivo de mantener su férreo control político.

Sin embargo, el delito de las autoridades es aún mayor por negar la
posibilidad de conocimiento en una época de intenso desarrollo cultural
y científico-técnico. En Cuba no se publica ni venden libros
especializados y novedosos —a pesar de la gran propaganda anual de la
Feria Internacional del Libro—, ni se invierte para remozar el
equipamiento. Internet es derecho de los ungidos, pero quizás con
limitaciones. No se progresa al ritmo internacional y se tapan ojos y
oídos, lo cual va aniquilando la característica inquisitiva del cubano.

En estos aspectos urge la apertura, como ha ocurrido con la venta de
viviendas y autos. Esos y muchos otros derechos elementales conculcados,
forman parte de las prohibiciones absurdas esbozadas por el presidente
Raúl Castro, originadoras de muchísimos males de la sociedad cubana actual.

http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/violar-la-soberania-o-negar-la-informacion-270664

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