Tuesday, November 22, 2011

Nuestra educación como negocio

Nuestra educación como negocio
Martes, Noviembre 22, 2011 | Por Orlando Freire Santana

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) – La revista Punto Final,
un baluarte de la izquierda chilena, está de plácemes por las protestas
estudiantiles en contra de la educación privada en ese país, las que
considera como una rebelión anti neoliberal. En su número 740
(agosto-septiembre de 2011) publica unas reflexiones de Simón Rodríguez,
el maestro de Bolívar, en las cuales el pensador venezolano critica la
comercialización de la enseñanza, y sugiere la educación pública: "Hacer
negocio con la educación es… diga el lector todo lo malo que pueda, y
todavía le quedará mucho por decir".

Por supuesto, a fines del siglo XVIII y en los albores del XIX, el mundo
no conocía aún de la existencia de ideologías opresivas, como el nazismo
y el comunismo, que utilizaron la formación de las nuevas generaciones
como vía para afianzar su dominio sobre la sociedad. Por eso cuando el
ilustre Simón Rodríguez se refería a la educación como negocio, lo hacía
pensando en la vertiente económica. Es decir, el pago que debían
realizar los estudiantes para acceder a determinado tipo de educación, y
que lógicamente podía excluir a las personas de más bajos ingresos.

Los cubanos, que hemos contemplado a partir de 1959 la existencia de una
educación gratuita y monopolizada por el Estado, sin alternativas,
asistimos a un fenómeno diferente: la educación como un negocio ideológico.

El Estado cubano, actuando como un clásico mecenas, ha condicionado
todos los espacios que creó en el sector educativo. Por ejemplo, un
estudiante cubano que transite desde la primaria hasta la educación
superior, debió ser pionero y jurar cada mañana de su infancia que sería
"como el Che", fue obligado por el gobierno a trabajar en labores
agrícolas, no le quedó otra opción que afiliarse a la organización
estudiantil oficialista, pudo haber ido a una beca en contra de su
voluntad y la de sus padres, y es muy probable que no haya podido
acceder a la carrera universitaria de su preferencia debido a que ella
no estaba entre las necesidades de la "revolución", o a su falta de
"idoneidad ideológica", no académica. Además, fue forzado a pertenecer a
las Milicias de Tropas Territoriales (MTT), y al final, ya graduado, su
primera ubicación laboral pudo ser una unidad militar, con grados de
oficial de las fuerzas armadas, durante un período de seis meses a tres
años. Como colofón, deberá trabajar para el estado, por el resto de su
vida profesional por un salario de unos 30 dólares mensuales. ¿Es
realmente tan 'gratuita' nuestra educación?

Estoy convencido de que la mayoría de nuestros compatriotas desearían
que, además de la enseñanza pública, existiese también un espacio para
la educación privada; o que se pusiera en práctica un sistema aplicado
en el propio Chile, que consiste en otorgarles créditos a los
estudiantes para ser pagados una vez que ellos se gradúen y tengan un
empleo. De ese modo podríamos evitar el adoctrinamiento político que
imponen nuestras escuelas; estudiaríamos la carrera o especialidad
deseada; los padres podrían matricular a sus hijos en colegios
religiosos si esa es su preferencia; y la educación, en general, sería
de mayor calidad.

Y otro elemento esencial: nuestros niños y jóvenes no se verían
obligados a practicar la doble moral, ese comportamiento que consiste en
actuar de una manera distinta a como se piensa, para poder conservar las
matrículas en escuelas y universidades.

No critico a la señorita Camila Vallejo ni al resto de sus compañeros
que llevan a cabo las protestas estudiantiles en Chile. Ellos sabrán por
qué lo hacen. Sólo les recomiendo que recuerden una sentencia de honda
sabiduría: "no todo lo que brilla es oro".

http://www.cubanet.org/articulos/nuestra-educacion-como-negocio/

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